Capítulo 16

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(Dafne)


Estaba agachada en el coche, atenta a todo. Cuando de repente escucho un disparo.

¿Qué ha sido eso? ¿Ha sido un disparo? ¿Quién ha disparado? ¿Alguien ha matado a otro en mi casa? ¿A quién han disparado?

Mis pensamientos iban a mil por hora, pensando en diferentes situaciones. Por ejemplo, que mi padre a sido herido, y el malo muere porque Javier llega y le vuela la cabeza. ¿Y si el malo dispara a los dos? Eso es una posibilidad.

Salí del auto agachada, entré sigilosamente en la casa. Me quede quieta buscando algún sonido que me indicara donde estaban. No escuchaba nada en el piso de abajo. Así que fui a la cocina cogí un cuchillo de esos enormes, que daba miedo hasta tenerlo.

Subí muy a poco a poco los escalones, a mitad de escalera me pare al escuchar voces, no entendía nada, pero sabía que estaban arriba.

Vale... Bien...respira... me decía mentalmente mientras acababa de subir.

Reconocí la voz de mi padre, diciendo que por favor le soltara. Eso significa que está atado. ¿Pero dónde está Javier? ¿Javier también está atado? ¿Le han disparad?

Fui siguiendo las voces, hasta el despacho de mi padre, que tenía la puerta entreabierta y podía escuchar perfectamente.

-¿Me vas a dar ya mi dinero? –pregunto una voz que reconocía pero ahora no sabía quién era.

-Yo no te debo dinero –replico mi padre.

-¿Quieres que tu hija pague tus platos rotos?

-No le hagas nada a mi niña.

-Pues dime donde tienes mi dinero.

-No tengo dinero tuyo –repitió mi padre.

¿Y Javier? No ha hablado, ¿le han disparado? ¿Es por eso que no habla? Dios, ¿Qué hago ahora?

-¿Dónde está Dafne? –Pregunto el malo, pero nadie contesto por lo que añadió- ¿No piensas hablar?

Se escuchó una bofetada muy fuerte, seguida de un grito entre dientes. Abrí los ojos como platos por la impresión.

Se me ocurrió una idea, un tanto descabellada, usar el cuchillo como espejo así que me deslice al suelo, poco a poco, hasta quedar tumbada al suelo y puse la hoja del cuchillo lentamente dentro de la habitación.

Apareció la imagen de mi padre, estaba tirado en el suelo, al lado una persona que estaba de espaldas a mí, de pie, ese es el malo, ahora lo reconocía es Martínez.

Cerré fuerte los labios para no emitir ningún sonido, y que descubran que estoy aquí.

Deslice la hoja del cuchillo un poco más y pude ver a Javier también atado en el suelo, tenía sangre, él ha recibido el disparo, mierda... ¿Esta muerto? Es que no se mueve.

Una lagrima resbalo por mi cara, la quite rápidamente, no era momento de llorar.

En una esquina del cuarto estaba David tirado en el suelo, no estaba atado, no se movía... está muerto.

Me tape la boca con la mano libre me había sorprendido mucho, empecé a temblar. Seguro que Martínez lo debió matar antes de que Javier y yo llegáramos.

Ahora tengo que pensar que hacer... a ver Dafne, ¿Qué haría un ninja? Tengo que hacer algo, si no harán algo a mi padre.

La adrenalina empezó a recorrer mi cuerpo de pies a cabeza. Cogí el cuchillo fuertemente y me levante lentamente.

Aprovechando que Martínez estaba de espaldas, entre en la habitación, con el cuchillo hacia delate, como si fuera una espada.

Rápidamente me puse a la espalda de Martínez y levante el cuchillo. Le clave el cuchillo, le raje la espalda de arriba abajo.

Martínez se chillo como un cerdo en el matadero y se giró cogiéndome de los pelos.

-Zorra –me chillo- Mira quien se ha apuntado a la fiesta.

Mi padre me miraba con lágrimas en los ojos. Javier, que estaba amordazado, me miraba frunciendo el ceño, seguramente enojado por no haberle hecho caso y no haberme quedado en el coche.

-Suéltame –decía cogiéndole la mano intentando separar sus dedos de mí.

-¿No te advertí de Javier? ¿Por qué no me haces caso? –dijo con un tono como si estuviera dolido.

Empecé a llorar, y baje la cabeza al suelo y vi mi cuchillo, se me ocurrió una idea. SI no salgo de esta me matan igualmente, por idiota.

-Suéltame, te he hecho caso y me he separado de él, pero me secuestro.

-Así –dijo levantando una ceja- yo pensé que habíais huido juntos.

Suelta una carcajada, y suelta mi cabello pero me agarra del brazo sin mucha fuerza, yo doy un paso de lado, pisando el mango del cuchillo sin que Martínez se entere.

-Para nada, pero es que él es más fuerte que yo y me arrastro.

-¿Y te ha contado algo de mí?

-No –mentí- además como me lo voy a creer, si hizo lo que hizo.

-Buena chica –dijo dando un paso hacia mí.

Yo aprovechar para patear el cuchillo hacia Javier simulando un tropiezo.

-¿Pero porque tienes a mi padre atado?

-Por negocios, cosas que niñas como tú no entenderían.

Eso me enfado, ¿Me toma por tonta? ¿Acaso se piensa que no tengo celebro? Me gustaría chillarle que el que tiene plástico en la cabeza es él no yo.

-¿Por qué me has atacado por la espalda? –dice poniéndose serio de golpe. Como si acabara de darse cuenta de que he sido yo la que le ha rajado.

-Me he asustado, al ver a mi padre así, y con los nervios no te he reconocido –volví a mentir.

-Entiendo querida –dijo sonriendo.

Pensé que para que Javier pudiera desatarse y salvar a mi padre, podría hacer algo para distraer a Martínez.

-Vamos que te curo –dije cogiendo su brazo tirando de él flojito.

-¿Adonde? –dije desconfiado mientras miraba a mi padre.

-Al baño, ahí tengo el botiquín –al ver que no apartaba los ojos de mi padre y Javier añadí- están atados muy lejos no van ir.

-De acuerdo –dijo no muy convencido.

Comenzamos a salir, antes de cruzar el marco de la puerta me gire y vi como Javier negaba con la cabeza enérgicamente, me encogí de hombros, no podía hacer nada más.


A mi maneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora