Capítulo 3: Defensa Contra las Artes Oscuras

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Narra April:

A la mañana siguiente, el profesor Flitwick nos repartió nuestros horarios. Pociones, Herbología y Encantamientos eran algunas de las asignaturas que yo había escogido puesto que quería ser sanadora. También había elegido Defensa Contra las Artes Oscuras, ya que siempre me había fascinado. De hecho, era mi primera clase del día.

Caminé con rapidez por los pasillos, a finales del año pasado había roto mi varita en dos el día de la tercera prueba, así que había tenido que ir a Ollivanders a por una nueva. Esta era de madera de acacia, con núcleo de pluma de fénix y flexible, estaba deseando estrenarla.

Llegué a la nueva aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, donde, para mi sorpresa, nos esperaba Umbridge. Tomé asiento rápidamente y saqué mi libro, un trozo de pergamino y una pluma para escribir. Me disponía a extraer mi varita de la mochila, cuando Neville, que se encontraba junto a mí, negó con la cabeza.

—Señorita... Williams —dijo Umbridge tras consultar su lista—, como ya les he comunicado a sus compañeros de Gryffindor, no van a necesitar la varita hoy.

—Entonces, ¿no vamos a hacer magia? —pregunté incrédula.

—En mi clase, si quiere formular alguna pregunta, recuerde levantar la mano antes. Como respuesta le diré que no, no lo necesitáis. Según el Ministerio, la teoría debería de ser suficiente para que consigáis ejecutar todos los hechizos a la perfección.

—¿Y qué haremos cuando estemos examinándonos? Si no hemos practicado, la teoría no nos servirá de nada —dijo Hermione inquieta.

—Si se sabe la teoría al pie de la letra no habrá problema, no se preocupe.

—Así que no nos va a enseñar a defendernos, ¿verdad? —bufó Harry.

—Señor Potter, ¿no me ha oído usted cuando he dicho que debían levantar la mano antes? —preguntó Umbridge mirándolo con irritación. Y tras una pausa añadió—: ¿Para qué iba a necesitar usted aprender a defenderse?

—No sé, tal vez, ¿por si Lord Voldemort nos ataca? —comentó con furia.

—No le consiento que pronuncie ese nombre, y menos en mi aula.

—¿Por qué se niega a admitir que ha vuelto? ¿Le da miedo? Yo lo vi con mis propios ojos.

—¿No le han enseñado que no se deben decir mentiras? —preguntó Umbridge alzando la voz.

—¡Qué Voldemort haya regresado no es ninguna mentira!

Todos en el aula permanecimos en callados, contemplando como la profesora enrojecía de rabia. Yo también era consciente de que Voldemort había vuelto; sin embargo, sabía por experiencia propia que era mejor no llevarle la contraria a los profesores, menos aún el primer día de clases.

—Usted se lo ha ganado, estará castigado las dos próximas semanas. Ahora, salga de mi aula de inmediato.

La clase transcurrió en absoluto silencio, nos dedicamos a copiar información sobre los boggarts, unas criaturas que a mí parecer eran fascinantes a la par que aterradoras. Se trataba de seres que adoptaban la forma del mayor miedo de su oponente.    


El ejército de Dumbledore➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora