Sexto.

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Aun recuerdo las moscas muertas pegadas a tu parabrisas. No hay manías esa noche, eso lo se, lo puedes ver. Tus ojos son el océano, yo era una simple nuez. Prendías tu cigarro y expulsabas el humo dentro de mi boca, me besabas, sabía tan bien. La noche reflejada contra tus fanales del mismo color que tus jeans azules, tu cabello color fantasía lo dejabas caer a un lado. Ahora estoy aquí, ¿dónde se supone que estás tú?

🌙.

—Solo respira, será algo rápido.

Rayos, Rayos, Rayos. La castaña que se encontraba al lado de ella en la camilla la miraba con cariño, sabiendo que eso ya no haría efecto en ella, o en ellas más bien. Cerró sus ojos, fingiendo estar cansada. Le dolía, sentía con una opresión en su pecho. La aguja fue delicadamente retirada de su brazo, abrió sus ojos, viendo a la castaña quien miraba sus piernas.

—Es solo para prevenir, pueden retirarse. —La enfermera las miro a las dos, quienes se miraban profundamente. Jade expresaba cariño, y ternura al ver a la rubia hacer muecas. —Tengan cuidado, mi cargo es reportar esto, pero se ven bien juntas. —La castaña dejo de perderse en la cara definida de la rubia, miraron al mismo tiempo a la enfermera, sus cabezas hicieron click. Ella también ocultaba sentimientos, por que vamos, si ella no sintiera las hubiera deportado al momento.

Habían convocado a todas las mujeres ha aplicarse una vacuna, cada mes se les aplicaba para una sola y simple razón: que siguieran sin sentir. Era un éxito, obviamente, las personas que ocultaban sentimientos no tenían efecto en esto.

Llegaron al apartamento de Perrie, entre risillas lograron entrar. Jade quería dar el siguiente paso. Dejar que sus sensaciones puedan explorar, poder dar un simple toque.

—No puedo creer lo que acaba de pasar. ¿Quién en su sano juicio no haría su traba- —La rubia paro de hablar, se corto al instante. Sintió como la mano de Jade rozaba la suya, quien cerró sus ojos y dejó sacar el aire. Su cordura murió al instante, se dejo llevar por todo, aunque era extraño, no dejaría que se vaya ahora. Fijo su mirada en Jade, quien poco a poco rozaba sus dedos, la rubia decidió ayudarla, rozo sus dedos con el objetivo de unirlos.

¿Puede ella, sentirse como si no hubiese pasado? ¿Si no fuese un momento importante en el momento? Podría sentir la barrera rompiéndose al instante, ese era el puto cielo. Entrelazaron sus dedos, sintiendo el calor de la palma de cada una de ellas. La chica perteneciente de fanales avellanas, alzó los dos brazos quienes se encontraban encajados, dejando un rosa de labios en la mano de la rubia, quien la miraba expectante. —Créeme Edwards, tendrán que matarme antes de separarme de ti.

Y entonces, la línea desapareció, la impura y dolorosa línea. ¿se revento? no, nunca. ellas la cortaron.

notre amour | Jerrie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora