Capítulo 19

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(Dafne)


Me desperté y al no notar a Javier a mi lado abrí los ojos, no estaba en la habitación, así que me levante. Me sentía algo decepcionada al no levantarme con él, no se... esperaba despertarme en sus brazos.

Decidí darme una ducha antes de ir a buscar a Javier y a Vero, estaba cansada, como si no hubiera dormida nada, ve venían a la mente imágenes de ayer, sacudí la cabeza para quitármelas de la memoria.

En cuanto me vestí fui al salón, pero no estaban, después fui a la cocina tampoco estaban, pero vi una nota sobre el mármol.

"He tenido que llevar a mi madre al médico, vuelvo enseguida.

Javier.

PD: coge lo que necesites, como si fuera tu casa"

Iba a abrir la nevera cuando se escuchó un portazo, que venía del pasillo, hizo que me sobresaltara y fui poco a poco hacia allí. Vi como la puerta de la habitación de Javier golpeaba por el aire.

Me la abre dejado abierta, la cerré, en cuanto lo hice una corriente fría subió por mi espalda haciendo que me estremeciera.

Volví a la cocina, me encontré con que todas las luces estaban apagadas. No entendía nada, no las había apagado. Pique el interruptor pero no encendía.

-Mierda... -dije para mí.

Volví al cuarto de Javier para buscar mi móvil y poder iluminarme con el flash. Esto estaba empezando a parecer una película mala de terror ahí estaban todos los tópicos.

Me puse a buscar los plomos y volví a escuchar un portazo. No puede ser... me acerque al pasillo y era otra vez la puerta de Javier.

Justo cuando iba a coger el pomo para volver a cerrarla una mano me agarro por la muñeca y tiro de mi hacia dentro de la habitación, empujándome contra una pared haciendo que pierda el aire de los pulmones por el golpe.

-Suéltame –grite aun sin poder ver quién era el que me agarraba por culpa de la oscuridad.

Empecé a forcejear, para soltarme pero tenía más fuerza que yo y al ver que me intentaba soltar aumento la presión llegando a hacerme daño en la muñeca y haciendo que soltara gritos de dolor.

Me separo de la pared para volver a empujarme contra ella, pero esta vez aplastándome con su cuerpo. En esta ocasión pude ver la cara de quien me tenía cogida, era Martínez.

El color se fue de mi cara, me quede pálida, ahí estaba Martínez con la cara manchada de sangre, en su expresión podías ver la rabia que me tenía. Paso de agarrarme la muñeca a poner sus dos manos en mi garganta apretándome y subiéndome hasta no poder tocar el suelo con los pies.

Estaba suspendida en el aire, me intentaba soltar. Cada vez el aire me faltaba más. Estaba asustada, tenía mucho miedo. No podía gritar por la presión en mi garganta. Me iba a matar, eso lo tenía claro. Las lágrimas se me saltaron de los ojos, como si fueran ríos.

-Eres una asesina –dijo con una voz, que parecía más un eco en mis pensamientos- debes morir como lo hice yo.

-¡Noooooo! –grite como pude.

-¡Hey! ¡Dafne, despierta, solo es una pesadilla! –escuche una voz lejana.

Quería creer que eso era verdad. Deseaba que fuera así. De golpe me zarandearon, y abrí los ojos encontrándome tumbada en la cama, Javier estaba mirándome preocupado.

-Ya está, solo ha sido una pesadilla –dijo suavemente, mientas me acariciaba la cara con una mano y la espalda con la otra.

Mi corazón bombeaba aceleradamente, estaba sudando y aún tenía el miedo en el cuerpo. Me acurruque contra su pecho y le rodee con mis brazos, abrazándolo con fuerza.

-Estas temblando, ¿estás bien? –me pregunto.

-Me quería matar –dije entre lloriqueos.

-¿Quién?

-Martínez, Martínez me quería matar.

-Eso no va a pasar, él ya no está Dafne, ya no te puede tocar –me apretó contra él y beso mi cabeza- No voy a permitir que te pase nada más.

Estuvimos abrazados hasta que deje de temblar, Javier se apartó un poco para mirarme a la cara.

¿Ya estas más tranquila? –Yo solamente asentí con la cabeza incapaz de decir algo por vergüenza- Venga vamos a ir a comer algo.

Cogió mi mentón para que lo mirara a la cara y me dio un rápido pero suave beso antes de levantarse de la cama y ponerse a vestirse. Sin decirme nada se metió en el baño para dejarme privacidad para que me pudiera cambiar, para después poder ir a desayunar algo y empezar el día.


A mi maneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora