Nueva semana y todo seguía igual. Estaba entrando al colegio y ya había varios alumnos. Muy a lo lejos vi a Fred platicando con Ania y otros chicos. Tenía que cruzar el pasillo para llegar a ellos y explicarles (inventarles) lo que había sucedido el sábado, pero la mayoría los alumnos estaba ahí. Esquivé a uno, luego a otro y a otro, hasta que todos se empezaron a abrir paso. Se me hizo demasiado extraño que todos me abrieran el paso, casi nadie de los que estaban ahí me conocían. Alcé la vista y me di cuenta que se hacían a un lado por el director, un hombre fornido con frágil temperamento. Iba a continuar mi camino cuando la vi, la chica más hermosa que haya pisado este planeta seguía al director a corta distancia. Me quedé estupefacto al verla de pies a cabeza, incluso se me olvidó lo que iba a hacer. No podía dejar de ver su escultural y esbelta figura entallada por unos jean y una blusa rosada. Se movía con tanta seguridad, agilidad y delicadeza que parecía flotar. Su piel rosada y cremosa deslumbró cuando los primeros rayos de sol la tocaron. Y su rostro, tan delicado, un rostro angelical que estará grabado a fuego en mi cabeza por siempre: Tenía unos ojos grandes y risueños de un verde esmeralda (lo conocía por que ese era el color favorito de mi hermana), hasta donde alcancé a ver, no llevaba maquillaje, pero sus labios y sus mejillas estaban rosadas, y su cabello de dos tonalidades en dorado, caía sobre sus hombros y se agitaba cada vez que ella daba un paso.
Todo en ella era perfecto, todo su ser anhelaba que la miraran... y cedí a ese llamado.
Me quedé mirándola con los ojos bien abiertos, parecía un idiota cuando pasó junto a mí y me deleité con el suave y exquisito olor a perfume que dejó. Después de unos instantes la perdí de vista cuando la ola de chicos y chicas se cerró a su paso.
Cuando me di la vuelta, Fred ya no estaba ahí y tampoco Ania, se habían ido, y ya no tenía tiempo de andarlos buscando porque habían dado el toque de la primera hora.
Cuando entré al salón, estaba casi lleno, vi a Ania en el otro extremo del salón platicando con otras chicas. Cuando llegué a mi asiento me di cuenta de que faltaban dos personas, la primera era mi compañero de mesa y la segunda, Lía.
El maestro entró y todos tomaron sus asientos. La clase empezó como era de esperarse: el profesor habla solo y todos estábamos durmiendo o pensando en la inmortalidad del cangrejo (a excepción de unos o dos). A la media hora la clase fue interrumpida inesperadamente por el director que solo asomó la cabeza y llamó al profesor. Tardaron varios minutos hablando. Me percaté de que algunos chicos estaban asomándose y murmuraban algo ilegible entre risas.
El profesor entró, pero dejó la puerta abierta.
-Muy bien chicos –Dejó sus lentes en el escritorio –Se integrará alguien a esta clase.
Me pareció raro que alguien se cambiara de escuela a mitad de semestre.
-La señorita Akira se acaba de mudar a esta ciudad... y bueno, ya saben el resto del sermón, solo hagan que se sienta como en casa.
El profesor dijo aquello con tanta pereza que parecía no agradarle la idea, y tan notable eran sus pocos ánimos de recibir a la chica que me contagió aquella falta de emoción. Algunas chicas empezaron a murmurar, las que estaban frente a mí ya estaban planeando cómo hacerle la vida imposible a la nueva integrante, por otra parte, los chicos se preguntaban si la chica estaría tan buena como para "ligársela". Pero todos aquellos murmullos cesaron cuando Akira apareció en la puerta haciendo su gran entrada. Era la misma chica que vi en el pasillo. El corazón se me aceleró a mil por hora, tragué saliva y me quedé completamente paralizado. Me era imposible respirar con normalidad cuando, después de recibir la indicación de tomar asiento, Akira pasó por alto el asiento vació de Lía y se fijó en el que estaba vacío junto a mí. Algunos chicos le lanzaban miradas provocativas cuando caminó por el pequeño pasillo, otras chicas la miraban con envidia y otras como si Akira fuera poca cosa, pero la verdad era que ninguna de las que estaba ahí podría compararse con ella.
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Ángeles robados
Fiksi UmumMarcus, guiado por su curiosidad y cierta admiración, decide seguir a la chica que siempre se mantiene apartada de los demás, sin saber que esa decisión lo pondrá en medio de una confrontación entre seres que creía ficticios.