Quinto.

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Rasco su brazo, su jornada laboral había terminado, ella y Jade habían compartido algunas miradas según discretas. Toco repetidas veces la puerta esperando que la castaña la abriera. Después de lo que había pasado, cada vez tenía más episodios, cuando accidentalmente desde su ventana vio que una mujer se había caído de cara, dio una estruendosa carcajada, se sentía feliz, no podía quitar una sonrisa en su cara.

La puerta fue abierta, por la castaña, que al ver a la rubia sonrío. —Me alegra que hayas decidido venir. —Las dos sonrieron, Perrie pasó y empezó a ver todo su departamento, era igual a todos.

Volteo a ver a la castaña, quien ya había cerrado la puerta y la miraba constantemente, una ráfaga de aire entraba por la ventana, la rubia se encaminó a cerrarla. —No podía dejar de verte. —Explicó, cerrándola. Las dos eran unas estupidas sin notar el sentimiento mutuo que sentían. —Creo que sentí algo nuevo, supongo que se llama felicidad.

Jade asintió, caminaron hasta la habitación de la castaña. Cada vez era más peligroso y alarmante lo que estaban haciendo, ¿pero podrían evitarlo? —Cuando tenía 13, mi materia favorita era química, ahora la odio, es aburrida, como aquí. —La escuela en ese lugar era prácticamente igual, te enseñaban lo básico, te alimentabas, y volvías a casa. Antes, a la gente se le había convocado un proyecto, su nombre era 'neo-adn' que consistía en meter a mujeres quién sabe qué endemoniadas cosas, un espermatozoide biónico se fecundaba con el ovulo y bueno...así nacían los niños.

Todo esto para seguir evitando el contacto, hoy en día el proyecto sigue en pie, pero se volvió algo secreto. —No seas negativa, ve el lado bueno. —Cada palabra que decía le daba más vergüenza decir. Se sentó al lado de la castaña, quien ya se encontraba acostada horizontalmente en la cama, la rubia hizo lo mismo, sonriéndole traviesamente. —Hola —soltó una risita, Jade rodó los ojos juguetoneamente, antes de acercase más a ella y murmurar contra su cara.

—Hey.

¿Qué seguía después de esto? No podrían seguir viéndose a escondidas o quedarían muertas, las dos no negaban una conexión entre ellas. Jade ya había tenido un contacto físico con otra persona, Perrie no, siempre le dio un temor inexplicable hacer eso, pero si tuviera que besarse, abrazarse con alguien, no dudaría en que fuera la castaña.

—Te conozco hace tan poco, pero créeme, tú haces que rompa estas malditas leyes. —La castaña se acercó sigilosamente, teniendo en cuenta que ya estaba jodida su lo hacía. Una sensación tentadora convenció a Perrie de no alejarse, y no lo hizo.

Pero, la alarma de emergencias sono por todo lugar. Cuando sonaba se debía a una junta, simulacro o algo por el estilo. Se separaron fugazmente, las dos avanzaron rápidamente hacia la puerta, negándose a darse la cara a cara, antes de salir por ella, Jade dudo, pero volteo a verla.

Demandó con tono superior, haciendo estremecer a Perrie. —Esto no ha acabado, te quiero aquí cuando sea posible. —La rubia sin dudarlo asintió con la cabeza, mirándola con ojos cansados, esperanzados de por fin tener un toque de su amor. Salieron sin llamar la atención de nadie, todas las mujeres del piso formaron dos filas, teniendo una considerada distancia entre ellas, Jade busco con sus fanales a la rubia, que la miraba de reojo. En forma de saludo, despedida, advertencia, lo que sea. Movió para abajo su cabeza, y luego la volvió a su lugar discretamente. Perrie lo noto, imitándola al momento.

Estarían bien, sin una idea retorcida de la otra, lo estarían.

notre amour | Jerrie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora