Día 1,097

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Hoy me desperté con los sentimientos a flor de piel, y con un deseo de verle... Últimamente todo terminaba en él, su mirada, su sonrisa, labios, voz, ojos, ¡todo!

Decidí cortar el hilo de mis pensamientos para que no se me hiciera tarde llegar a la escuela. Y en el momento que iba entrando al baño, recibí un mensaje. Al ver la pantalla y mirar su nombre sentí adrenalina correr en mi.

De: Edgar Serrata

Buen día, bella. Espero que hayas pasado una linda noche. TQM.

De: Amalia Hitch

¡Cariño! Dormí muy bien, gracias.😊 Espero que la tuya haya sido igual de buena. Hablamos! También TQ.

Me bañé, vestí, arreglé la cama, hice desayuno y arreglé mi mochila; todo en un santiamén. Quería verlo cuanto antes.

(...)

Estaba en mi locker arreglando mi pelo hecho un desastre por la brisa fuerte, cuando escuché un sonido seco y fuerte que me hizo voltear la cabeza con brusquedad. Un chico había caído de cabeza en los casilleros.

-¡Oh por Dios! -corrí hacia él con el corazón en la boca por el susto- ¿Te encuentras bien?

Entonces al verle la cara lo reconocí al vuelo. Se trataba de mi amigo James Michaels. ¿Cómo había llegado allí? Tenía que llevarlo a enfermería, pero ¿cómo? Estaba inconsciente y, y... Votaba sangre por la nariz.

-¡Por Dios! ¡Alguien que me ayude! -me puse muy nerviosa y comencé a gritar como loca- ¡Necesito ayuda, por favor!

-¿Pero qué pasa? -escuché alguien preguntar alarmado, parecía la voz de Lelfi; el hermano de Edgar- ¡Joder! Hay que llevarlo a enfermería.

Vi como el pasillo se fue llenando de caras asombradas y cuerpos petrificados.

Antes de que pudiéramos reaccionar a nada más, vi que se acercaban los camilleros a toda prisa para llevárselo. Increíble como los alumnos desaparecieron en cuestión de segundos tras su partida.

-¿Te encuentras bien, Amalia? -no paraba de preguntar Lelfi.

-Sí. No te preocupes, fue solo la impresión que me puso un poco nerviosa.

-De acuerdo. Bueno, ya debo irme. Cuídate.

-Adiós.

Es tan extraña la gran diferencia existente entre esos hermanos. Son como agua y aceite, invierno y verano, calor y frío...

No recordaba que seguía en el suelo hasta que tocaron el timbre de la primera hora, y tuve que pararme de allí para tomar mis cosas del locker e irme al salón.

Camino al aula me encontré con una Nicol muy agitada. Al parecer venía un tanto tarde.

-Buen día, Niki. ¿Todo bien?

-Pues estoy llegando gracias a un milagro. Mi moto se caló... Tuve que volver a casa y pedirle a Edgar que me trajera. Por cierto, ¿lo has visto? Se me ha perdido.

-No... Estaba en mi locker y se armó una con el pobre James. Lo tienen en enfermería, se cayó entre los casilleros; quedó inconsciente y votando sangre por la nariz.

-Oh Jesús, pobrecito.

-Sí... ¡Oye! ¿Cómo sigue tu abuela? -casi se me olvidaba.

-Está mucho mejor, gracias por preguntar. -notaba cierta diferencia en su voz. ¿Algo de lo que debería preocuparme?- Esto... Debo irme, voy tarde a presentación final.

Y se fue sin darme tiempo a desearle suerte. ¿En serio sigue bien su abuela? Decidí llamar a su madre en la tarde para salir de dudas.

-Hola -dijo Edgar a mis espaldas, cubriendo mis ojos con sus manos.

Diario de una romántica empedernidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora