Para cuando llegó Bruno yo ya me había duchado y lo esperaba en la mesita del salón con una cerveza muy fría que había comprado también en aquella tienda, tenía un sabor bastante dulce. Era exportación directa de la isla de Hawaii.
- ¡Ya estoy aquí! Uhm, ¿a qué huele? – preguntó sorprendido reconociendo el olor. Buena señal, me había salido bien por lo menos el olor.
- Tú siéntate a comer y ya lo verás.
- Pero huele a sopa – asentí sonriendo. Le serví vino espumoso de piña de la isla de Maui – ¿te has ido a Hawaii sin decirme nada o qué?
- Una tiene sus secretos o ¿te crees que eres el único que tiene sorpresas?
- ¡Genial! ¡Oh qué bueno este vino! Hacía años que no lo tomaba.
Fui a la cocina y, con dos trapos, llevé hasta la mesa la olla. La puse en el centro y al abrirla toda la instancia se vio comprometida a su olor.
Lo vi disfrutar como un niño pequeño con zapatos nuevos. Se comió tres platos de sopa. Con el postre vi cómo se emocionaba.
- Esto ha sido un detallazo preciosa.
- No ha sido nada.
- Se suponía que era yo quien debía cuidar de tu dieta y no al revés ¿eh?
- He disfrutado toda la mañana haciendo esto.
- Has hablado con mi madre ¿verdad? – yo sonreí – que genial. Me encanta. De verdad. Es que aún estoy flipando. Hoy había estado hablando con un compañero sobre la comida de mi tierra. Las cosas tan diferentes que hay y lo que echaba de menos las recetas de mi abuela.
- Pues un pajarito ha venido a decírmelo y yo he cumplido un poquito tu sueño.
- Eres adorable – y me besó.
- También te he comprado esa cerveza tan rara, ¡es dulce! He abierto una porque a mí la cerveza de aquí no me gusta nada pero al leer que era dulce he decidido probarla ¡es buenísima!
- ¿En serio? ¿También has comprado? Madre mía, no tengo palabras.
Estuvimos toda la tarde sentados en el sofá haciéndonos arrumacos mientras veíamos películas. Nos fuimos pronto a la cama para descansar pues, según él, al día siguiente nos esperaba un gran día y no tendríamos tiempo a penas para dormir.
- Dany – susurraba en mi oído – vamos pequeña, despierta, tenemos que irnos.
- ¿Qué hora es?
- Las seis y media. En media hora mi madre llegará.
- Voy.
- Me meto en la ducha ¿vale? – Asentí aún con los párpados cerrados y se marchó.
Me levanté y cuando me decidía a preparar la ropa tuve una idea.
- ¿Puedo? Así gastamos menos agua – abrí la mampara de la ducha y, ya desnuda, entré y lo abracé.
- ¡Cómo me gustan tus ideítas! Espero que nunca se te acaben – susurró en mi oído.
Fue una ducha bastante rápida porque teníamos que marcharnos.
No supe dónde íbamos hasta que, tras hacer varias escalas en San Francisco y Los Angeles, todo el día metidos en aviones, llegamos a nuestro destino. Hizo que cerrara los ojos al bajar del aeroplano y cuando quiso hizo que los abriera.
BIENVENIDOS AL AEROPUERTO DE HONOLULU.
- ¿¡Qué!? – Comencé a dar saltitos de alegría. Eso que era su tierra y no la mía.
- Este es uno de mis regalos y el que ayer me prepararas aquella comida ¡Que sepas que casi me pongo a llorar de la emoción! – Se giró y buscó algo con la mirada – ¡Allí! – roté mi cuerpo y vi a una mujer con el cabello blanco que sonreía y agitaba las manos con energía.
- ¿Es tu abuela? – Era una mujer muy guapa.
- ¡Sí! – Se giró y caminó deprisa hacia ella – ¡¡Mahina!!
- ¿Mahina? – Repetí en voz baja. Caminé más despacio, dándoles espacio para saludarse.
Ese nombre era raro y más raro me sonó cuando escuché a aquella mujer llamar a Bruno Hoku. Ambos pronunciaron aquellas palabras con un extraño acento. Después de saludarse y besarse, ambos se giraron y me miraron. Yo me detuve de inmediato, sintiendo cómo mis mejillas empezaban a arderme bajo los ojos. La mujer vino hacia mí.
- Bienvenida a casa Anuenue.
- Muchas gracias – miré a Bruno y éste miraba a su abuela con los ojos repletos de lágrimas.
La mujer abrió los brazos y me apegué a ella. Su abrazo me hizo sentir especial.
En el coche todo el tiempo hablaban. Yo estaba muy cohibida pero estaba muy feliz de verle a él tan contento de estar junto a su abuela.
- Os dejo para que os instaléis – dijo cerrando la puerta de la que iba a ser nuestra habitación los días de vacaciones.
- Esto es precioso – estaba alucinada con aquél lugar.
Cuando llegamos a Honolulu todo era construcción pero a medida que la abuela conducía nos adentrábamos más y más en la espesura del bosque.
- Yo vivía aquí cuando era pequeño – comentó feliz tumbándose en la cama – éste era mi cuarto – reconoció orgulloso. Todo estaba decorado como en su casa de Nueva York pero más a lo grande.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? – Asintió - ¿Por qué te ha llamado así tu abuela?
- Son palabras en hawaiano. Desde que nací, mi abuela me bautizó como Hoku, que significa estrella. Mi madre parió en la aldea y mi abuela hizo las veces de comadrona, esa noche había lluvia de estrellas. Mi abuela dijo que mi nacimiento fue una alegría para toda la familia y por eso me llamó Estrella.
- A mí me llamó algo raro, aunque sonaba bien – sonreí.
- Cuando le hablé de ti dijo que hacía mucho tiempo que no escuchaba mi voz tan alegre, que sabía que tú traerías felicidad a mi vida y que eras como un golpe de aire fresco. Que tenías alegría y le darías un gran toque de color a nuestra familia. Anuenue, significa arco iris.
Lo miré emocionada.
- Que sepas que en la familia eres más que bien recibida – se acercó y me besó.
- ¿Cómo supo tu abuela de mí?
- Verás, mi abuela es – titubeó – ¿Tú has visto la saga crepúsculo? – Asentí – El padre de Jacob Black, aquél viejo que era algo así como el cabeza de la tribu.
- Quieres decir que tu abuela es ¿algo así como un chamán?
- Bueno algo por el estilo.
- ¡Guau!
*********************************************************
Gracias por leer, comentar y votar!!! :))))
Un besote!
Maiko
ESTÁS LEYENDO
Kailua: Hoku y Anuenue
FanfictionDos Mares. Estrella y Arcoiris. Ese es el título traducido de esta nueva historia. Danielle es una joven chica alemana que se ha criado en el seno de una familia repleta de problemas. Teniendo el más puro y duro dolor como compañero. Tras unos desg...