Al salir del hospital sentí como el frío llegaba hasta la punta de mis pies.
- Ten - John tendió sus manos.
Lo tomé para ver que era, y luego me di cuenta que era un par de guantes.
- Usalos tú - le dije, ya tenía su poleron y además tenía una frazada en mi.
- No los necesito tanto como tu - río - el viento te está comiendo - sonrió.
No iba a hacerme más de rogar, si quería usarlos, y bueno ahora tenía un buen motivo para usarlos yo y no el, aunque fueran de él.
- A pesar de que el viento está fuerte - comencé a hablar - no crees que..
- Te da vida - interrumpió, acertando a lo que quería decir.
- Sí - respire hondo y observé de reojo a John, quien cerró los ojos.
- Cuando creía que el mundo se caía ante mi - dijo John - el viento, la noche y todo lo que rodea se hacía mi aliado.
Mientras hablaba comenzó a caminar despacio y yo seguí su paso.
- Era lo único que me daba un poco más de mi, un poco más de soledad, y un poco más de gracia - miraba hacia al frente mientras lo decía - pensé que nunca podría vivir nuevamente, de verdad, como cuando uno es niño.
Lo miraba tan expectante, me gustaba escucharlo hablar, era tan maduro, tanto que me sentia identificada.
- Pero con el tiempo, pude lograr convivir con ello, busqué motivaciones para seguir, pensé en mi familia, y sobre todo en mi madre, juré ante todo que sería fuerte por ella, y lograría pasar por cada obstáculo, por ella - sonrió - pero cada vez me daba cuenta, que lo hacía más por mi, para poder sobrellevar la situación, y claro que mi madre también era uno de los motivos, pero lo mas importante, era intentar buscarme, pasar por una etapa de duda, de dolor, y reencuentro conmigo mismo - me miró - y esa es una etapa dura y difícil, que claro, lo ideal es aceptar y conllevar ello, pero el mundo en que vivimos, no ayuda mucho, hay demasiadas cosas impuestas, injustas, mediocres, y absurdas, pero es con lo que se vive - volvió a sonreír - sólo necesitas encontrarte y a veces, o la mayoría de las veces necesitas de los demás, o de una persona que esté dispuesto a ayudarte - terminó de hablar.
Yo lo miré con admiración, el tenía las cosas mucho más claras que yo, y debía ser así, su madre mencionó que de pequeño le era mas difícil, por lo que ha pasado toda su vida intentando sobrellevarse, y vaya que lo ha logrado.
- Eres fuerte - murmure.
- Lo soy - se río - pero claro, serlo conlleva reír, divertirse, jugar, disfrutar y sobre todo, llorar, sentir el dolor, y caer, con la intención de levantarse.
- Yo - susurre.
- Tú también lo eres - se paró frente a mi y tomó mis dos manos.
- Tu también - repitió determinante.
No se cual era su intención, pero si era hacerme llorar, lo estaba logrando.
- Yo no soy lo suficientemente fuerte -.
- Tu también - repitió.
- Yo.. -.
Iba a hablar nuevamente, pero este me abalanzó contra él, y en sus brazos me aferró dejando caer la frazada que tenía encima de mi.
- También lo eres - hizo una pausa - eres una mujer muy fuerte.
Cada palabra retumbaba en mi oído, estaba manteniendo las lágrimas que comenzaban a aparecer en mis ojos, pero el hacia que más brotaran.
- Eres fuerte - volvía a repetir.
- Basta - me quebre, y me aleje de su agarré.
El no pareció sorprendido.
- ¡Yo no soy fuerte! - grité - no lograré salir de esto, mi vida se ha tornado de un color tan gris y opaco, - tomé aire - cada día es un agobio más, estoy muy asustada, yo no soy como tú - lo miré - yo me he perdido, y ya no tengo como volver, sólo falta el día en que esto termine, o en que lo haga terminar - comenzaron a brotar lágrimas - yo ya no puedo seguir - me abrace a mi misma - realmente es difícil, y no puedo seguir - comence a llorar.
Realmente ya no podía seguir, esto me consumía de a poco, mi ser había sido asesinado, y sabía que yo también era parte de aquel homicidio contra mi. Todo lo que quedaba era sólo lastima, compasión, soledad, y dolor. No había nada más, sólo eso quedaba, sólo eso necesitaba, sólo eso me faltaba, sólo eso me mataba.
- Eres fuerte - sentí un calor arropandome -.
Basta, basta, basta, basta, gritaba en mi interior, quería gritar, correr escapar. Y llorar, llorar hasta ahogarme, matarme en mi ansiedad.
- Eres fuerte -.
¡Por qué! Necesitaba estar tranquila, sola, y el me desbordaba. Basta, por favor.
- Eres fuerte -.
¡No! No lo soy, y no quiero serlo, quiero caer, hundirme, y no salir, ¡entiende! No puedo conmigo, basta.
- Paula - me acarició.
¿Por qué me tocas?, ¿por qué te conocí?, me hace mal, y me siento desquiciada. La sal de mis lamentos recorre todo mi cuerpo, y el sólo me acaricia, basta, no estoy lista para nada, ¿por qué lo hace?, me agrada, asi que basta.
- Perdonate -.
¿Qué? Ahora quería que me perdonara. No lo necesito, no, no, yo no necesito perdonarme, yo tuve la culpa, no quiero salir, no quiero vivir.
- Paula - tomó mi rostro - calmate.
Y ahora quería que me calmara, el estaba desquiciado no yo.
- Tu no tienes la culpa, tu eres fuerte - choco su frente contra la mía.
- Basta - dije entre lágrimas - por favor, basta - mi corazón se destrozaba.
Lo miré entre tantas lágrimas, y el me sonrió, maldita sonrisa, ¿por que lo hacía?
- No te dejaré sola - tomó mis mejillas.
Pero, ¿Por qué? Déjame sola, quiero estar sola, completamente, no quiero tenerlo, no quiero conocerlo, no quiero que me ayude.
Lo miré nuevamente, y se acercaba hacia mi.
- No te dejaré - volvió a repetir, mientras acortaba el espacio que quedaba entre nosotros.
- No ... - susurre.
Y sus labios se unieron contra los míos.
- Ya no me dejes -.
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Paula
Подростковая литератураPaula es una adolescente que sufre un gran cambio en su vida, principalmente por una violación que cambio su perspectiva de las cosas y pierde la motivación de seguir. Sin embargo conocerá a personas que la ayudarán a crecer como persona, entender y...