Capítulo 1

167 21 19
                                    

Era 4 de Junio del 2017. Era otoño, y creo que fue el más helado y solitario que había tenido.

Habían pasado 5 meses, y aún así, me presentaba siempre en la misma estación, Baquedano. Solía sentarme en el piso, todos los viernes.

De fondo se escuchaban los metros, cuando llegaban y cuando se iban, también estaba el sonido de las personas, los pasos, las voces, el pulso, la aceleración, todos parecían estar apurados en llegar a alguna parte, haciendo un compás desagradable. Lo odiaba. Pero sin duda me gustaba, el sentir que algo me desagradaba, que habían voces, que habia ruido, que pese a estar tan sola, no lo estaba, había más gente a mis alrededores. Gente que no conocía, gente amargada, gente que disfrutaba, gente de todo tipo, el cual desconocía, aunque uno nunca logra conocer totalmente a alguien, ya que el individuo siempre esta en constantes cambios, intentando mejorar, o hasta empeorar desde el punto de vista de cada uno.

Bueno, yo me encontraba ahí por ciertas razones, estaba deshecha, destruida, y no olvidar que me estaba muriendo, muriendo psicológicamente. Cada memoria que tenía era el, un hombre, cuyo nombre desconocía, al igual que todo su ser, y pese a tantos factores no dudó, no sintió piedad, consideración, respeto, ni lástima por mi, y tan sólo se aprovechó de una joven de 16 años, la cual tenía sueños que el destruyó con sus sucias manos, que fue destrozando mediante manoseaba su cuerpo, y de un momento a otro, ya estaba muerta en vida, como un objeto en cualquier callejón, sola, llorando desconsoladamente, gritando por alguna ayuda, que lo único que quería era regresar a su casa después del colegio, sólo eso quería...

Mire la hora, eran las 6:57 pm. Supuse que debía irme a casa, por lo tanto me levanté del piso, sacudi mi ropa, y me encamine para tomar el metro. El metro era un lugar donde la gente se encontraba en masa, en general la gente ya no me asustaba tanto como en aquel entonces, pero al estar a solas con alguien era distinto, sentía miedo y angustia, pero parecía no estarlo, aunque a veces se notaba, mi cara solía demostrar mucho lo que sentía, y ahora no sería tan diferente.
Al llegar el metro respire hondo y tome mis cosas con determinación, la verdad tenía que quitarme ese mal hábito de huir, y menos acudir a una estación de metro, donde más se desconoce, y mas peligroso podría llegar a ser.

Luego de 15 minutos me encontraba caminando, pues ya había llegado a mi estación, y mientras caminaba podía sentir la brisa en mi, me sentía tan bien, estaba fresca y sin problemas para respirar, la angustia pesaba menos y tenía algo mas de tranquilidad, y sin embargo interrumpieron tal momento, pues alguien me había tomado del brazo, la razón no la supe, ya que sólo atine a zafarme y salir corriendo, sólo eso hice, correr y correr, gracias a la experiencia obtenida tuve miedo, además si alguien necesitaba preguntar algo podría haberlo hecho sin necesidad de tocarme.

- ¡Cuidado! - gritaron, y al levantar la vista ya me encontraba en el piso.

- Hey, ¿estás bien? -

Sólo alze la mirada y asentí, me levanté por mi parte, pero caí en seguida.

- Tu pierna, creo que te lastimaste - decía mientras se acercaba a ver.

Era una mujer muy linda, debía tener 20 años, tenía el cabello negro, tez blanca, y unos ojos verdes, además se notaba la amabilidad en ella.

- Sólo caí mal, es un dolor que no permanecerá mucho, no se preocupe - contesté.

No me respondió y simplemente llamó a alguien.

- ¡John! Hola tuve un accidente, podrías venir a buscarme a la estación Manquehue, gracias - cortó.

- Disculpe, pero puedo irme sola, la verdad.. -

- No te preocupes- sonrió - mi hermano le dirá a mi padre que nos venga a buscar, estarás bien - sonrió y al terminar de hablar comenzó a ver su celular. Yo me quedé un tanto atónita, que persona en el mundo se detendría y además te ayudaría en momentos así, se notaba que venía de una familia bien hecha y estructurada, era un gesto lindo que se apreciaba mucho, pero era algo incómodo por no conocerla.

Luego de 5 minutos llegaron.

- ¡Isabel! ¿qué te pasó? - se escucho una voz grave.

La mujer, cual nombre era Isabel explicó lo que había ocurrido, y el padre no dudó en llevarme a su casa, la verdad todo esto era algo raro, y tan inesperado, pues no me conocían, podría ser una delincuente o drogadicta, quien sabe, pero aún así tenían la firmeza en su palabra de llevarme. Me senté en los asientos de atrás de un auto, y había otra persona más, supuse que era John, no quería sentarme junto a el, pero no podría ser tan desagradecida con todo lo que estaban haciendo, así que me senté, lo saludé, y me gire hacia la ventana, mientras pensaba en la familia que recién conocía pasaron 10 minutos, cuando llegamos a una casa, era normal y muy bonita. Claramente era su casa, pues se estacionaron y la mujer rapidamente se bajo y me tomo en sus brazos para llevarme a una sala.

- Mi padre es medico - sonrió - el te ayudará, y claro no te cobraremos nada, asi que no te preocupes.

Luego de decir esto llega su padre, toma una bata blanca, y consigo ya llevaba una pequeña libreta, en donde tomaba apuntes luego de acercarse a ver y tomar con cuidado mi pie.

- Sólo es una torcedura, estarás bien en poco tiempo, pero no pienses en correr ni en nada que se necesite utilizar demasiado el pie, sólo puedes caminar y lo necesario -.

Una torcedura era algo momentáneo, el dolor pronto se iria por suerte, no es que hiciera muchas cosas, pero a nadie le gustaría estar con dolor en el pie.

- Lo entiendo, y se lo agradezco demasiado - respondí - si me disculpa llamaré a mis padres para que vengan por mi, y siento las molestias - le agradecí y el asintió con una sonrisa.
Con cuidado de mi tobillo salí de la sala.

- ¡Cuidado! - nuevamente ese grito, alze la mirada y evite caer. Era John.

- Lo siento - me disculpe.

- La verdad yo lo lamento, no creí que saldrías tan rápido y te traje un café - el cual se había derramado por mi culpa.

- De veras lo lamento, puedo limpiarlo - me intente agachar para recoger los restos de de la tasa que se había roto.

- No es necesario, tranquila, lo haré yo, y antes de que te vayas te daré un café, y algo para comer, veo que lo necesitas, estas muy delgada - comenzó a caminar de regreso por donde habia venido, mientras yo dejé de intentar.

No respondí, sólo me fui hacia afuera para poder llamar a mis padres, hable con ellos y conté lo sucedido. Mientras esperaba me senté sobre el piso, el aire era muy fresco, amaba sentir la brisa, además de observar a una luna tan brillante.

- Se siente bien, ¿cierto? - interrumpió el silencio una voz grave - claro la brisa - sonrió.

- Por cierto, ten - me entregó un tasa de café caliente y algunas galletas.

- gracias - susurre -.

No quería estar acompañada por el en ese momento, pero no era desagradable y tampoco le temía, así que sólo seguí admirando la noche, al mismo tiempo que tomaba el café que me había entregado.

Así permanecí, y permanecimos junto con John por 30 minutos, esperando a mis padres, ninguno de los dos hablaba, sólo precenciabamos la oscura y brillante noche que teníamos sobre nosotros.

Realmente hace tanto que no conocía una familia tan unida y amables como ellos, pero es mi culpa por evitar conocer a la gente, aunque esto tampoco fue algo que planee, y aun así es fantástico e inesperado, lo cual me atrae bastante. Solía ser una chiquilla bastante expresiva que amaba experimentar cada cosa nueva y estoy segura que esto lo era, además me hacía sentir muy bien, era satisfactorio de algún modo.

Y por cierto me cabe recalcar que el 4 de Junio del 2017. Fue otoño, el más helado y solitario que habría tenido si ellos no hubieran llegado a mi vida, y les estoy realmente agradecida.

PaulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora