Día 1,098

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-Claro. Estamos en espera. -dijo Eric muy entusiasmado- Cualquier cambio de planes me dejan saber... Te quiero.

Mi hermano colgó y se dirigió al mueble con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Quién estaba en la otra línea? ¿Karla? ¿Por qué tanto brillo en su rostro?

-¿Con quién hablabas?

-Con mamá. -me miró con cautela- Me avisó que viene en dos semanas.

-Oh... Qué bien. ¿Ha preguntado por mi?

-Claro -mintió-.

-Pues espero que no vaya a dormir a otro lado para evitar mirarme a la cara.

-Ya deberían dejarse de esa estupidez.

-¡Pero claro! Como a ti siempre te ha apoyado en tu carrera, se te hace muy fácil poder decirme qué hacer.

-No seas dramática. -puso los ojos en blanco y suspiró ruidosamente- Siempre utilizas el mismo pretexto para no dejar de lado tus estúpidas diferencias con ella.

-Mira Eric, por mi te puedes ir a la mierda. Nunca entiendes mis explicaciones. ¡Eres un puto egoísta!

Salí a toda prisa de la casa para no tirarle algo en la cara. En serio que lo amo, pero a veces me hace perder el control. Para él es válido solo lo que él piensa... Nunca se pone en mis zapatos el muy tarado.

-¡Amalia! ¡Ven aquí, por favor! -vociferó desesperado- Discúlpame, no fue mi intención hacerte sentir mal.

-Pues ya lo hiciste, querido... Ya es tarde, me voy.

(...)

¿Es posible que tengas visita en tu locker sin siquiera haber llegado a la escuela? Pues allí estaba James Michaels, apoyado en la pared mientras me veía acercarme.

Este chico es alguien muy importante y especial en mi vida; lo conocí de una forma muy peculiar. Fue el día en que ambos intentamos suicidarnos debido a tanta depresión por nuestros novios recientemente muertos.

-¿Qué vienes pensando?

-Sobre el día que nos conocimos. ¿Recuerdas? Ambos con la mirada totalmente perdida. Pero luego, justo cuando íbamos a cometer el más estúpido de los errores, nos miramos; y reconocimos nuestras miradas... Y entendimos que en lugar de morir, debíamos apoyarnos mutuamente.

-Sin duda fueron tiempos difíciles, pero lo superamos.

-Y después de eso hemos sido muy buenos amigos.

-Sí -noté un ligero cambio en su mirada.

-Disculpa la pregunta, pero ¿qué haces frente a mi locker?

-Oh, si. Vine a invitarte a cenar -rascó su nuca- Es mi forma de agradecerte tu compañía cuando me vi mal ayer.

No me parecía necesario tener que llevarme a cenar para agradecerme. Eso es lo que hacen los amigos, ¿no? Estar ahí en las buenas, pero principalmente en las malas...

-Pues... La verdad es que hoy no puedo. Pero mañana podría ser un día perfecto. ¿Qué te parece?

-Muy bien. Entonces paso por ti a las 7:00. -su sonrisa era enorme. ¿Habría confundido mi educación y amistad con coqueteo? -Hablamos luego, voy a clases.

-Vale. Que te vaya bien. -duró unos segundos mirándome y luego dió la vuelta para marcharse.

-Pero no te vayas, -escuché a Nicol detrás mío- acabo de llegar.

-No es por ti. Tengo clases en unos minutos -James se volvió hacia nosotras.

Nicol tenía una actitud extraña en los dos últimos días. Comprendo que lo lleva mal por su abuela, pero yo en su lugar estaría más recogida; y ella se veía como si no le importara nada.

Diario de una romántica empedernidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora