Caminaba directo a mi casa, dándole vueltas a la situación en mi cabeza, hasta que una voz conocida me distrajo.
-Inútil –La voz provenía del callejón que acababa de pasar. –Si tú, Marcus. –Retrocedí hasta llegar al callejón.
Miré el estrechó callejón, pero no había alguien.
-Acércate.
Me acerqué a un enorme bote de basura porque de ahí había salido la voz. Sentado junto al bote estaba Cole. No parecía débil, no parecía golpeado, pero parecía esconderse de alguien.
-¿Qué te sucede?
-Muy difícil de explicar humano, solo mantente al margen y no hagas preguntas estúpidas.
Me quedé viéndolo un momento, parecía un vagabundo con esas ropas pero lo único anormal eran sus alas que sobresalían sobre su cabeza.
-No es difícil de entender que quieras ocultar tus alas.
Cole volteó a mirarme tan rápido que por un momento pensé que se había torcido el cuello. Abrió sus ojos de par en par y tuvo la intención de pararse pero se arrepintió y se dejó caer.
-Tu... cómo... ¿Quién te dijo que tengo alas?
-Nadie, las vi la otra noche cuando te fuiste volando, y ahora sobresalen de tu cabeza.
-Pero... pero... ningún humano puede ver mis alas, jamás nadie las ha visto.
-Cómo no voy a ver tus enormes alas si prácticamente volaste frente...
-Siempre creo una ilusión cuando estoy entre humanos. –Alzó la voz. –Y estoy seguro que la creé contigo.
-Pues vi tus alas y las veo ahora ¿Eres una ángel? ¿También te enviaron al igual que a Akira?
-Cállate... baja lo voz idiota...
Asomó la cabeza a ambos lados del callejón, no pasaba nadie en ese momento y entonces comenzó a hablar de algo que no entendí y no le vi sentido.
-Hace muchos años, más de los que puedes imaginar, los demonios pensaron en una forma de debilitar al Creador... y qué mejor que ver a sus propios ángeles corromper la humanidad, incitarlos al mal o matarlos...
-Cole, no entiendo ¿Cómo un ángel puede hacer eso?
-Siendo engañado... –Hace un larga pausa, se quedó mirando a la nada hablando casi mecánicamente.- Lo primero que es creado es la esencia de un ángel y permanece dormida hasta que recibe órdenes de Él mismo. La esencia de un ángel no es nada hasta que vive, hasta que Él las elije.
Era algo confuso escucharlo, no entendí nada de lo que dijo, pensé que estaba loco, que era una pérdida de tiempo estar ahí.
-Pero los demonios aprovecharon en una ocasión para robar varias esencias... estas esencias se encuentran aquí en la tierra, pero son casi imposibles de hallar... las encarnaron con un poco de sangre de Lucifer... les hicieron creer que eran demonios, ¡nos hicieron creer que éramos demonios! Y con la sangre maldita dentro de nosotros no fue difícil...
Fue entonces cuando las piernas me empezaron a flaquear, sentí que todo se movía a mí alrededor y me obligué a sostenerme del bote de basura.
-¿Entiendes lo que te digo? No somos demonios, tampoco ángeles, no somos humanos...
-Pe... pe... pero ¿Cómo? ¿Quién te dijo?
-Fue una mujer, también un ángel robado... al parecer robaron la esencia equivocada –sonrió- con ella no bastaron unas cuantas gotas de sangre para corromperla, ella era la más unida al Padre que todos los ángeles robados. Se hizo pasar por un demonio, trató de convencerme de lo que en realidad era, pero en ese tiempo era una bestia y no le hice caso. Un día me dio un frasco con sangre...
Hasta ahí me quedé. Entonces fue cuando de golpe me acorde de la historia que Lía me había contado en mi casa de un hombre llamado Cole que la había convencido que no era un demonio y también le había dado un frasco con sangre, al igual que esa mujer a Cole.
-...después no supe nada de ella, simplemente desapareció, pero era lógico, todos los demonios estaban tras ella por haberse revelado.
-¿Y tú? ¿También te revelaste?
-No... un tiempo dudé, pero tomé un poco de aquel frasco con sangre y fue como si una venda se desatara de mis ojos y un rayo recorriera todo mi cuerpo. Antes de irme traté de convencer a Lía de que tomará del frasco, pero ella estaba en su apogeo: mataba sin piedad, estaba enferma y parecía que solo deseaba ver sangre regada... no me dio tiempo de decirle lo que era, solo le dejé el frasco y desaparecí.
Me quedé callado por un largo. Casi todas las piezas que tenían sueltas encajaban, ya sabía lo que Lía había buscado durante años, solo faltaban algunas dudas pero eran sobre Akira y solo ella podía responderlas.
-Pero ¿Por qué me cuentas todo esto?
-Por Lía –volteó a verme por primera vez desde que comenzó a hablar –La he seguido y mañana se entregara a ellos... si ella no te mata hoy, ellos la matarán. –Su mirada parecía aniquilarme. Se levantó y sus alas quedaron al descubierto (aunque nadie las pudiera ver, excepto yo), me tomó por el cuello, me azotó en la pared y me alzó sin dificultad raspándome la espalda.
-No... esp...
Me quedé sin aliento. Sentí mi cabeza a punto de estallar, no tenía fuerza ni para defenderme.
-Quisiera matarte en este momento –Su voz rasposa resonaba en mi cabeza, sus ojos llenos de odio me fulminaban, tenía sus dientes apretados y se notaba su quijada cuadrada. Cada vez más sus dedos se cerraban sobre mi garganta y pensé la perforaría, sin embargo, desde lo alto me soltó. – Pero no puedo, ya no es tan sencillo como antes.
Se volteó y se tumbo de nuevo junto al bote de basura.
Tosí y tosí, inhalé profundamente varias veces y me recargué en la pared frente a Cole. Mi cabeza daba vueltas, ya me estaba quedando inconsciente y me fue difícil hablar de nuevo.
-Procura hacerla enojar y deja que te mate. –Me dijo con voz temblorosa.
Tosí una vez más para aclararme la garganta y luego.
-¿Por qué te interesa tanto? –Pude decir con voz rasposa. -¿La amas?
El volteo a mirarme y sus ojos estaban cristalinos aunque no había lágrimas
-Sí, la amo como a una hermana, ella es lo único que tengo y no la pienso perder... Así que te mueres o te mato. Te doy hasta mañana.
No respondí solo me alejé del callejón a rastras. Apenas pude pararme, me detuve de las paredes para poder caminar y me detuve vario minutos para recuperar el aliento y llegar como si nada a la casa.
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Ángeles robados
General FictionMarcus, guiado por su curiosidad y cierta admiración, decide seguir a la chica que siempre se mantiene apartada de los demás, sin saber que esa decisión lo pondrá en medio de una confrontación entre seres que creía ficticios.