CAPÍTULO 11

185 23 1
                                    

Recorro con el dedo cada uno de los títulos, me doy cuenta que no es precisamente mi estilo. Yo prefiero el cine de antaño y ella gusta de algo más actual, pero ese no es el problema, podría adaptarme a la actualidad, pero tiene demasiadas películas de romance, alguna de ellas nunca las he visto y me da miedo lo que podría encontrar en ellas.
No quiero sentirme incómoda, por supuesto que lo último que quiero es hacerla sentir incómoda, simplemente no deseo que este escenario lluvioso se mezcle con una historia de amor, no lo considero prudente. Al menos no para mí.
En mi búsqueda me topo con una pequeña sección de cine clásico, que a mi parecer no lo es tanto, pero decido explorarlo. The silence of the lambs, está decidido, un thriller será ideal, un asesino matando gente por ahí puede hacer que ciertas sensaciones en mí se aplaquen, al menos por esta noche.
Coloco el disco en el reproductor, lo dejo listo para iniciar. Voy a la cocina para informarle.
-Todo listo por aquí, -le digo señalando la sala.
-Por este lado aún no, solo dame diez minutos más para terminar –me responde –ah y también quiero cambiarme a algo más cómodo.
-Bien, tómate tu tiempo. – Contesto con una sonrisa – Perdón, no quiero aprovecharme de ti, pero ¿podría usar tu computadora unos minutos? Será algo rápido.
-Tu concepto de "aprovecharte de mí" es bastante distinto al mío – ríe cínicamente.
No logro entender si lo ha dicho en tono ambiguo o solo fueron palabras sin pensar. De cualquier forma me sonrojo al pensar que pudo ser la primera opción. Ella parece darse cuenta de mi ruborizada cara, detiene su risa y me analiza.
-Al parecer esta noche el rojo es tu color. –haciendo alusión al color que adquirí después de aquel desafortunado comentario en su habitación. - Y sí, puedes tomarla, la dejé en la mesa.
Agradezco con la mirada sin decir una sola palabra. Tomo la laptop y me acomodo en el sofá.
Los diez minutos transcurren, mi color normal ha regresado y mi mente se ha despejado. De repente siento muy cerca el aroma de su cabello, lo siento rozar levemente mis hombros y escucho su voz en mi oído.
-¿Estás buscando trabajo? –está detrás de mí reclinada en mi hombro invadiendo mi espacio personal y viendo la pantalla de la computadora.
Río suavemente sin quitar los ojos de la pantalla -No, por supuesto que no. Ya no creo que pueda soportar uno más. -miento un poco porque todo lo que hago es bastante relajado y flexible.
Rodea el sofá y se sienta colocándose a mi lado a muy pocos centímetros. Su cercanía me pone totalmente nerviosa, no la esperaba. Intento anclar mi mente a la realidad y me convenzo de que es lo normal para ella, que cuando se cree en confianza no sabe de límites personales. Hago mi mejor esfuerzo para disimular mi nerviosismo mientras me mira cuestionando el motivo por el que estoy en una página de empleos. Al parecer espera una respuesta.
-No busco trabajo. Busco a alguien que me ayude. -le aclaro.
-¿Iniciarás algo nuevo? -pregunta un tanto entusiasmada.
-No, sólo necesito alguien que me ayude con mi casa. -comienzo a explicarle - Resulta que no tengo demasiada disciplina con el orden y no me gustan las tareas domésticas, prefiero pagar para que alguien más las haga, pero ahora la persona que me ayudaba en ello se ha ido y creo que si no encuentro rápidamente a alguien todo pueda volverse un caos.
-¿Necesitas alguien a tiempo completo? -parece interesada
-No, realmente solo necesito alguien de medio tiempo, dos o tres veces por semana.
Dibuja una amplia sonrisa en su rostro e inesperadamente me cierra la computadora ante mi asombro.
-No sigas buscando -me sentencia -hoy estás de suerte. Tengo a la persona ideal para ti.
-¿No se si confiar en tu juicio? -dudo entrecerrando los ojos.
-Indra
-¿Indra?, ¿tu Indra? -frunzo el ceño
-Sí, ella misma -me responde sonriendo
-¿Ya no quiere trabajar contigo? ¿Tan pronto se ha hartado de ti? -sonrío burlonamente.
-Obvio no, soy demasiado adorable para que alguien quiera alejarse de mí.
-¿Y yo era la ególatra? -le inquiero en voz alta pero en silencio, aún en contra de mi voluntad no puedo evitar darle la razón.
-Ok. Me atrapaste ahí -ríe y yo intento no perderme en su risa. no se que me sucede. -Indra busca un trabajo así, algo para sus tiempos libres. Como sabes ella antes de llegar aquí sólo tenía una bolsa de plástico con un par de cosas y ahora que tiene techo quiere juntar dinero más rápido para poder comprarse ropa, muebles... Ya sabes, cosas.
-No lo se, no estoy segura...
-¿Cómo no? Es perfecta, vive cerca, tú le has enseñado muchas cosas, no entiendo el problema.
-Hagamos una cosa, si le interesa que venga a visitarme o cuando me vea que me lo pida ella misma y platicamos. Que tú aquí me estás convenciendo de darle un trabajo a alguien que aún no sabemos si está interesada.
-Ya verás que sí., pero mejor comenzamos a ver la película que la pizza se volverá a enfriar.
La lluvia no cesa, todo lo contrario, parece que a cada minuto toma más fuerza. Apenas han transcurrido diez minutos de la película y Clarke toma el control poniéndole pausa a esta.
-¿Te molesta si hablo durante la película? -me pregunta algo preocupada. -A veces suelo hacerlo cuando se trata de una que ya he visto, pero si te enfada iré por una mordaza y me la pondré.
Cualquier otro que me lo hubiese preguntado, mi respuesta habría sido "sí me molesta así que cállate", pero a ella no. Realmente, aunque la película me encanta, por alguna razón superior a mi, prefiero escuchar la voz de Clarke.
-No me molesta -respondo dibujando una sonrisa a medias. -No es que me vaya a perder algo de la historia, la he visto demasiadas veces que casi te la puedo recitar.
-Entonces aclarado ese punto podemos seguir -repone aliviada y da reproducir de nuevo a la película.
Terminamos pronto la cena y la película está casi por finalizar. Ella se levanta y me extiende la mano invitándome a ponerme de pue. Le sigo el juego y la obedezco.
-Mejor extendemos el sofá, creo que sería más cómodo -dice mientras se inclina para convertirlo en una cama.
Yo la miro con extrañeza pero soy incapaz de reponer algo. Solo miro hacia la ventana y veo que la tormenta sigue si curso incesante.
-Quizás siga así toda la madrugada por lo que la cama te podría ser muy útil esta noche. -me advierte señalando el mueble.
-Probablemente -respondo con gesto de resignación pero aceptando su oferta.
Nos tendemos en lo que ahora es una cama tamaño matrimonial, la una de la otra a una distancia considerable. Continuamos mirando la pantalla.
-¿A qué te dedicas? -pregunta sin retirar su vista del televisor.
-Ya te he dicho.
-Un blog no deja dinero. Todos entran a mirar gratis. -responde con incredulidad.
-Los usuarios no pagan, pero los patrocinadores y la publicidad sí.
-¿Y eso te da para vivir tranquilamente?
-Sí, aunque también hago un par de cosas más. -respondo fingiendo desinterés en la charla.
-Lo sabía -dice girándose completamente hacia mí -Sabía que no podrías dedicarte solo a eso. ¿Qué más haces?
-Eres demasiado curiosa y esto parece un interrogatorio -advierto.
-Lo es, pero para tu infortunio no puedes ir a otra parte y te aseguro que yo no pararé. -mantiene una sonrisa victoriosa. -pero soy alguien justa y también puedes hacerme preguntas.
Esbozo una sonrisa chueca e inhalo a manera de resignación.
-Colaboró para una revista gastronómica. Tengo una sección mensual y aunque no deja grandes ganancias me agrada.
-¿Y el otro?
-Ah. Ese es más divertido. Trabajo para la televisión.
-¿Tienes un programa? ¿Nunca te he visto? ¿Qué canal? -pregunta emocionada.
-Mmm no exactamente -respondo mientras río por sus absurdas conjeturas - hay un programa de viajes y recomendaciones culinarias, el conductor es un actor conocido y muy carismático, pero desafortunadamente no puede distinguir entre una cebolla y un puerro, entonces ahí entro yo. Viajo un poco antes, recorro el lugar, dejo escrito mis opiniones y recomendaciones, entregó mi bitácora y los demás le hacen un guión espléndido donde él se luce y parece el más grande conocedor.
-¿No te molesta?
-¿Qué?
-Que alguien recite tus palabras como si fueran suyas -parece un poco indignada.
-No, me pagan por ello. Además el trabajo es divertido. Viajo gratis en primera clase y la paga es demasiado buena. Es como que te paguen por ir de vacaciones.
-Bueno... Visto desde esa perspectiva -hace una mueca de conformismo -¿Duran mucho los viajes? ¿Qué tan frecuentes son?
-Depende, a veces duran una semana, otras un mes y una vez duró dos meses. Pero son pocos viajes al año. Como te dije, es como si fueran vacaciones.
Ella parece conforme con las respuestas y nos damos cuenta que la película ha terminado, acordamos mutuamente sintonizar un canal cualquiera en la tv, solo para pasar el tiempo.
-¿Por qué elegiste esa película si la has visto tantas veces? -pregunta
-Porque me gusta y nunca está de más verla otra vez, además va ad hoc con el clima.
-Ah ya veo. Te agradan las películas de asesinos y esas cosas.
-No. Me agrada el buen cine y esta me parece una buena representante, además que no simpatizaba mucho con el resto del catálogo que tienes -señaló el estante de películas.
-Ohh -expresa ofendida -te parece que tengo mal gusto. –Afirma.
-No, por supuesto que no -intento disculparme -es solo que soy un alma vieja y me resultaron demasiado actuales.
- Y ¿exactamente cuál es tu estilo?
-Todos los géneros. Pero disfruto mucho el cine de los años cincuenta y sesenta. No soy una experta, pero también me gustan algunos clásicos del cine mudo -Comienzo a hablar un tanto emocionada -pero sobre todo el cine italiano de los cincuentas, todo lo de Vittorio De Sica, Fellini, Ettore Scola, Ponti.
-Realmente solo me suena Fellini -responde
-Pensé que conocerías más, puesto que la fachada del restaurante es bastante semejante a aquella época y tienes todos estos afiches de decoración.
-Bueno... Eso es de mi abuela. Me pareció que iba acorde con todo y decidí ponerlo. Ella también era fan de ese tipo de cine, claro, muy probablemente por su edad. Seguro que si ustedes dos se hubieran conocido habrían sido mejores amigas. Tienen tanto en común. -dice mientras me mira inspeccionando.
-No lo creo, tu abuela fue demasiado blanda contigo -digo sonriendo y ella me mira intrigada -si fueses mi nieta ya te tendría viendo cine de calidad ocho horas al día para instruirte mínimamente.
-Pues hazlo. -contesta y parece inmediatamente arrepentirse al ver que mi sonrisa se desdibuja dando paso al asombro -Digo, no ocho horas, ni algo diario pero me encantaría entender porque tanta fascinación por el cine de antes.
-Quizás un día de estos te preste alguna película de mi colección para que te vayas iniciando. -intento mantenerme en terreno seguro.
La noche avanza y seguimos hablando de cosas banales, mis ojos me pesan, balbuceo mientras ellos se cierran. Quedo completamente dormida.
Despierto, todo sigue oscuro, me encuentro un poco desorientada, se que no es mi casa, se que no es mi cama, dejo que mi cabeza recobre el sentido en su totalidad y recuerdo que estoy en casa de Clarke. Permanezco tumbada, sin hacer movimiento alguno, espero a que mi vista se adapte a la oscuridad y decido explorar con la mirada.
Apenas giro hacia mi derecha me percato que Clarke se encuentra durmiendo a un lado de mí. Duerme acostada de lado y está posicionada frente a mí. La observo y no puedo evitar pensar el tiempo que ha pasado sin que alguien duerma a mi lado, a todas las devuelvía inmediatamente a casa.
Luce igual de hermosa y resplandeciente, como si acabara de arreglarse para una fiesta, mi pensamiento me traiciona y con la mano a escasos dos centímetros de ella dibujo cada línea de su rostro, acercó el mío un poco más y me estremezco al sentir su aliento. De repente ella se mueve y regresó instintivamente de inmediato a mi lugar, me avergüenzo de mí misma por este atrevimiento y me coloco dándole la espalda. Intento justificarme -ella es bella y yo he estado sola tanto tiempo, seguro es un efecto común de la soledad -me repito en silencio hasta volver a quedarme dormida.
Son las seis de la mañana, ella sigue dormida. Me pongo de cuclillas a un lado de la cama, decido tocarle la cara suavemente para despertarla.
-Clarke, debo irme -le susurro
-Todavía está oscuro. -balbucea soñolienta -¿ha pasado la lluvia?
-Ya ha amanecido y la lluvia ha terminado. Gracias por todo.
-Deja te acompaño a la puerta -Hace el amago por incorporarse pero yo la detengo.
-No. Sigue durmiendo, conozco la salida.
Ella no se opone y vuelve a acostarse. Camino hacia la puerta tratando de hacer el menor ruido posible para no molestarla. Ya en el marco de la puerta estando a punto de salir escucho su voz.
-¡Lexa! Recuerda lo que me prometiste.
Giro hacia ella y la miro con gesto de confusión. Dudo de mi misma ¿será que soñolienta le hice alguna promesa y ahora no la recuerdo?
-Las películas que me enseñarías. -responde como si me hubiera leído la mente.
Exhalo aliviada -Ah eso, pero no fue promesa, fue un quizás.
-A mí me pareció un ofrecimiento serio, si no, no lo hubieras ofrecido. –se incorpora por encima del sofá.
Sonrío al ver su melena despeinada. Su actitud es tan desafiante que casi puedo asegurar que ella sabe que no le negaré nada. al menos hoy no.
-Pero tienes que prometerme que las cuidarás como tu vida. –Accedo con precauciones.
-Tenlo por seguro - Alza la mano como muestra de juramento. -aunque si tienes tanta desconfianza podrías acompañarme a verlas. –me propone.
-Ya veremos –prefiero dejar en suspenso la respuesta. Hago un ademán con la mano para despedirme y cierro la puerta al salir. Una vez estando del otro lado no puedo dar un paso más, me apoyo a la pared y tomo unos segundo para recuperarme. Mi cabeza es un torbellino y debo parar, ahora debo tranquilizar este temporal interno.

MERECEMOS ALGO MEJORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora