11. Confundida, otra vez

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Disminuyo la velocidad de mis pasos y cuando ya estoy lo suficientemente cerca del banquito me siento en este para descansar por unos minutos antes de volver a reanudar mi caminata, destapo el termo que tengo en las manos y me doy un trago refrescante de agua fría, lo cierro para luego dar pequeñas bocanadas de aire.

Huele a un verano anticipado, a la despedida de la primavera.

Noto a mi alrededor como las personas empiezan a utilizar vestimentas más frescas y cómodas, las flores también van cambiando, los tintes de sus pétalos se van acoplando a la estación, al igual que el aire que se respira.

Siento el peso de un cuerpo sentarse a mi lado y de manera automática volteo a ver, mi piel se calienta y mi mirada cambia al ver de quien se trata, que manera de empezar el día.

—Buen día. —saluda Alexander y en mi mente lo que único que se me ocurre es contradecir su argumento saludándole de vuelta con un: "Era bueno."

Por simple educación y para mostrarle a él que no somos iguales le sonrió sin mostrar mis dientes—. Buenos días—saludo e inmediatamente me levanto del banquito y empiezo a trotar nuevamente.

—Ciara. —Lo escucho decir detrás de mí, pero aun así lo ignoro y sigo trotando—. Ciara, tenemos que hablar.

Me detengo en seco y volteo para darle la cara, no volveré a cometer el mismo error que cometí con Andrew, esta vez lo escuchare y luego de que el me dé una explicación yo decidiré que hacer—. ¿De qué tenemos que hablar? —espeto mientras aprieto mis puños a mis costados inconscientemente.

—De lo que paso ayer, esa mujer no es nadie, Ciara yo...— no dejo que termine de hablar ya que lo interrumpo.

—Alexander a mí no me importa saber quién es esa mujer, tu y yo lo que tenemos son varios días conociéndonos y tu vida personal a mí no me interesa, a mi lo que me desagrado por completo fue la manera tan descortés con la que me trataste, y digo descortés para no utilizar otra palabra. Para mí eso fue una humillación, y yo lo siento, pero eso no te lo permito ni a ti ni a nadie. —Me tomo una breve pausa—. Me pediste una oportunidad, ¿verdad? Yo te la di, cumplí con mi parte, lo que paso estuvo en tus manos. Fuiste muy caballeroso al principio, lastima que no te sirvió de nada porque muy bien que supiste sacar las garras al final, en verdad que eso no me lo esperaba, pero mas vale temprano que tarde, ¿cierto?

Me mira y en su rostro no veo expresión alguna o un leve atisbo de sus emociones, su cara no me dice que piensa o que está sintiendo, hasta que veo como se pasa la mano por el pelo en un acto de frustración, se siente impotente—. Ciara, no encuentro la manera de disculparme por como actué contigo, me avergüenza lo que hice, no lo hice porque quise, fue por ella, Ciara, esa mujer me saca de quicio. Cuando la vi perdí los estribos y no supe como actuar, no quería que la vieras, pero todo fue demasiado rápido, ella ya estaba detrás de nosotros, simplemente no supe que hacer.

Que el mismo Alexander Olson admita que no sabía que hacer me deja sorprendida, con el aire de arrogante e imponente que tiene me parece casi irreal lo que acabo de escuchar, al parecer esa mujer es o fue alguien relevante en su vida y todavía tiene control sobre sus emociones, y yo en verdad no estoy dispuesta a lidiar con una persona que emocionalmente depende de otra.

Suspiro, y siendo sincera en parte lo entiendo, pero entenderlo no es suficiente ya que por dentro todavía me queda el enojo sin menguar—. Alexander, lo siento, pero eso no justifica ninguna de tus acciones y mucho menos va a desaparecer la humillación por la que me hiciste pasar.

El suspira y se acerca un poco a mi—. Ciara, esa mujer que viste es mi ex, las cosas no terminaron de la mejor manera entre nosotros, ella me fue infiel y eso es algo que cada vez que recuerdo despierta en mi rabia, y también vergüenza. No quería que me escucharas discutir con ella, no quería que ella te viera, las cosas se me escaparon de las manos, Michelle lo único que quería era molestarme y seguir negando algo que vi con mis propios ojos. Ahora, no puedo culparla a ella por mis acciones, porque de ellas el único responsable soy yo, pero si te puedo explicar el porqué de las cosas.

EpifaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora