CAPÍTULO 22

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Continúo mirando hacia donde se que Clarke se encuentra. Las preguntas siguen martillando en mi cabeza sin que las respuestas se dignen a surgir. He perdido la noción del tiempo, no se si llevo parada aquí diez minutos o diez horas.
De pronto siento que un par de brazos se enredan mi abdomen.
-¿Qué haces aquí sin ropa y con este frío? -Susurra en mi oído mientras reposa su cabeza en mi hombro.
No me había dado cuenta del frío que hace ni de la falta de ropa, solo me levanté como si de un episodio de sonambulismo se tratase y caminé hacia donde mi subconsciente me llevó.
-No podía dormir -respondo con media sonrisa y cerrando los ojos.
-¿Es por mí?
-Es por muchas cosas que tengo ahora mismo en la cabeza.
Me besa la mejilla y frota fuertemente mis brazos -Vamos adentro, te va a dar hipotermia si te quedas en estás condiciones. -toma mano y me arrastra con ella.
Me lleva hasta la cama, con cuidado me recuesta en ella y me cubre con las sábanas. Se reclina y me da dos besos, uno en la frente y el segundo en la boca.
-¿Quieres un vaso de leche caliente para que entres en calor? -pregunta con suma cortesía.
-No -respondo tajante sin mirarla.
-¿Quieres...? -su voz revela un alto grado de nerviosismo -¿Quieres que hablemos?
Entonces la miro, dentro de lo que la oscuridad me permite, quiero que al mirarla pueda despejar mis dudas, pero no es así, siguen ahí y solo las hacen más intensas. He estado teniendo días demasiado vertiginosos y estoy ansiosa por un momento de calma, solo uno que me permita tener paz aunque solo sea por lo que queda de la noche.
-No quiero hablar. Mañana tendremos todo el tiempo y no se lo que sucederá después. -digo con seriedad -lo que ahora quiero es que te acuestes a mi lado y me abraces... Sólo eso, solo hoy.
-¿Estás segura de lo que pides?
Asiento con seguridad -Sí. Mañana probablemente todo será diferente, pero ahora quiero sentirme normal, como antes. Quiero regresar al pasado y sentir que te importo, sentir que me amas. -cierro los ojos para evitar llorar.
-Lexa... -vuelve a inclinarse para besarme con fuerza
-Abrázame por favor -suplico entre lágrimas -solo esta noche abrázame fuerte y no me sueltes.
Sin decir más, rodea la cama y se mete dentro de las sábanas conmigo. Me giro para tenerla de frente, acaricio su rostro y la beso imaginando que nos quedamos atrapadas en el tiempo, en el pasado feliz y que este presente no existe. En este momento solo la amo a ella, porque Clarke no existe, ni siquiera la he conocido.
Me toma entre sus brazos y se aferra a mi cuerpo. Yo hago lo propio con el suyo mientras hundo mi rostro en su pecho. Me embriago con su aroma hasta quedarme profundamente dormida.
Despierto y ambas seguimos en la misma posición con la que nos dormimos. No abro los ojos inmediatamente, quiero prolongar un poco más este momento, quiero disfrutarlo el máximo tiempo posible.
Es hora de regresar a la realidad, abro mis ojos lentamente, me separo poco a poco de ella y conduzco mi mirada a su rostro. Me doy cuenta que está despierta, con los ojos muy abiertos.
-Buenos días - dice mientras me observa con una sonrisa.
-¿Cuánto tiempo llevas despierta? -no contesto a su saludo.
-Bastante tiempo
-¿Y por qué no te has levantado?
-Parecías cómoda con la posición, no quería despertarte y... -duda un momento - me gusta observarte dormir... te veías tan tranquila.
Su comentario me incomoda, me siento en la cama cubriendo mi cuerpo con una sábana. Ella ser da cuenta de mi pudor y se levanta rápidamente hacia mis cajones.
-¿Quieres que te de alguna ropa? -pregunta
-No, solo necesito que salgas un momento para poder cambiarme.
-Sí, enseguida -responde decepcionada.
-Gracias -le digo cuando ella está a punto de salir de la habitación.
-¿Por qué? - voltea hacia mí con gesto de confusión.
-Por lo de anoche -bajo la cabeza -por lo último... por dejarme dormir.
-Lexa... Eso para mí ha sido...
-Ahora, necesito cambiarme -la interrumpo
Hace lo que le pido y me regala una última sonrisa antes de cerrar la puerta.
Demoro casi una hora en salir. La ducha ha hecho que pierda el sentido del tiempo. Me visto con ropa ligera y tomo valor para salir y enfrentarme de una vez a lo que viene.
Costia está sentada en el comedor, con los brazos en la mesa y la mirada distraída en sus manos que juguetean nerviosamente entre ellas. Cuando escucha mis pasos voltea a mirarme y vuelve a sonreírme.
-Te has bañado - hace la observación.
Asiento -Si quieres puedes hacerlo -señalo el baño.
-Después. -hace una pausa y cambia de tema. -He querido hacerte el desayuno, pero no tienes fogones y en la nevera solo hay leche, yogurt y jugos.
-No suelo cocinar, no necesito fogones.
-¿Qué estás diciendo? - me mira sin comprenderme.
-Lo que escuchaste. No cocino, nunca lo hago, entonces no necesito ingredientes ni estufa.
-Eso no puede ser posible -ríe como si creyera que he dicho una broma -tú vivías para eso. Todo el día te pasabas apuntando en esa libreta las cosas que se te venían a la cabeza y casi se te hacía imposible esperar para llevarlas a cabo.
-Antes. Ahora ya no - respondo con hostilidad –y espero que la hayas aprovechado, porque si mal no recuerdo, la libreta también te la dejé.
-Ni siquiera la abrí.
-Nunca pensé que fueras tonta, ahí tenías muy buenas opciones para renovar constantemente tu menú.
No dice nada, solo baja la cabeza ante mi agresividad.
-Y bien, ¿Cómo te ha ido con el restaurante? –pregunto sin intentar disimular que finjo interés.
-Bien –responde sin entusiasmo desviando la mirada.
-¿Quién se quedo con la parte de Roan? –pregunto mientras tomo asiento a su lado. – espero que al menos haya tenido la decencia de heredártelo.
-No. Cuando te fuiste comencé a darle lo que por ley le correspondía, mucho menos de lo que tú le habías acostumbrado –me mira con la misma seriedad que aplica en su tono de voz –Pronto se hartó y le hice una oferta por su parte, la aceptó y no volví a saber de él hasta el medio año después que tuvo el accidente.
-Cuando lo leí en el diarios le envié flores, pero no sabía si la tarjeta con mis condolencias debía enviársela a sus padres o a ti. –le cuento con mordacidad.
-No fui al funeral. No tenía nada que lamentar y no quería ser hipócrita y llegar a ofrecer mis condolencias sin sentirlas.
-¿Insinúas que soy hipócrita? –entiendo la indirecta.
-Tú fuiste quien envió el pésame y flores, no yo.
-No fue hipocresía, fue auténtico, a diferencia de ti, yo si lamenté su muerte.
-Conmigo no tienes que fingir. Yo se lo que te hizo y también se que no lo perdonaste. –me hace saber que no cree en lo que digo.
-No finjo –respondo mirándola directamente a los ojos –Fueron muchos años de amistad. Es verdad que intencionalmente me hizo daño, se perdió en toda esa oscuridad que al final lo convirtió en una persona asquerosa, pero hubo una época en la que él fue realmente mi amigo, en la que me quería y hubiera hecho cualquier cosa por mí. –suspiro fuertemente –Y tienes razón, nunca lo perdoné... a ninguno de los dos.
Se hace un largo silencio, mis ojos recorren nerviosos todos los puntos de la habitación sin fijarse en ninguno en específico y los de ellas vuelven a perderse en sus inquietas mano.
-Entonces ¿Qué significó lo de anoche? –pregunta si desviar su mirada de las manos.
-Para serte sincera no lo se. Anoche llegaste de sorpresa y quizás me sentía sola o probablemente fui débil, no lo se, pero estoy segura que esa no es mi manera de decir que te perdono.
-Se que con eso no quiere decir que todo está perdonado, pero quiere decir que no me odias y sobretodo, dice que todavía sientes algo por mí.
La miro escudriñándola, debo tener mucho cuidado con mis palabras, a ella no me es fácil mentirle puesto que me conoce muy bien, mejor que nadie, el corolario que expone es impecable.
-No puedes negarlo porque sabes que es cierto -me dice con sonrisa victoriosa y comienza a tocarme las manos -Estoy segura que todo esté tiempo me has necesitado tanto como yo a ti, ayer me lo has hecho sentir.
-¿Qué pensarías si te dijera que me he enamorado? -pregunto para afectarla - perdidamente, de una manera absoluta y que para mi suerte y dicha, esa persona me corresponde.
-Diría que mientes -responde con cautela
-¿Segura? ¿Piensas que estoy tan vacía no tengo la capacidad de amar a alguien más y que nadie puede llegar a enamorarse de mí?
-¿Quién es ella? -responde afectada hasta el enfado
-Nunca dije que hubiera alguien, solo fue una hipótesis. -miento al responderle -pero han pasado muchos años y te confieso que no los pasé sola.
-¿Qué quieres decir?
-Lo que entendiste, que después de dejarte muchas mujeres pasaron por mi vida...
-Cállate, no quiero escucharlo -se levanta totalmente conmocionada
-Sobre todo en los primeros meses que me di cuenta que no le resultaba indiferente a las chicas -me levanto y continúo mi relato -era tan fácil, solo tenía que llegar y ellas me ofrecían compañia...
-Por favor Lexa, no sigas -me pide mientras comienza a caminar en círculos.
-Esto me hizo darme cuenta del tiempo que desperdicié, tantas mujeres fuera... -hago caso omiso de su petición -ese descubrimiento fue tan grato, tantas mujeres, tanta diversión, todo fue un alucinante nuevo mundo que...
Pierde la compostura, gira con rapidez y aprieta con brusquedad mis brazos mirándome con furia a los ojos.
-Tú eres mía -se acerca y me besa con fuerza -de nadie más, solo mía -suelta mis brazos y me abraza fuertemente.
Siento que mi corazón se acelera, no quiero que ella se de cuenta, no quiero delatarme tan fácilmente, así que, como puedo, me separo de su abrazo.
-Han sido casi cinco años, las personas siguen adelante -la tomo por los hombros -Es demasiado soberbio de tu parte pensar que me quedaría sola llorándote todo este tiempo.
-Yo lo hice -responde con convicción -Yo te he esperado sola todo esté tiempo.
-Ahh claro, exceptuando a mi amigo con el que te acostabas -ataco con sarcasmo.
-Ya te he explicado, quiero que lo entiendas.
-Entiendo, incluso puedo escudarte, pero eso no quiere decir que tus acciones se borren como por un acto de magia.
-Dime que hacer, pídeme lo que quieras y lo haré. Solo quiero que me perdones. -suplicante toma con ambas manos mi rostro.
-Una máquina del tiempo para volver atrás -respondo con mis ojos clavados en los suyos.
-No seas tan cruel -Me besa con desesperación. Yo cedo ante su beso, no lo rechazó, al contrario, me pierdo momentáneamente en él.
-Tú eres la que debe dejar de ser cruel conmigo -ahora susurro cerca de su boca -¿por qué me haces esto?, ¿por qué tenías que regresar?
-Porque es el único camino que conozco, porque soy tuya y no se que otra cosa hacer. Porque todo esté tiempo no he vivido, solo me he limitado a sobrevivir.
-Por favor Costia, -junto mi frente con la suya y cierro los ojos -libérame de ti. Necesito ser libre de nuevo.
-Yo quiero que lo seas -me abraza -pero tu libertad está a mi lado.
Vuelve a besarme, no se que me pasa pero no me puedo resistir a ella y yo también la beso. Su mano comienza a perderse en mi cintura y yo empiezo a perder la cordura.
-Dime que ninguna de esas mujeres significó algo para ti -me incita a confesarle mientras me muerde el labio. -dime que ninguna fue cosa de más de una noche. No me importa con cuantas hayas estado, solo me importa que yo haya sido la única que haya tenido significado.
-Costia -pronuncio su nombre jadeando -Todas esas mujeres que te dije son nadie para mí. Ninguna era tú.
Mi respiración se pierde entre sus labios y de repente recuerdo que dolorosamente Clarke también entra dentro de la lista, pero ella no es alguien insignificante, no es una más, ella realmente significó algo muy importante para mí. La alejé pero no puedo dejarla como una nadie, definitivamente ella era alguien, alguien importante.
Como puedo logro controlarme y detengo la apasionada sesión de besos que nos brindábamos mutuamente, la separo un poco ante su insistencia y tomo valor para confesarle que también me enamoré de otra persona.
-Ninguna otra me importó al principio -la miro a los ojos -siempre te buscaba en ellas y era decepcionante darme cuenta que ninguna eras tú, pero hace pocos meses alguien llegó a mi vida...
-No quiero seguir hablando de esto -comienza a besarme el cuello para callarme -me basta con saber lo que me has dicho y no quiero saber más.
Se pierde en mi cuello y luego arremete contra mi oreja, está dejándome indefensa. En sus manos soy un títere y hago lo que ella quiere. Le he dado libre acceso a todo mi cuerpo y ella no desaprovecha la oportunidad. Sus manos rápidamente están sacándome la blusa. No puedo oponerme. Acaricia lentamente todo mi torso, espalda, abdomen, senos, brazos. Comienza a besar mis hombro y lentamente va descendiendo. Al mismo tiempo coloca su pierna entre las mías y empieza a frotar.
Respira con dificultad mientras continúa con el roce y los besos, absolutamente todo mi cuerpo está temblando, estoy segura que me sostengo por obra de algún milagro. Esto es el cielo y daría lo que sea por estar siempre en él, pero recuerdo que mi vida desde hace tanto es un infierno y ahora no puedo solamente maquillarlo por esporádicos momentos de felicidad. Quiero marcar un camino y quiero que ella sepa exactamente como son las cosas ahora conmigo.
De forma sobrehumana vuelvo a hacerme de mi auto control y la separo de mí, después la llevo a una silla del comedor y la siento. Busco mi blusa, vuelvo a colocármela y me siento frente de ella con la mesa como barrera.
-No podemos seguir -me falta oxígeno al hablar -antes tenemos mucho que hablar.
-Ya hemos hablado demasiado.
-Solo hablamos de ti. Tú no sabes como son las cosas ahora conmigo.
-Eres Lexa, mi Lexa.
-No es así -hablo con amargura -De la persona que conociste no queda nada. El tiempo y el dolor hacen estragos. Te aseguro que a la persona que tienes en frente podrías llegar a odiarla.
-Nunca podría hacer eso.
-¿Qué esperas de mí? -pregunto con seriedad.
-Que vuelvas conmigo -responde sin dudas.
-¿Para qué?
-Quiero reparar el daño que te hice y quiero hacerte feliz -sus ojos están cristalinos
-Entonces ¿lo que buscas es sentirte bien contigo misma?
-No -busca corregir inmediatamente -No y sí. Hacerte feliz me hace feliz porque te amo.
-¿Y si no puedes hacerlo?, ¿y si no puedes lograrlo?
-Moriré en el intento entonces.
-Quiere decir que estarías dispuesta a vivir toda tu vida compartiendo mi infelicidad, siendo infeliz siempre. -le afirmó mi pensamiento.
-Si eso es lo que ahora puedes ofrecerme, lo tomo -responde decidida. -Pero estoy segura que las cosas podrán cambiar y volver a ser como antes.
-No estés tan segura -comienzo a analizar mi propuesta -¿Quieres saber qué te propongo?, ¿quieres saber la única manera en la que pienso que tú y yo podríamos volver a estar juntas?
-Sí, quiero saberlo.
-Tienes que aceptarme como ahora soy, -río silenciosamente haciendo una mueca -creo que soportarme definiría mejor la situación. Tendré buenos momentos, pero sobretodo tendré malos y pésimos momentos y te aseguro que tú serás la persona que recibirá todo eso. Ya no seré cariñosa y romántica como me conociste, ahora puede ser que incluso rechacé tus muestras de cariño, probablemente te hable con malas maneras, incluso quizás te engañe una que otra vez, pero no te preocupes nunca te dejaré por un affair.
Ella me escucha en silencio esperando a que termine mi propuesta.
-Quiero que te quede claro que yo ya no te pertenezco pero tú a mí sí, así que por supuesto que por más affairs que yo tenga tú no tienes permitido engañarme, no me gustó la primera vez y no creo que me gusté la siguiente, aunque puede ser que nunca llegue a engañarte. -continuó con esta descabellada propuesta - y no te haré promesas porque no pienso cumplirlas, así que no me las pidas, pero sobretodo quiero, necesito que sepas que si regreso contigo es completamente seguro que te haré mucho daño. Estas son mis condiciones. -hago una pausa y la observo esperando su negativa -Ahora tú decides, ¿aceptas venir al infierno conmigo o no?
-Acepto -responde sin dudar -pero quiero que te comprometes...a esto, no se exactamente como definirlo, pero sea lo que sea esto quiero que te comprometas.
-Yo no soy la que debo comprometerme, la única que tiene que hacerlo eres tú.
-Quiero que te comprometes a nunca dejarme -es lo único que pido.
La miro con asombro, no puedo creer que esté aceptando algo que resulta tan enfermizo.
-Piensa bien lo que estás haciendo, Costia -le hago una advertencia -puedes seguir felizmente tu vida.
-No tengo nada más que pensar. -me mira retándome -ahora la que tiene que decidir eres tú.
-Estás loca, quizás estás más enferma que yo.
-No lo dudes -extiende su mano como si de un negocio se tratara -¿aceptas?
-Acepto -estrecho su mano y de está fría manera se que ella y yo estamos oficialmente juntas de nuevo.
Una semana ha transcurrido desde que hemos vuelto. Prácticamente hemos estado encerradas en este departamento, solo hemos salido porque Costia ha insistido y han sido paseos cortos. Ella me ha propuesto que me vaya con ella y yo he aceptado, es lo más lógico, así ella regresa a su trabajo y yo puedo seguir con el mío remotamente. Por supuesto que no tengo pensado volver a trabajar en su restaurante.
Estos días no han sido malos, al contrario, me he sentido bastante bien, solo en un par de ocasiones he tenido episodios malos, pero en general todo ha estado bien. Ella ha sido amable y sumamente tolerante conmigo. En todo momento que puede me demuestra su cariño y se muestra siempre preocupada por mi bienestar, realmente no puedo pedirle nada más, sin embargo siento un vacío, siento que las cosas no están bien y están a punto de ponerse feas.
Mañana debemos irnos, toda esta semana he pedido a Indra que no venga a trabajar, quería absoluta privacidad, pero ahora le he solicitado que venga. Muy temprano toca a la puerta y voy a atenderla.
-Buen día Lexa. -me saluda animosamente.
-Indra, buen día. Mañana me voy -digo sin preámbulos.
-¿Sales de viaje otra vez?
-No, me mudo. Me voy de la ciudad.
-¿A dónde vas? -me mira con desconcierto.
La puerta de la habitación se abre y de ella sale una Costia sonriente
-Buenos días, tú debes de ser Indra -Saluda amablemente
-Sí, esa soy yo - contesta confusa mientras intercalando mirada entre mi persona y la de Costia.
-Soy Costia -se presenta a si misma al darse cuenta de la sorpresa de Indra -Lexa me ha platicado de ti, te aprecia mucho, y confía mucho en ti como para dejarte su casa a tu cuidado.
-Costia, puedes dejarnos un momento - es inoportuna y la interrumpo. La miro con severidad -ahora, necesito hablar a solas con Indra.
Ella comprende mi tono y abnegadamente me obedece, se despide educadamente y con la misma se retira.
-No me digas que es la misma Costia de antes -Indra intenta salir de su duda.
-Exactamente la misma, pero por favor vamos a hablar ahí -señalo mi balcón y la llevo hasta ahí.
-¿Qué estás haciendo, Lexa?
-Aunque no lo creas, intentando repararme.
-¿Con la misma persona que te averió? Suena a algo muy inteligente -su tono es sarcástico.
-Es la única que puede hacerlo. Y además me ha explicado todo, las cosas no son exactamente como yo las creí. -intento convencerla -ella también, de alguna forma, ha sido víctima.
-Quizás eso sea cierto, probablemente ella es la víctima y tú la villana, pero como eres tan necia te empeñaste en ver las cosas a tu manera.
-Que bonita percepción tienes de mí -respondo con ironía.
-¿Quieres que te mienta o que sea honesta?
-Mañana me voy -no respondo a su pregunta -necesito que cuides de mi casa, te mandaré tus cheques y dinero para cuestiones de mantenimiento. Puedes venir a vivir aquí si quieres.
-No gracias, ya tengo casa. -responde despreciando mi propuesta
-Pero aquí no pagarías renta.
-Pero estoy feliz con Clarke, la prefiero como casera.
-Ya veo -sus palabras me han dolido -has tomado un bando.
-Clarke me contó lo que le has hecho -su mirada es de reproche -no tomo un bando, pero lo que ella me ha dicho te convierte en la mala de esta historia, y sin embargo no quiero creer que las cosas fueron exactamente como ella me las dijo.
-Créele todo -miro hacia su restaurante y suspiro -ella no miente. Tenía que hacerlo, fue lo mejor que pude hacer por ella.
-¿Por ella?, más bien por ti, así podías seguir sin remordimientos con Costia.
-Ella llegó después, no lo tenía planeado. Solo llegó y no pude resistir.
-¿Estás enamorada de Costia?
-Nunca dejé de estarlo -respondo con seguridad -ese ha sido el gran problema todo este tiempo. Nunca pude superarla.
-Eso no significa que estés enamorada, significa estás estancada, que eres débil y necesitas ayuda para resolver dicho problema. No amamos nuestros problemas, los solucionamos. -me revela lo que piensa -Ahora la pregunta del millón, ¿Estás enamorada de Clarke?
-Sabes la respuesta -mis ojos siguen fijos en aquel edificio de enfrente.
-Entonces, cruza la calle y díselo -señala el edificio que miro.
-No puedo -intento hacerme fuerte para no llorar -tomé una decisión y no voy a cambiarla.
-Todavía no es tarde, Clarke está dolida, la has lastimado mucho, pero se que si hablas con ella te perdonará. -habla con desesperación.
-Ahora estoy con Costia y me quedaré con ella.
-¿Sabes? haz lo que quieras, pero te diré algo -su voz se torna triste y enojada a la vez -yo lo hacía por ti. Estoy segura que Clarke contigo o sin ti será feliz, se enamorará nuevamente y juro por Dios que será correspondida, pero contigo no estoy segura de que tengas un final feliz.
Agacho la cabeza, se que tiene razón y no puedo rebatir lo que me acaba de decir. Ella es alguien que ha sufrido mucho más que yo y sin embargo sale adelante, pero yo simplemente no puedo. Tal vez soy una niña malcriada que está haciendo el más grande berrinche de la vida o quizá no soy tan fuerte como siempre he creído.
Indra se acerca y me abraza -Adiós Lexa, espero equivocarme, espero que seas feliz y que todo te salga perfecto -me da un beso en la mejilla y vuelve a abrazarme -Avísame cuando te vayas para venir a acomodar todo.
Asiento y le sonrío -Adiós Indra, cuida bien de mi casa, por favor.
Nos separamos y ella se dirige a la puerta para marcharse.
-Si quieres puedes decirle a Clarke que me he marchado y con quién lo he hecho -le digo cuando está a punto de salir -puede estar tranquila que de no la incomodaré, no volverá a toparse conmigo.
Asiente fuertemente con la cabeza -Si lo creo necesario así lo haré -cierra la puerta y se marcha. Y esta es la manera en que duramente me despido de una amiga.
A la mañana siguiente todo ya está listo y empacado solo falta subirlo al auto de Costia. Ella ha salido muy temprano y ahora regresa con unas bolsas que reconozco fácilmente.
-Traje unos sándwiches de pavo y pierna con un couli dulce de fresas y naranja que parece estar delicioso. -describe emocionada.
-No lo quiero -respondo con brusquedad
-¿Segura? Todo se ve muy bueno -intenta convencerme de probar bocado -come un poco, vamos a viajar casi ocho horas y honestamente no estás como para saltarte comidas -comienza a abrir las bolsas -estás en los huesos, deberías intentar ganar algo de peso.
-Te he dicho que no quiero -me muestro irritada.
-Está bien, pero te guardaré el tuyo por si en el camino te da hambre. -me da por mi lado -Por cierto, Indra trabaja donde he comprado. No me habías dicho, se sorprendió mucho al verme -me relata su experiencia -y la chica que atiende es encantadora, me ha fascinado el lugar. ¿Ya has ido?
-¿Por qué tenías que haber ido ahí precisamente? -estoy completamente enojada.
-Porque es lo más cerca que había y el tiempo... -contesta nerviosa.
-Pudiste haber sido menos floja y caminado un poco más, nunca debiste ir ahí ¿Quién te mandó ahí? Nadie -alzo la voz fuertemente
-Perdóname no sabía que tú no querías, nunca me dijiste. -su nerviosismo acrecienta -si no quieres está bien .
-No quiero, y quiero que tú tampoco lo comas. -ordeno con autoridad.
-Lexa, no tiene sentido... Ya lo he comprado y tengo hambre... –está estupefacta.
Me acerco, tomo la comida y vuelvo a meterlo en las bolsas, no quiero que ella coma nada de Clarke. No quiero que ellas se mezclen en ninguna forma. Ya ha sido un error que Costia vea a Clarke y ahora no quiero que nada más pase.
-Tíralo, regálalo, haz lo que quieras excepto comerlo - le advierto sin parpadear, entregándole la bolsa en las manos.
-Está bien, como digas -la noto temblorosa -voy a regalarlo a los chicos de la entrada. -se levanta y se marcha nerviosa con los ojos cristalinos.
No me siento orgullosa de lo que he hecho, pero me justifico absurdamente diciéndome que no podía permitirlo.
Llevamos media hora en carretera, la radio está encendida, Costia parece triste y temerosa, no hemos pronunciado palabra en el camino, el ambiente se siente tenso.
Yo miro por la ventana los árboles, las líneas de la carretera y pienso que cada árbol y valla que pasamos me aleja un poco más del lugar en el que probablemente quiero estar, no ha transcurrido ni una hora y ya estoy añorando regresar a ese lugar en el que no tengo nada y lo tengo todo a la vez. Ya no hay tiempo para arrepentimientos, ya he tomado una decisión y no puedo volver atrás.
A lo lejos, a un lado de carretera, distingo un gran espectacular que parece tratarse de un restaurante.
-Paremos un momento ahí, por favor. -señaló con mi dedo el lugar.
-Es un restaurante -me dice nerviosa mirándome de reojo. -¿Tienes hambre?
-No, pero tú sí.
-No te preocupes por mí, si tú no tienes hambre puedo esperar a llegar -se apresura a decir
Tomo su mano derecha y entrelazo sus dedos con los míos.
-No, tú querías comer y no está bien que pases hambre -el tono y la sonrisa que le brindo son dulces. Llevo su mano a mis labios y la beso con delicadeza, es mi manera de disculparme y de decirle que en este momento no tiene que tener miedo. -además, quizás también yo decida comer algo.
Me sonríe como si el mundo se iluminará, como si yo le hubiera dado la cosa más grandiosa en todo el universo. Su felicidad casi es palpable. Aparca el auto y al salir viene hacia mí y me abraza.
-Muero de hambre -me toma de la mano, me da un rápido beso en los labios y entramos al dichoso restaurante.
A partir de aquí, espero que el viaje sea más sencillo y placentero, intentaré hacer las cosas más fáciles.

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