Día 1,107

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Luego de una semana en la que Edgar se había convertido en mi sombra, en la que la policía aún no había dado con la persona que aún seguía enviándome mails, y en la que mi amiga Nicol continuaba sin hablarme; recibí una llamada de Calls International. Me avisaron que el entrenamiento del proyecto comenzaría la semana próxima, me sentí súper contenta y emocionada.

Mi madre tuvo que posponer su visita por asuntos laborales y maritales. Su esposo había sufrido un accidente y estaba un poco delicado de salud. Este señor no es de mi agrado, pero sentí pena por él y por mi madre, pues se les ve que hay buena relación entre ellos; y eso de alguna forma u otra afecta mucho en situaciones como esta.

Debido a estos acontecimientos, nuestros planes de acampar se convirtieron en el mismo viaje pero familiar. Eric se negó rotundamente a dejarme ir sola con Edgar, así que invitó a Karla para que los cinco -el hermano de Edgar, Lelfi, también nos acompaña- pasemos una semana espectacular.

Edgar y yo nos fuimos con Lelfi en su carro, y Karla con mi hermano en el suyo. Fue decisión propia, no tenía deseos de presenciar escenas de cariño entre ellos, con lo romántico que es mi hermano cuando se lo propone.

Edgar y yo fuimos en el asiento trasero hablando cantidad, tomados de manos y abrazados, mientras Lelfi se dedicó a escuchar buena música de Linkin Park, y mirarnos por el espejo retrovisor.

Llegamos a la cabaña y eso nos dió pies para comenzar a "montear", como lo apadriné hace un tiempo, al instante. Fuimos al río por varias horas y disfrutamos un mundo, pescamos, jugamos como niños, tomamos fotos, en fin; puro entretenimiento.

Al volver, mi hermano, Karla y Edgar salieron a buscar un buen lugar para montar las tiendas. Yo quise quedarme escribiendo algunos sentimientos sobre la experiencia... Y por aquí ando.

(...)

Pude ver a Lelfi preparando algo para la cena y sentí curiosidad por ver qué íbamos a cenar. Me le acerqué y tuvimos una conversación que me emocionó bastante (nótese el sarcasmo).

-¿Qué es? -pregunté de repente. Mi compañero se espantó un poco al escucharme- Disculpa, no fue mi intención asustarte.

-Descuida... -sonrió- Pienso freír estos pescados y azar batatas.

-Suena interesante... Increíble que pruebe tu comida antes que la de Edgar. -alzó una ceja con expresión de "te he cachado"- Claro, lo digo en comparación de que él y yo somos mejores amigos.

-Claro.

Y nos adentramos en un incómodo silencio de miradas alegres de su parte, y vergonzosas de la mía.

-¿Y cómo te fue en el semestre?
-¿Y cuándo se dirán que se gustan?

Ambos hablamos al unísono, y al interpretar lo que preguntó me quedé atónita. Mis nervios florecieron en cuestión de segundos, por lo que quise ocultarlos con el ceño fruncido; queriendo hacerle creer que estaba "loco" por siquiera pensar en ese "absurdo" según yo.

-No te hagas, sabes de qué hablo.

-Lelfi, -le dije con actitud- tu hermano y yo sólo somos amigos.

-Está bien. Yo solo digo que sus sentimientos son muy obvios, aunque quieran camuflagearlos con una "bella amistad".

-¿Y qué fundamentos tienes para decir eso, a ver? -me crucé de brazos y alcé una ceja.

-Todo, Amalia. -paró de hacer el sazón para el pescado y me miró fijamente- Como se miran, la forma en que se hablan y hablan del otro, sus celos... Es que hasta parecen novios. -comenzó a reírse por lo bajito y a negar con la cabeza.

Diario de una romántica empedernidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora