Capítulo 14: 20 de abril

2.7K 364 215
                                    


Narra Neville:

Era mi último día en Hogwarts antes de las vacaciones de Pascua, y April y yo habíamos acordado pasarlo juntos. Últimamente, entre reuniones del E.D, exámenes y tardes enteras en la biblioteca junto al Trío de Oro y las chicas de Ravenclaw; apenas pasábamos tiempo los dos solos.

Al llegar a las puertas de salida del castillo, April ya estaba allí. Aproveché que estaba de espaldas para acercarme sigilosamente y taparle los ojos.

-¿Lista para pasar un buen día?

-Contigo, siempre- contestó mientras se giraba con una sonrisa.

Tomó mi rostro entre sus manos y besó brevemente mis labios. Caminamos de la mano bordeando el lago, mientras hablábamos de nuestra última clase de herbología. Nos detuvimos media hora más tarde, cuando llegamos al lugar donde el año anterior, habíamos plantado las branquialgas para Harry. 

-Me trae muy buenos recuerdos este sitio- comentó mientras se sentaba.

-Te dije que me reservaba esta visita para una ocasión más especial.

-¿Es hoy un día especial?– preguntó enarcando una ceja-. Neville, San Valentín fue hace ya unos meses.

-Lo sé, pero no es necesario que sea San Valentín para celebrar que estás enamorado- repuse bajando la vista.

-Eres adorable a veces- dijo y sus ojos brillaron de la emoción.

-¿Solo a veces?– pregunté, sentía mis mejillas ardiendo.

-Sí, porque cuando pierdes a Trevor solo eres un manojo de nervios- afirmó con una sonrisa mientras se descalzaba.

-Pero no me refería a eso...

-¿Te referías entonces, a que mañana es 20 de abril?- preguntó acercándose a mí.

Yo asentí antes de añadir:

-Tengo algo para ti...

Abrí mi mochila, saqué un paquete algo mal envuelto y se lo entregué. Ella lo desenvolvió con una gran sonrisa y descubrió en su interior un colgante de plata. 

-Es tu patronus- murmuró. De la cadena colgaba un pequeño león de plata.

Ella se dio la vuelta, retirándose su pelo castaño de la nuca para que yo se lo abrochara.

-Yo también tengo uno- añadí mostrándole el llavero que colgaba de mi mochila, era una mariposa plateada con una "A" en su centro.

April también tenía un regalo para mí. Se trataba de un álbum de recuerdos, con tu varita podías extraer recuerdos que tuvieras con una persona y depositarlos sobre una de las páginas, estos cobraban vida al entrar en contacto con el papel, como una fotografía.

-Aún quedan muchas páginas en blanco, espero que podamos llenarlas de recuerdos juntos- dijo mirándome con una gran sonrisa.

Me acerqué para darle un beso, pero ella me detuvo.

-Eres demasiado alto, ¿sabes? Me canso de estar de puntillas.

April se puso de pie sobre una pequeña roca quedando a mi altura, entonces cogió mi mano y tiró de mí para eliminar la distancia que nos separaba. Como todos nuestros besos, comenzaba como un contacto suave e inocente, en ocasiones incluso torpe, pero cuando la joven quería, me estrechaba contra ella pidiéndome ir un poco más allá. Era entonces, cuando los besos se volvían algo más apasionados y desacompasados. Me separé por falta de aire, April me miraba con un brillo especial en sus ojos, estaba entre sorprendida y complacida.

Hacía un día precioso, el sol brillaba con intensidad sobre nuestras cabezas y no había ni una nube en el cielo, así que también me descalcé y metimos los pies en el agua.

-Me encanta este lugar, es como nuestro pequeño rincón- dijo girándose para mirarme.

-¿Recuerdas cuando estábamos arrancando las branquialgas?- pregunté.

-Sí, la última se me resistió tanto, que cuando conseguí que se soltara caí hacia atrás empapándome- respondió ella sonriendo.

-Y como venganza, no se te ocurrió nada mejor que mojarme a mí también- comenté también con una sonrisa.

-¿Acaso no te lo merecías?

-Lo siento, pero no puedo tomarte en serio si no dejas de reírte.

Ella me miró con cara de fastidio y me salpicó con las manos.

-Tú te lo has buscado- dije avanzando hacia ella.

-Déjame, ¡tengo una rama y no me da miedo usarla!- exclamó mientras tomaba el primer palo que encontró.

-Si sigues retrocediendo te vas a...- intenté avisarle, pero resbaló antes de que pudiese terminar la frase.

-¡Está muy fría!- gritó saliendo del agua mientras se apartaba el pelo de la cara.

-Espera- dije mientas me acercaba-, tienes un alga en la cabeza- añadí con una sonrisa mientras le mostraba un alga de color morado.

En ese momento, me fijé en que con la camisa empapada se le transparentaba la ropa interior. April también pareció darse cuenta porque alzó la mirada y enarcó una ceja.

-¿Qué, Longbottom, te gusta lo que ves?– preguntó bromeando un poco conmigo.

Yo, sin embargo, no supe qué responder y aparté la mirada algo incómodo y azorado.

-Perdona si me he pasado- añadió rápidamente.

-No te preocupes... Quiero decir, está bien... No digo que esté bien que estés así... Bueno, tampoco está del todo mal... Yo...- dije con voz temblorosa.

Ella se puso de puntillas y acalló mis titubeos con un beso. Apretó sus labios, ahora fríos, contra los míos y, al poner mis manos en su cintura, pude notar que temblaba.

-April, sécate, vas a acabar resfriándote.

Salimos del agua y ella murmuró un hechizo que dejó su ropa seca, momentos después lo aplicó también sobre mí.

Paseamos un rato más juntos y volvimos al castillo.

-Supongo que mañana te marcharás temprano- dijo cuándo nos encontrábamos al pie de las escaleras de la torre de Ravenclaw.

-Sí, pero te escribiré todos los días, no te preocupes.

-Está bien.

Me abrazó con fuerza y se despidió con un último y corto beso antes de desaparecer escaleras arriba.

El ejército de Dumbledore➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora