Capítulo 4: El unicornio

3.6K 440 396
                                    


Narra April:

Me levanté algo más temprano de lo normal aquel sábado, como acababa de empezar el curso apenas tenía deberes y la noche anterior no tuve que quedarme hasta tarde estudiando. Me dirigí hacia el baño y, tras lavarme la cara, alcé la vista para mirarme al espejo.

-Por las barbas de Merlín- musité-, mi pelo está horrible, menos mal que las chicas siguen durmiendo, les habría dado un infarto de verme así...

Solía dedicarle mucho tiempo a mi pelo por las mañanas, pues al despertar me asemejaba más a una pelusa que a una persona, pero aquello ya era exagerado, parecía que mi cabello quisiera desafiar las leyes de la gravedad. Lo cepillé concienzudamente durante varios minutos hasta quedar satisfecha. 

Al volver a la habitación, Bonnie y el resto de chicas se estiraban bajo las sábanas. Yo me vestí y me despedí de ellas para bajar a desayunar. A apenas unos peldaños del pasillo que conducía hasta el Gran Comedor, un pequeño avión de papel que pasó volando junto a mí me hizo detenerme y, tras girar a mi alrededor y hacer algunas florituras, se posó en mis manos con suavidad. <<¿Te apetece dar un paseo? Tengo una sorpresa para ti>>.  Alcé la vista y divisé a Neville a lo lejos, que me sonreía en espera de una respuesta.

-Me gustaría mucho ir contigo, pero aún no he desayunado- dije acercándome a él.

-Está todo pensado- no pude evitar mirarle extrañada-. ¿Confías en mí?- añadió con timidez.

-Sabes que sí.

Hacía un día estupendo, el cielo estaba despejado y sin ni una nube. Llegamos hasta la sombra de un gran árbol, donde nos detuvimos.

-Aquí es donde el año pasado leímos juntos el libro acerca de las branquialgas- dije mirando atrás con melancolía.

-Me alegra que te acuerdes- comentó con una sonrisa-. Decías que no habías desayunado, ¿no?– añadió mientras se sentaba con la espalda apoyada en el tronco del árbol.

-Sí, eso dije.

-Bien, en el menú de hoy- comenzó mientras abría su mochila- tenemos calderos de chocolate con nata, cortesía de mi abuela.

-Genial, me encantan los calderos de chocolate.

Desayunamos bajo la gran sombra de aquel árbol, estaba tan cómoda que no me habría movido de allí en todo el día.

-Tienes que decirle a tu abuela que hace los mejores dulces del mundo.

-Entonces no parará de preguntarme por ti en sus cartas- respondió Neville-. Seguramente me dirá que cómo lo he hecho para engañarte y que salgas conmigo.

Yo reí ante su respuesta.

-Dile que me diste una poción de amor, y que me la suministras todos los días en el desayuno.

-Sí, en el zumo de calabaza- masculló con una media sonrisa.

-Aunque también podrías decirle que soy una chica lista- comencé diciendo mientras me acercaba un poco más a él-, y que he sabido ver en ti mucho más de lo que los demás ven a simple vista- Neville me miraba con las mejillas sonrojadas-. No son necesarias pócimas de amor cuando un chico te hace sentir única, ¿sabes?

El joven no respondió. Yo seguí hablando, Neville se sonrojaba con facilidad y no hablaba a menudo de sus sentimientos porque comenzaba a titubear cuando lo intentaba, pero yo necesitaba decirle como me sentía y lo mucho que significaba para mí.

-A pesar de conocernos desde hace un año, todavía siento mariposas en el estómago cuando te veo y se me acelera el corazón cuando me besas. 

-¿Es cierto todo eso?- preguntó rojo hasta la punta de las orejas.

-Nunca digo estas cosas por decir.

Solo nos separaban escasos centímetros y yo rompí esa distancia para fundirnos en un cálido beso. Enrosqué mis dedos en su cabello y él rodeó con sus manos mi cintura, me estrechaba con fuerza, aquellos meses separados habían hecho mella en ambos. Cuando nos separamos, tomé su mano y la coloqué a la altura de mi pecho.

 -No te mentía, ahora mismo me va a dar un infarto- murmuré sonriendo.

Neville me miraba con ternura y me acerqué de nuevo a él con la intención de volver a besarnos; sin embargo, en el último instante cambié de idea y usando el caldero de chocolate que tenía en la mano, le llené la punta de la nariz de nata.   

-¡April! No juegues así conmigo- exclamó riendo.

-Lo siento- dije besando su mejilla para compensar-, no he podido evitarlo.

Al terminar de desayunar caminamos hacia los invernaderos.

-Solo queda una de las muchas Mimbulus mimbletonia que plantamos en su momento- comenté apenada.

-Aun así está un poco seca- dijo él llenando una regadera de agua.

-El lugar de nuestro casi primer beso- suspiré-. Esta mesa estaba llena de macetas y a ti no se te ocurrió otra cosa mejor que tocar las púas de la planta.

-Grave error de principiante- admitió.

-Desde luego, aunque si no hubiese sido por eso, no estaríamos ahora aquí.

-¿Tú crees?

-No- respondí pasados unos instantes-, en realidad no. Habríamos acabado juntos de igual modo. 

Salimos del invernadero y nos dirigimos hacia la linde del bosque.

-Pensaba que iríamos al lago ahora- admití.

-Me reservo esa visita para otra ocasión- respondió enigmático.

Neville me indicó que guardara silencio, nos adentramos un poco en el bosque y llegamos hasta un claro con un pequeño arroyo de aguas cristalinas. Nos escondimos tras unos matorrales y, a lo lejos, pude ver a un corcel blanco acercarse al trote, quedé maravillada al comprobar que se trataba de un unicornio. Era la criatura más hermosa que había visto nunca y mi corazón se aceleró cuando nos dirigió una mirada con sus bondadosos ojos.

Lo contemplamos unos instantes más, hasta que algo lo asustó y volvió a perderse en la espesura. Miré a Neville emocionada, sabía que ver un unicornio era para mí un sueño.

- ¿Cómo lo has encontrado? – pregunté sonriente.

-Un mago nunca rebela sus secretos, April.

-Oh venga, por favor- supliqué alargando la última "o" de la palabra.

-Hace unos días vine a visitar a Hagrid con Hermione- dijo tras un instante de duda-, nos contó que había encontrado una pequeña manada de unicornios en este bosque y que pensaba mostrárnoslos en una de sus clases, pero yo quería que fueras la primera en verlos.

Mi rostro se iluminó y me lancé a sus brazos para abrazarle con fuerza.

El ejército de Dumbledore➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora