Prólogo

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En algún rincón de de este mundo se encuentran tres almas con distintos presentes intentando mantener sus sentimientos vivos.
La primera anhela lo que un día fue suyo, la otra lo que ya no le pertenece mientras una tercera sufre por no ser  amada como ella cree que debería merecerlo.

"Aun estas en cada uno de mis pensamientos, no he sido capaz de poder olvidarte, no entiendo porque te has ido, solo quiero volverte a ver"

Decía aquella carta que otra persona le había enviado a su ahora esposa, aquella carta que data de hace más de cinco años y que entre sus adoloridas manos ella sostenía, le daban solo un mal sabor de boca.

Había tenido una tarde extenuante una pelea más la dividía día con día de su otra parte, del amor de su vida.

Ella no encontraba  la forma como mantener su relación viva con la misma llama que en algún momento las unió, o eso que creyó que existía entre esas dos almas.

-¿Qué estás buscando entre mis cosas? – Pregunto su ahora esposa en un tono muy grave.

Cada una de las palabras de su persona apreciada eran una punzada en su corazón, ya su amada no lo veía igual, ahora desconfiaba día a día de ella, por sus constantes ataques de inseguridad, y su yo interno sabía que eso era así, intento muchas veces cambiar su manera de ser, pero ese fantasma del pasado jamás las abandono, jamás las dejo ser feliz del todo, aún siguen aquellas palabras de esa otra chica en cada uno de sus recuerdos.

-¿Por qué haces las cosas más difíciles? – Le pregunto nuevamente su ahora esposa, arrebatándole de las manos la carta que antes había leído, una carta de otra persona para su esposa, eso le dolía.

-Te amo, como nunca nadie podrá amarte, ocupas cada uno de mis días y cada uno de mis pensamientos. ¿Qué he podido hacer mal para que no merezca un poco de tu cariño? –Dijo aquella mujer mirándola fijamente a los ojos con un tonto triste, pero también lleno furia e impotencia.

Ella, la chica de la sonrisa despampanante no podía evitar sentirse culpable por la manera en la que esa otra mujer frente a ella se sentía, sabía muy bien que esa otra persona que tenía al frente  le había dedico cada uno de sus días, a hacerla sentir como una princesa, pero eso nunca le fue suficiente.

-Dicen que el primer amor, nunca se olvida. – Se atrevió a pensar.

Pero esto iba más allá. ¿Cómo podía alguien no encontrar una razón de vivir sin esa persona que un momento pudo hacerla tan feliz y a la vez también pudo hacerla tan infeliz? Ella no encontraba la razón para seguirla amando, a pesar de cada una de sus cartas, nunca tuvo el valor de perdonarla, pero tampoco tuvo el valor de dejarla a un lado y volver amar nuevamente a otra persona.

-No permitiré que ella siga arruinándonos la vida. Déjame mostrarte que aún puedes amarme. – Dijo aquella mujer de cabellos castaños muy oscuro mientras tomaba a su homologa de las mejillas y la acercaba a su pecho para intentar un abrazo. -Si debo vender mi alma, para que me ames como alguna vez lo hiciste, lo haré. - Le dijo a la mujer que tenía entre sus brazos.

Teniéndola entre sus brazos hizo el intento de tomarle el rostro, logrando observar aquellos ojos y al verlos pudo ver que la observaban como en los viejos tiempos, pudo ver en sus ojos aquella chispa que antes avivaba día con día su amor y quiso entender que tal vez no todo estaba perdido.

Su contraría le acaricio la espalda, los hombros, así abrazadas tomaron asiento en aquella esquina que tantas veces usaron para observar la ciudad, al lado de aquel piano que fue un testigo de todo lo que se daban esas tardes que ahora eran simplemente recuerdos, ambas terminaron sentadas, la chica de la sonrisa especial se sentó sobre las piernas de su ahora compañera de vida. 

Por la mente de la dueña de la sonrisa más especial de la ciudad pasaban tantas cosas, mientras peinaba el cabello de su contraria y acariciaba sus mejillas, ella podía ver la ilusión en los ojos de quien ahora la acompañaba, sentía dolor al verle así, pero ya no podía resistir.

Le beso tiernamente, quizás más tierno de lo que su contraria esperaba, sintió vergüenza, estaba siendo una puta mentirosa.

Ese beso, lleno de ilusión a la dueña de ese cabello castaño, pero a ella de amargura, estaba engañando a alguien que no lo merecía, lo sabía y lo seguía llevando a cabo. 

Mientras aquel beso seguía su curso, ella la ingrata, la mentirosa fue removiendo de su mano izquierda su añillo de matrimonio, que tanto había conservado.

Sus labios al separarse, les tentó a volver a repetir aquella acción una vez más, pero esta vez la dueña de la sonrisa hermosa supo contener a su contraria, tomando su mano derecho y depositando en ella aquel anillo, que simbolizaba su unión, sin pena alguna, ella se levanto y con dolor en su alma, le dio la espalda aquella otra mujer que con tanta locura la había amado, dejándola sola en aquella sala, acompañada de su guitarra y piano.

La castaña podía sentir como sus ojos se volvían profundos y podía sentir como albergaban lagrimas que no permitió dejar salir por orgullo. Sentía su corazón volverse duro y seco del dolor, sus manos y cuerpo temblar del odio que le producía todo lo que aquella pelinegra podía hacerle, pero aún así fue débil y corrió tras ella, sin pensar en nada mas, solo en tratar de alcanzarla y convencerla de hacer lo contrario a lo que ya estaba haciendo. Doblada una esquina, pudo ver a su pelinegra abrazar alguien, esa otra mujer ya le parecía conocida, su cabello a los hombros y su muy atinada manera de vestirse le recordaba alguien, que había borrado de su memoria, sí ese alguien le conocía... ese era el fantasma del pasado... esa era la chica callada, la chica de los susurros.

Su mujer estaba abrazando a otra persona ahora y esa otra persona besaba a la dueña de esos labios que ella tanto había complacido tiempo atrás, se besaban tan dulcemente y profundo como hace un rato ella lo había hecho en sus labios.

Subieron a una moto, una moto negra, su esposa ahora abrazaba por la espalda a otra mujer para evitar caerse o quizás para sentir el calor de esa otra persona, ella estaba odiando aquella escena, hizo un intento de correr pero alguien se lo impidió.

-Sera inútil, yo conozco de una forma, con la que podrás hacer que todo esté presente cambie. –Le dijo un hombre muy bien vestido totalmente de blanco.

- Ve a casa y haz la mejor canción que puedas pensando en ella y a la noche estaré aquí esperándote, para decirte que hacer.

Aquella chica de cabello castaño lo observo de manera extraña, no comprendía de donde demonios había salido, incluso aquel hombre era el culpable de que no haya podido intentar alcanzar a su amada, pero aún así termino alejándose y volviendo a su departamento. 

Tan rápido como pudo, corrió a ese rincón donde tantas tardes, escribió cada verso pensando en ella, y una vez más hizo la que ella pensó que sería la mejor de sus composiciones con la esperanza de que aquel hombre le ayudara, que loca estaba para creer en algo y en alguien que apenas y conocía. -Tendrás una sola oportunidad para arreglarlo todo con ella, si ella es para ti y tú eres para ella, en el pasado encontraras la forma de arreglar tu futuro. – Leía en su móvil a través un mensaje de un número desconocido.

Aquel mensaje le asombro, pero su determinación y casi obsesión no la dejaba ver más allá, y tomando así la decisión de su vida.

- Yo nací, para ti y tú para mi Nayeon

"Essayer" – Así te llamaras.





Nota: 

Ya sé, mis prólogos son una cosa rara, lo siento.

Espero sigan esta nueva aventura, espero su apoyo!!! ^^




Essayer (I want you for me 2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora