Capítulo 6.

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Tenía toda la tarde para hacer tarea, la poca que tenía. Al acabar decidí bajar un rato al césped. Muy extrañamente ni Alex ni Bill vinieron a buscarme para hablar del tema “Justin”.

Hacía muy poco que había dejado de llover y todo estaba mojado. Todo. No podía sentarme en ningún sitio sin mojarme los pantalones.

Bruno, como sólo le llamaba para mis adentros, estuvo igual de raro toda la semana. Prácticamente ni habló y, por supuesto, eso generó en todas las chicas a las que daba clase un revuelo de preocupación infernal. Hasta Alex, Bill, Morgan y Wentworth se pasaron más de dos almuerzos hablando de él.

Pues claro que me preocupaba yo también por lo que le sucedía pero me había dejado tirada y la verdad es que no ponía demasiado de su parte para que le perdonara. Total, él=profesor yo=alumna. No había nada más de qué hablar.

La semana pasó horriblemente lenta y para colmo nos mandaron un trabajo para el fin de semana, a entregar el lunes. Mentalmente planeé mi tarde del viernes: en el cuarto buscando información sobre los mayores influyentes de la música en los años veinte. Vaya chufa.

El viernes no me acosté demasiado tarde, en cuanto acabé el trabajo. No bajé ni a cenar, me metí directa a dormir hasta que sonó el despertador.

Me costó bastante guiarme por toda la línea de metro pero por suerte llegué con tiempo de tomarme un café con mis compañeras. Kath no vino a trabajar durante todo el sábado. No le di demasiada importancia era la jefa y además era fin de semana, lo más normal es que estuviera en casa con su familia.

- ¡Hola! – Justin estaba apoyado en la pared con las manos en los bolsillos y la capucha del jersey puesta, unos mechones de su rubio cabello caían sobre sus ojos. Alzó la cabeza al escuchar mi voz y su pelo calló a los lados de su graciosa cara.

- ¡Dany! – Se apresuró hacia mí y me dio dos besos - ¿qué tal ha ido hoy?

- Bastante bien. ¿Llevas mucho esperando?

- ¡Qué va! – Sonrió y comenzamos a caminar – oye ¿puedo invitarte a cenar algo? La verdad es que siendo sábado no me apetece mucho cenar en la residencia y por aquí conozco un sitio que hace comida muy buena.

- Bueno, pero otro día te invito yo – asintió satisfecho.

Era un chico encantador. Me contó muchas cosas de su vida y de su familia. Me parecía una persona súper normal a pesar de ser uno de los más guapos y famosos de toda la escuela. Cuando esto se me pasaba por la cabeza pensaba que parecía increíble que estuviera cenando conmigo en vez de con cualquier otra chica de último curso.

Al salir del bar la noche se había apoderado por completo de Central Park. Nos pusimos a cruzarlo por el paseo que lo atravesaba.

- No me has contado nada de tu vida, debo resultar pesado y bastante engreído, solo hablo de mí.

- A mí me gusta escucharte, no me pareces nada de eso.

- Pero yo quiero saber cosas de ti. ¿Qué tal la vida por Alemania? Cuando era pequeño conocía a un chico de allí.

- Pues bien – y agaché la cabeza pensando que no me miraba.

- No sé por qué pero no te creo – con un dedo alzó mi barbilla y me miró directamente a los ojos – estás llorando – susurró – yo tenía un nudo enorme en la garganta que no me dejaba articular palabra alguna – ey, tranquila, no pasa nada. Lo siento si te he hecho recordar algo que no te trae buenos recuerdos.

Kailua: Hoku y AnuenueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora