Capítulo 14

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(Dafne)


-Suéltame –no paraba de decir.

-¿Dónde pensabas ir?

-A casa –miento con voz inocente.

Javier me bajo de su hombro y me dejo de pie frente a él.

-Mientes –dice, poniendo media sonrisa en su cara.

-¿Cómo has sabido que me iba a ir?

-¿Intuición? –pregunto haciéndose el inocente.

-Si claro, y yo soy tonta.

-Anda ven vamos a dar una vuelta.

-Sabes... es que he llamado a mi padre y me ha dicho que vaya a casa y...

-Mientes –me interrumpe- yo he llamado a tu padre y hemos quedado en que yo te llevaría.

-Genial –digo irónica.

-Y como no he traído coche... tendrás que acompañarme a mi casa, que tengo que coger un par de cosas antes de llevarte.

-¿Y por qué me vas a llevar tu a casa? Ya no trabajas para mi padre.

-Ya te he dicho antes que me importas.

-¿En qué sentido? –pregunte confusa, no sabía si esto era otra vez una declaración.

-Pues... a mi manera.

-¿Eso qué quiere decir? –pregunte frunciendo el ceño.

-No preguntas –dice riendo.

-Como quieras –dije frustrada.

Sabía que hiciera lo que hiciera Javier no me dejaría escapar. Así que nos pusimos a andar uno al lado del otro.

-Siento, haber pensado mal de ti –solté de repente.

-¿Lo dices por lo que te dijo el señor Martínez?

-Si lo siento, es que nunca me habían contado nada así, y como no cuentas nunca nada personal pues... no se mi cabeza se hizo un lio... y me creí lo que me dijo -digo bajando la cabeza mientras niego.

-¿Qué te dijo?

-Bueno, resumiendo... que aceptaste dinero por estropear el coche de tu madre. Que el coche se estrelló y que había fallecido tu madre y tu hermana. Pero obviamente eso es mentira, he conocido a tu madre –no le podía mirar a la cara.

-Si ya me explicaras que hacías hablando con ella...

-Ya te he dicho que me equivoque de habitación –mentira.

-Mientes –dice riendo- va dime que hacías.

-¿Cómo sabes cuándo miento? –pregunto ignorando lo que ha preguntado.

-Secreto, va ahora dime.

-Vine por Amber y por casualidad te vi saliendo de la habitación y cuando te fuiste... no se... no lo pensé, simplemente entré.

-¿Y de que hablaron? –pregunto con curiosidad.

-Pues... se pensó que era tu novia y te juro que no me dio oportunidad a decir la verdad –digo mirándole- y luego me estuvo hablando de ti, de cosas sin importancia, de lo buen hijo que eres. Nada en especial.

-No me puso mucho en ridículo ¿Verdad?

-No tranquilo, te dejo como si fueres un súper héroe.

-Supongo que ella me ve así, soy su hijo favorito.

-¿Y tu hermana? –pregunte curiosa.

De pronto su cara se puso seria, como si estuviese en un juicio.

-No me gusta hablar de eso.

-¿Es porque tiene que ver con lo que me dijo Martínez? –pregunte bajando el volumen.

-Más o menos, su versión es verdad a medias.

Me lo quede mirando, ¿Qué parte era verdad? ¿Verdad a medias? Me moría por saberlo, pero... ¿Tengo derecho a preguntar? Como no lo sabía preferí quedarme callada.

-¿No me vas a preguntar? –pregunto levantando una ceja.

-¿Para qué? ¿Para qué me digas que no es cosa mía? –pregunte a la defensiva.

-Mejor te lo cuento porque te veo capaz de ir otra vez a ver a mi madre y preguntarle.

No se me había ocurrido y tampoco creo que lo hubiera hecho...

-Es verdad que me ofrecieron dinero por estropear el coche.

-¿Qué? –la mire incrédula.

-No es lo que piensas. El coche que tenía que estropear era otro... -dijo desviando su mirada de la mía.

-Vale... ¿Y de quién era?

-El de tu padre...

-¿Qué has dicho? –me gire poniéndome delante de él.

-Estaba entre la espada y la pared. Me amenazaban con matar a mi familia si no lo hacía. Pero... en cuanto vi que tu padre tenía una hija, tu, y que tu no tenías a nadie... no pude hacerlo... y antes de que yo pudiera ir a salvar a mi familia llegaron ellos y...

-¿Y? –le dije para animarle a seguir.

-Y atacaron a mi hermana y a mi madre. Por suerte mi madre pero mi hermana... -vi cómo le caía una lágrima.

Eso me dejo en shock, nunca me imaginé verle llorar. Me acerque a él y le quite las lágrimas de la cara y le di un beso en la frente.

Eso hizo que el abriera los ojos como platos, no se lo esperaba, ni yo me lo esperaba.

-Gracias –susurre, abrazándolo.

Él solo me envolvió en sus brazos y oculto su cara en mi cuello.

-Vamos –dije cogiéndolo de la mano y arrastrándolo.

-¿A dónde? –pregunto confuso.

-Te voy a hacer un regalo.

-¿Qué? ¿Por qué? –parecía confuso.

-¿Te parece poco, salvar a mi padre, sin conocerlo y luego hacerte mi niñero... guardaespaldas? –dije mientras seguía tirando de él.

-Eso no es necesario.

-Tranquilo, solo te pensaba invitar a un helado.

-¿Helado? –pregunto soltando una risita.

-Nunca has visto películas americanas, ellos lloran sus penas mientras se meten un kilo de helado.

-¿Tu comes helado? Pensaba que no comías dulces para no engordar.

-Cierto... -susurre bajando mi mirada.

-Siempre puedes mirar –dijo haciéndose el gracioso.

-Creo que por un heladito, no me pasara nada ¿no?

Le arrastre a la primera heladería que encontramos y le invite.

En el fondo me seguía preguntando, el motivo que le hizo decidir el salvar a mi padre y no a su familia, a ver, a mí no me conocía, así que no le tenía que haber importado el dejarme sola, además tampoco sabía que no tenía madre... pero se lo agradecía, si me hubiera quedado sola... no sé qué habría hecho.

Luego del helado fuimos a su casa, ya que antes había dicho que necesitaba coger algunas cosas.

Lo estaba esperando en el marco de la puerta mientras veía como hacia la maleta para su madre.

-Una cosa...

-Dime –me interrumpió.

-Ahora que se todo... ¿Volverás a ser mi guardaespaldas?

A mi maneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora