capítulo 4

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Para entonces las cosas con mi padre iban cada vez peor, por lo general no llegaba a casa y cuando lo hacía siempre parecía estar molesto conmigo.
En una oportunidad me encontraba jugando con Owen en el jardín hacia mediados de marzo, las flores comenzaban a florecer y la brisa cálida nos abrazaba, estábamos recortando flores para dárselas a mamá, pero se acercó a nosotros una horrible cosa monstruosa que nos persiguió por todo el patio, más tarde me enteraría que se trataba de una abeja, comenzamos a correr para evitar que nos pillara, pero aún así alcanzó a Owen y le picó, nuestros padres llegaron de inmediato y mientras mi madre hacia callar a Owen mi padre se acercó a mí y me golpeó, nunca llegué a comprender del todo el porqué lo hizo.
-Vete a tu habitación, estarás castigada, no saldrás de ahí por una semana-me dijo demasiado molesto-
-Pero papá yo no...-No me permitió terminar de hablar-
-estarás sin comida ni agua por tres días- sentenció, y luego junto con mamá llevaron a Owen hacia adentro.

Me fui hacia mi cuarto y estuve ahí exactamente 7 días, recuerdo los tres días que pasé sin comer, lloraba en mi cama, mi estómago rugía y me sentía mareada, mis manos y mis pies sudaban y de vez en cuando me levantaba para vomitar una espuma blanquecina, no fueron muchos días, solo tres, pero para una niña de 9 años fue demasiado, cuando por fin llegó el cuarto día me encontraba muy débil y casi sin fuerzas, nana me tomo entre sus brazos y me llevo a la cama.
-Lo siento tanto pequeña, yo no podía desobedecer la orden de su padre- yo solo la mire y vi como la marca de un golpe se asomaba a su labio, me abracé a ella.
Comenzó a darme la tibia sopa en la boca mientras me contaba historias de bucaneros que asaltaban las costas del mar mediterráneo.
Nana era una mujer muy dulce, bordeaba los 40 y las arrugas surcaban las orillas de sus ojos, pese a esto era más que obvio que durante su juventud debió de ser muy hermosa, sus ojos eran de un color verdoso y su cabello de un negro intenso, era hermosa para ser solo una criada.
Mi cumpleaños número 10 se acercaba a pasos agigantados, pese a que mi padre no quería desperdiciar dinero en algo como eso mi madre insistió, y como siempre obtuvo lo que quería.
Fue una fiesta grande, básicamente se invitó a conocidos de mis padres, me encontraba yo jugando con varios niños de mi edad a las escondidas y a mi no se me ocurrió mejor idea que ir a esconderme a la oficina de mi padre, me encontraba tras la cortina cuando mi padre y un grupo de amigos más íntimos ingresaron, se sirvieron un par de copas y comenzaron a charlar, sabía yo que si mi padre llegaba a notar mi presencia no sería bueno para mí así que no me quedo mayor alternativa que quedarme lo más quieta posible hasta que mi padre decidiera vaciar nuevamente su estudio.
-Oh vamos amigo! Cuéntanos qué tan cierto son los rumores- comentó uno de los amigos de papá
-¿Respecto a qué? - contestó este ceñudo-
-Sobre tu hija, Briana- esto se está haciendo interesante-
- ¡Oh! ¡esa maldita cría! No es mi hija, si no fuese por el noble corazón de Evanna jamás me hubiese metido en tal embrollo- sentí como una lágrima corría por mi mejilla.
Justo cuando los hombres iban a continuar con el tema entró mi madre a reprender a mi padre diciéndole que debía compartir con los demás invitados.
-Está bien mujer ya vamos!- dicho esto los caballeros se levantaron y regresaron a la fiesta.
Yo me dirigí sin que nadie lo notara a mi habitación y me recosté en mi cama. El hecho de que yo no fuese su hija explicaba mucho, los malos tratos y su falta de cariño, pero eso abría otras preguntas, como ¿Quiénes eran mis padres?¿Por qué me habían abandonado? Y sobre todo ¿Dónde estaban?

Assassin's Creed: BrianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora