Capítulo 5

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- ¿Estás bien? -.

Me giré a observar quien era - Ignacio - alze mis ojos.

- Tranquila - se paró a mi lado - no he venido a molestar.

- Al fin - lo mire por encima.

- ¿Estas bien? - preguntó.

- Lo estoy, solo que acabo de cometer un error - me seque las lágrimas del rostro.

- La verdad observé lo que pasó, y no creo que sea mentira lo que hayas dicho, al contrario, estabas en lo correcto - me habló serio.

- Claro - respondí irónicamente.

- Hablo en serio - me miró.

Asentí para seguir la conversación - También pienso que era cierto todo lo que dije, pero quizás no era el momento adecuado, conozco la su sentir y quizás es más sensible -.

- Bueno, la verdad sí, has tenido en parte culpa, pero ella también, la conozco bastante y llega a ser desagradable -.

Luego no contesté más, solo me quede observandolo y asentí, estaba en lo cierto. Además ya no era tan desagradable, creo, o solamente pensaba así porque de alguna forma estaba a mi favor.

- Bueno, me voy, ¿Paula? - quedó mirándome con incógnita para saber con certeza si ese era mi nombre o no.

- Sí, Paula - me resigne - y adiós.

El salió por la puerta era bastante raro, pero puedo quedarme conforme de que no era un mal tipo hasta ahora, como había mencionado la doctora.

Luego de ello, pedí que fueran a buscarme, mientras tanto fui a una sección de niños, donde los doctores los ayudaban a hablar, pues los niños de ahí tenían problemas en el cerebro, lo que impedía que lograran gesticular bien, sin embargo tenían buen oído, y conocían las palabras, solo no podían pronunciarlas correctamente.

- Hola - me acerqué a una pequeña.

- Hola - intentó saludarme, la entendí por su comunicación corporal.

- Eres muy linda - me agache a acariciarle la cabeza.

Ella solo se rió y me abrazó, yo le devolví el abrazo y no quise soltarla en mucho rato. Era irónico pensar que un ser tan desconocido e insignificante en mi vida llegará y me quitará toda la seguridad sobre mi y el mundo, y que a la vez un ser tan pequeño, inconsciente y, nuevamente, desconocido, lograra entregarme tanta paz, tanta calma y seguridad. Sentía el aire suave, y de entregarme a este, de ser tan independiente, de ser constante y a la vez no, y de ser tan errante en la vida de cada uno, pero muy esencial.

- ¿Paula? - era la voz de mi padre.

Recobre el sentido y me instalé en la situación.

- Disculpa pequeña - la solté.

- Esta bien - una nueva voz apareció - de hecho no suele ser tan cariñosa, ¿la conoces? - era el doctor.

- No, pero es muy linda, y me acerqué para verla -.

- Ojala vuelvas pronto para verla -.

- Todos los miércoles estoy aquí - dije indiferente.

- ¡Paula! - ahora era mi madre.

- Lo siento, debo irme, cuidate pequeña - le moví la mano, luego me dirigí al doctor y me despedí.

Fui caminando hacia mi padres, y atrás se escuchaba como la niña intentaba hablarle al doctor, no la comprendí, pero su voz era delicada y muy sincera, quizás podría verla nuevamente el miércoles.

- Ahí estabas Paula - dijo mi madre.

- Estaba con una pequeña - caminé hacía afuera para subirme al auto.

- ¿Cómo te fue? - preguntó mi padre.

- Me fue bien, como siempre, y la doctora es muy amable - me subí al auto y me acosté.

- Me alegro - dijeron al unísono.

- Creí que llegarías mas tarde - me dirigí a mi padre, pues tenía una reunión.

- Lo mismo pensé, pero aquí estoy - dijo alegre.

Sonreí, ya que al parecer mi padre estaba de buen animo, mi madre se giró y movió los labios, me senté para comprenderla mejor, me informó sobre la aceptación del proyecto que le llevó dos meses desarrollar.

- Así es - río con orgullo, adivinando lo que hablábamos.

- ¡Me alegro! - abracé a mi padre y madre.

Estuvimos hablando sobre su proyecto, el como fue aceptado, y de cuando se llevará a cabo. Luego de ello llegamos a la casa, subí a mi pieza y mi celular vibró.

- ¿Aló? - contesté.

- Soy John - habló distante.

- Lo sé -.

- ¿Podemos juntarnos en algún lugar a hablar? -.

- No quiero hablar contigo - le contesté.

- Mira si quieres arreglar las cosas.. -

- No he dicho que las quiero arreglar, es mas me da absolutamente lo mismo - la verdad si me importaba un poco, pero estaba fastidiada.

- Paula - estaba irritado.

- John - dije esperando a que cortará. Y pues lo hizo. Me irritaba el hecho de hoy y me irritaba el, estaba enojada, pero tampoco quería estar enojada con el, ni que el estuviera enojado conmigo, el poco tiempo que lo conocía, sí, me irritaba, pero siento que ha sido muy preciado e importante.

Tomé mi celular, anoté lo que debía entregar al colegio, los ensayos, informes, experimentos, entre otras cosas, luego me tiré a la cama aún indignada, no dejaba de pensar en como lastimé a la chica, sin embargo me molestaba John, siempre era tan el, era molesto, y realmente no podía ni quería relacionarme más con este sujeto. Después de mirar el techo por unos cuantos minutos el celular me vibró, había unas cuantas notificaciones sobre mi madre, luego me llegó un mensaje.

Te espero. Paraguas
John.

Estaba incrédula, y sonreía de lo incrédula que estaba - Eres tan irritante - dejé el celular en la cama, y salí.

Ya era tarde, debían ser las 21:30 y estaba helado, rápidamente mi cuerpo se heló, inspire profundamente para luego ir en su busca, no sabía donde estaba, o donde nos juntaríamos, además había dejado mi celular en la casa, fui al colegio, y estaba tan muerto como desalojado, fui hacía varios sectores cerca de mi casa, mas en ninguno lo hallé. Decidí rendirme y caminar lento, mi cuerpo ya había entrado en calor, y estaba muy cansada, el pulso lo tenía acelerado y jadeaba, la razón es que habia corrido, cosa que no hago nunca por lo poco deportista que soy, además necesitaba y quería dormir, lo que aumentaba el cansancio.

- ¡Ahhhhhh! - grité.

Que irritante, no podía creer todo lo de hoy, habia sido un día completamente de John, un John con tantas características y temperamento distintos, pero que en tan poco tiempo lograba conocer algunos. Él era un dilema muy contradictorio.

- ¡Ahhhhh! - alguien gritó.

Abrí mis ojos y supuse que era él - ¡John! - me giré para verlo.

Estaba ahí, apoyado sobre sus muslos con el ceño fruncido, se le veía agotado, con pequeñas gotas de sudor alrededor de su rostro y cuello, pero estaba igual de resplandeciente que siempre, sus ojos estaban con un brillo distinto y tan oscuros como el hermoso cielo que se encontraba sobre nosotros, tan opacos que era increíble como el brillo se desprendía de esos ojos tan naturales y comunes.

- John -dije nuevamente y sonreí, mientras sentí como todo se desvanecía, todo se volvía negro y tan pequeño - John.

PaulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora