Las cosas en nuestro hogar comenzaron a empeorar, la economía del reino se había visto fuertemente afectada por la crisis que azotaba a casi toda Europa. Y nuestra casa no fue la excepción, el rey Pedro I de Castilla estaba decidido a subir los impuestos a cualquier costo, obviamente esto molestaba de sobremanera a mi padre.
Owen estaba a punto de cumplir 6 años, pero esta vez no se celebraría como usualmente se hacía, ya que como mencione antes, producto de la crisis mi padre decidió que debíamos ahorrar en lugar de "botar el dinero así como así" o al menos eso decía.
Todo esto se vio incrementado cuando un noche llego a nuestra casa un mensajero con una carta a mi padre.
-Señor, tengo malas noticias para usted- mi padre lo miró atentamente esperando a que siguiera- es sobre el Nefelibata.
Ahora que evoco a mi memoria el Nefelibata era una embarcación enorme, de madera oscura resaltada con detalles dorados y velas blancas, jamás tuve el placer de embarcarme en él, pero siempre lo anhelé.
-¿Qué sucedió ahora?- mi padre estaba comenzando a enfadarse.
-Hña naufragado, se perdió todo, nadie sobrevivió.
Esa fue la peor noticia que mi familia podía recibir, todas las inversiones de mi padre se perdieron, si antes nos había golpeado con rudeza la crisis económica esto nos llevó a la quiebra.De a poco tuvimos que empezar a despedir criados, y a vender parte de nuestras tierras, hasta que solo quedamos nosotros 4 en una modesta casa racionando las porciones de comida. Owen y yo recibíamos dos alimentos diarios y pese a que era poco y pasábamos hambre no protestábamos, puesto que papá y mamá solo comían una vez al día.
Owen había crecido, lo que lo hizo adelgazar de golpe, era un niño alto y escuálido, sin color en sus mejillas. Pasábamos parte del día acostados o leyendo, las energías ya no nos daban para más. Nuestro padre salía casi todos los días para intentar salvar un negocio inexistente y mi madre se la pasaba sentada en la chimenea recordando tiempos mejores. Al principio se había comportado como una mujer fuerte, pero con el correr del tiempo, cuando notó que ya nada volvería a ser lo mismo se rindió, esto solo hizo que Owen y yo nos viéramos más afectados, nuestro único pilar se había caído, ahora solo nos teníamos el uno al otro. Trataba cada día de preparar algo para comer, hasta que nuestra despensa se vacío por completo, ya no había nada.
Después de que la comida acabara pasaron solo tres días y Owen cayó enfermo, en principio solo fue fiebre, pero como no teníamos los medios para un doctor se fue agravando con el tiempo. Su fiebre iba en aumento dando paso a los delirios, también a una fuerte tos que no lo dejaba respirar, grandes heridas de las que salía um olor nauseabundo comenzaban a inundar su cuerpo.
-Tranquilo hermanito- le decía mientras ponía un paño húmedo en su frente tratando de bajar su fiebre- ya está, verás como te pondrás mejor y saldremos a jugar.
-No podemos jugar afuera, Briana.- yo le miré extrañada y él me miró con sus ojitos opacos e hizo una mueca parecida a una sonrisa- ¿no ves la fuerte lluvia que cae afuera?
-Entonces te contaré un cuento en cuanto te mejores- el tenía razón afuera había una enorme tormenta y mucho viento, pero debía intentar animarlo.
-Mejor hazlo ahora, y te daré un regalo- yo solo asentí-
- erase una vez una niña enferma, que contemplaba desde su lecho un viejo árbol que estaba apoyado en la pared de un viejo patio de una, aún más, vieja casa de París, la niña quería mucho ese árbol, y pensaba que su vida de iba extinguiendo con la caída de las hojas. La madre sin dinero para remedios ni para un médico, subió a un altillo a pedir plata prestada a un bohemio pintor que allí vivía, no tenía ni un real y el invierno arreciaba y las hojas caían, cuando quedó una sola hoja por caer. Ahí estaba, la madre imploró al cielo que la hoja no cayera... y la hoja no cayó. La niña se recuperó con nuevos bríos y el árbol retoñó con nuevos brotes. Paseaban en esa primavera madre e hija por el patio y se acordaron de aquel bohemio pintor que había muerto de un enfriamiento en ese cruel invierno parisino y se acordaron también de aquella hoja, fueron a buscarla... Quedaron paralizadas, la hoja estaba pintada en la pared, fue la obra póstuma de un gran artista que quiso ser el instrumento de Dios aquí en la tierra para salva una vida.
Miré a Owen y este me sonrió con sus ojos brillantes, como apunto de llorar y me tendió su pequeña manito, yo la tomé y él dejó caer una piedrecita y me dijo:
-jamás me olvides hermanita, te amo.- tras esto cerro sus ojos suavemente y exhaló su último suspiro, yo comencé a llorar descontroladamente, mi madre subió las escaleras muy rápido, como sabiendo que era lo que sucedía, cuando llegó al cuarto se puso de rodilla a los pies de la cama y comenzó a llorar, yo me abracé a ella y así nos quedamos hasta que horas más tarde llegó mi padre.
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Assassin's Creed: Briana
PrzygodoweBasada en la saga de videojuegos de Assassin's Creed. La novela se desarrolla hacia mediados del siglo XIV, en España y tiene su máximo clímax durante la guerra civil de Trastámara. Nacida en el seno de una familia burguesa Briana siempre ha gozado...