No tengo idea de porqué sigo escribiendo sobre ti, pero es que últimamente no he podido dejar de mirarte.
Como tus pestañas cubren tus ojos delicadamente, cuando estos se pasean por tu cuaderno con distracción.
Como tus manos juegan con tus dedos, como si no supieras qué hacer con ellos.
Aún sigues teniendo ese perfil tuyo: cohibido y apagado. No te gusta llamar la atención; nunca te gustó. Lo que por cierto es un poco penoso, porque es inevitable no mirarte, al menos una vez, en el día.
Estás sonriendo más. Recuerdo que no solías sonreír mucho al aire. Sólo lo hacías para mí.
Detesto que ahora lo hagas. Porque significa que encontraste a alguien que logra hacerte feliz todos los momentos del día.
Y porque significa que yo jamás podría haberte hecho sonreír así.
Hoy te preocupaste por mí. Sí, lo noté. Y me gustó.
(Ya sé que soy patética no tienes que mencionarlo).
Pero, te veías algo incómoda. ¿Puede que ya no sea yo la única de las dos que todavía sienta al enorme elefante en la habitación, cada que hablamos?
Porque es incómodo. Y vergonzoso. Vergonzoso porque ambas sentimos pena de como todo... Terminó. Aún sigo avergonzada de como actué, y siento si tu también te sientes así. Lo que hice ha de haber quedado en tu memoria durante bastante tiempo.
No todos los días haces llorar—hasta el cansancio—a la persona que—supuestamente—más quieres en clase de matemáticas.
Oh, perdona. Debo de estar molestándote recordando todo esto. ¿Me estoy volviendo pesada? Recuerdo que siempre usabas ese pretexto cuando discutíamos porqué nos alejamos.
Oh, rayos. Lo he hecho de nuevo ¿verdad?
Vale, vale. Ya está. Ya pasó. El rencor se ha ido. Me detendré.
Porque hace un capítulo atrás había dicho que la cicatriz aún dolía. Cuando en realidad no es así.
La cicatriz sanó hace mucho, al igual que mi corazón. Me he rodeado de gente que amo y que me ama (a pesar de que yo los ignore a ellos y ellos, al mismo tiempo, me ignoren a mí), y que hacen que vivir, sea la experiencia más feliz y hermosa que podría tener.
Así que te preguntarás, porque sigo escribiendo esto. Y creo que es porque... jamás logré perdonarte hasta ahora.
Porque, cada vez que te miraba, solo podía pensar en cómo me abandonaste, como me reemplazaste tan fácilmente, y en como eso me enfadaba tanto.
Y luego volteaba la cabeza, y me obligaba a mí misma a no darle importancia.
Y ahora, después de tanto tiempo, te miro y me siento... Bien.
Y se siente... Genial.
Quién sabe, si pude superar el rencor, tal vez podamos superar la incomodidad. Sólo... No finjas que nada pasó, eso lo hace más incómodo.
Atte.: Yo.
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Miras.
General FictionY finalmente, terminas este extraño poema-no-poema, mirando por la ventana, la sombra de esos niños jugando en esa calesita del jardín