3. Cínica y paranoica

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Abro la puerta del ático y ya en el interior me encamino a la cocina, allí Susan, la ama de llaves, me recibe con una sonrisa—. Buenos días, Ciara, hoy Kyle y el señor George salieron a la constructora mas temprano, todavía Evelyn y la señora Addison no han bajado, pero si quiere desayunar ahora con gusto le sirvo.

Susan ha trabajado para mis padres desde que era una bebe, es amable, cariñosa y sobre todo responsable, por lo tanto todos en la casa la queremos, me acerco a ella y agarro una de sus manos—. No te preocupes Susan, quede con Kimberly para desayunar.

Ella me sonríe y luego yo salgo de la cocina, subo las escaleras rumbo a mi habitación, ya en esta me dirijo al baño y ahí me despojo de la ropa deportiva para así poder ducharme.

Ya lista me encuentro bajando las escaleras, puedo escuchar murmullos en el primer nivel, cuando llego a este noto que mi madre y Evelyn están desayunando, me acerco a estas—. Buen día.

Evelyn le da un mordisco a su tostada y cuando traga me sonríe—. Buenos días, Cici.

—¿No nos vas a acompañar a desayunar?—Mamá me mira intrigada.

—Quede con Kimberly, pero si estaré aquí para el almuerzo.—Esta me sonríe así que con su aprobación me despido de ella y luego de Evelyn.

Bajo al lobby y me quedo en espera de Kim, esta vez no voy con Robert porque ella opto por venirme a buscar en su vehículo, cuando escucho el sonido de la bocina de su jeep rápidamente salgo, entro al auto, la saludo y ella hace lo mismo, luego de eso emprendemos nuestro camino rumbo a Starbucks.

—Ciara, necesito que me ayudes a seleccionar algunas cosas para el lanzamiento de la colección, no puedo creer que ya sea mañana.

—Sabes que no tengo problema en ayudarte en lo que necesites, ayer Sophia y yo compramos nuestros vestidos.

Ella rápidamente me mira desviando su atención de la carretera—. ¿Por qué se tardaron tanto para comprarlo?

—Atiende al volante, Kimberly.

Esta voltea la vista nuevamente hacia la calle—. Debiste de mandarte a hacer el vestido.

—No lo vi necesario, eso seria complicarme la vida, al fin y al cabo conseguí un vestido precioso y no tuve que mandarlo a hacer.

Kimberly no parece conforme con mi respuesta—. Si lo hubieses hecho iba a quedar mucho mas precioso.

No discuto mas y subo la radio, cantamos y nos reímos hasta que por fin llegamos a Starbucks, entramos al sitio y ordenamos, ya con nuestros pedidos a mano nos sentamos en una mesa, una frente a la otra.

Kimberly se da un trago de su cappuccino y luego me mira—. ¿Qué era eso tan importante que tenias que decime?

Suspiro, pienso detenidamente en como puedo empezar a contarle lo que llevo dentro, anoche ni siquiera pude dormir pensando en lo que paso, me di cuenta de que necesito el consejo de alguien, por eso he decidido contarle todo a ella,— Sucede que en el edificio de enfrente, justamente en el piso diecisiete, se mudó un hombre con el cual últimamente he tenido bastantes encuentros, no se ni siquiera si llamarle encuentro a lo que hemos tenido, ya que el lo único que hace es quedarse viéndome cuando estoy en el balcón. Anoche, las cortinas del ventanal de mi habitación estaban recogidas, por lo que desde afuera se podía ver sin ningún problema, sabes que los departamentos de ese edificio también tienen balcones y el de el queda justo frente al mío, yo estaba desnuda en mi habitación y el me vio.

Ella me mira como si estuviese diciendo la estupidez mas grande—. ¿Y que paso con eso?

Al escuchar lo que me dice la miro con seriedad—. Kimberly, el no solo me vio, el se quedo observándome detenidamente, todavía el vio que yo lo vi y se quedo como si nada.

EpifaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora