Pelo mojado. Bata mojada. Cuadernos mojados. Y un aspecto deplorable. Claramente no podía presentarse así ante él. No podía dejar que siguiera humillándola. Y entrar así, solo significaría eso: ganar un boleto directo a la humillación.
Tenía aproximadamente dos meses haciendo voluntariado en Wets Hospital, un pequeño centro de atención donde además se realizaban investigaciones sobre posibles tratamientos para el cáncer. Más de una vez habían sido reconocidos con La Cebolla. Premio que se otorgaba a los centros que aportaban beneficios a la investigación y al desarrollo integral.
Desde siempre había querido hacer algo más por la personas, ayudarlas, y no podía dejar que un tipo tan prepotente, amargado y engreído como aquel arruinara el sueño de toda una vida.
¡Que se joda Sasuke Uchiha!
Si fuera por ella, él podía irse a la mismísima mierda con su apellido bonito y su cerebro abundante en materia gris.
¡Sí, señor! Se daría la vuelta y...ahí estaba él, detrás de ella.
Pelo mojado. Gabardina mojada. Maletero mojado. Y un aspecto deplorable.
Un momento, ¿aspecto deplorable? Vaya que no. Sasuke Uchiha podía verse de cualquier manera, menos deplorable. Incluso allí, bajo un torrencial de agua y empapado de pies a cabeza, seguía viéndose apetecible.
No podía creer lo que acababa de pensar. Quiso salir corriendo hacia el árbol más cercano y darse repetidos cabezazos contra él. "Apetecible" no era una palabra que ella estuviese dispuesta a usar si se trataba de Sasuke. Había puesto sus propias reglas después de dos semanas teniendo que aguantar su mal genio y sus aires de superioridad ante ella. Lo odiaba. Y por mucho.
25 años. Metro noventa. Cabello negro. Piel tersa. Ojos profundos. Inteligencia, y un carácter de mierda. Ésa era la descripción de Sasuke Uchiha, médico cirujano especializado en neurología. Y lo que resultaba peor de todo aquello, es que Sasuke, era su superior. Y también, era el tío más caliente de todo West Hospital.
Al principio pensó que su voluntariado sería sencillo y agradable debido a que estaba haciendo algo que le gustaba.
–Haz lo que te guste, Sakura, y nunca en tu vida tendrás que trabajar. – Ésas eran las palabas exactas de su madre. Y ella misma llegó a pensar que sería justo así, aun cuando no se trataba de un trabajo como tal. Luego conoció a Sasuke Uchiha, quien derrumbó sus preciosas creencias.
¿Por qué todo con él tenía que ser tan difícil? ¿Qué quería de ella? Él sabía a la perfección que estaba allí solo porque le daba la gana. Sin embargo, la trataba como a una más de sus pasantes. Y como si eso no fuera suficiente, ahora la miraba de aquella forma que hacía que cualquiera comenzara a sudar frio y terminara dando una explicación sin él pedirla.
Estaba casi segura que Sasuke la consideraba una mosca pegada a la pared. Un estorbo. Algo insignificante que sólo estaba atravesado en su precioso camino.
Si no fuese su superior, estaba casi segura también de que gustosa querría estampar un buen puñetazo contra su perfecta mandíbula. Lamentablemente, eso quedaría guardado en un lugar muy recóndito de su mente, donde albergaba un sinfín de fantasías.
No hablaría. No esa vez. Siempre terminaba abriendo la boca y balbuceando una sarta de estupideces que no tenían lógica, así que ese día se mordería la lengua; y esperaba que él entendiera la indirecta y la dejara en paz, al menos por ese instante.
Los viernes por la noche eran los días más flojo del centro y también eran considerados casi sagrados para todo el personal. Para todos, menos para Sasuke que era un empedernido del trabajo. Y como ella estaba a su cargo, no podía quejarse. Esa era la razón por la cual estaba allí y no enrollada en sus sábanas mientras oía la lluvia golpear en la ventana de su habitación.

ESTÁS LEYENDO
West Hospital
FanfictionAyudar a los demás. Ése, era el lema de vida de Sakura Haruno, hija de una de las mejores cardiólogas del mundo y subordinada de Sasuke Uchiha, quien pensaba que por tener un apellido bonito, podría barrer el piso con ella. Si eso creía, no estaba n...