CAPÍTULO 3

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Buen día, mi nombre es Clarke Griffin –comienza a presentarse de manera profesional -soy la dueña del lugar y de antemano me gustaría disculparme por lo acontecido, escuchar su queja, intentar remediarlo y darle una explicación –ha sido amable pero directa.
-Lexa Woods – como puedo salgo del shock y pronuncio mi nombre a manera de presentación –pero no quiero arreglar nada, simplemente quiero salir de este lugar y mi queja es que aquí debería ser un delito dejar que el cocinero sirva está cosa –señalo el plato y vuelvo a pensar en lo grosera que estoy siendo, pero me siento decepcionada, porque desde que supe que era un restaurante me había creado grandes expectativas.
Ella me mira cara de decepción pero vislumbro cierto gesto de contención a su enojo. Realiza un visaje con la mano al chico, haciéndole ver que quiere hablar a solas conmigo y se vuelve de nuevo a mí.
-Puedo sentarme –pregunta mirándome directamente a los ojos.
-Puede hacer lo que quiera, el lugar es suyo y yo ya me voy –pongo el dinero en la mesa, me levanto para irme.
-Por favor, deme un par de minutos –me cierra el camino pero mantiene el tono profesional –al menos permítame eso.
La miro con intriga, no me esta haciendo una invitación, siento que me está dando una orden aunque parezca todo lo contrario. Cedo, quiero saber que quiere decirme, a pesar de que su excusa no me importa porque ya he tomado una decisión.
-Tengo algo de prisa –le digo mientras regreso a mi silla –así que agradecería que sea lo más breve posible.
-Pero originalmente tenía planeado gastar al menos veinte minutos aquí –Tiene una sonrisa amable, pero me sigue retando.
-Puede ser, solo que ahora debo encontrar otro lugar donde desayunar –repongo tajantemente –y creo que el inicio de una disculpa no debe comenzar por cuestionarme.
Baja la mirada, sonríe y vuelve a mirarme –Pero esto ya no es una disculpa, al presentarme ya me he disculpado y no creo que sea necesario hacerlo dos veces –apoya los antebrazos en la mesa y continúa –ahora lo que resta es darle una explicación –señala el asqueroso plato –y encontrar una solución.
La observo sin parpadear, se está imponiendo y yo he decidido seguir su ritmo. No se porque lo hago pero quiero saber a donde llega.
-¿Cuál sería la explicación a esto? –deslizo el plato hacia ella y la vuelvo a mirar a los ojos –y ¿qué explicación podría tener?
-Entiendo –mira el plato y asiente –no está correcta la elaboración pero... -la interrumpo bruscamente.
-¿No está correcta? –Me rio de forma burlona –Esto no solo no es lo que pedí, simplemente no es comestible.
-Estoy con usted en eso –está siendo condescendiente –pero si no me deja hablar no podré explicarle el motivo –lo dice dicho a manera de reproche –el chico que está en la cocina todavía está en capacitación.
-Esa no es excusa. Si va a trabajar en una cocina, al menos debe saber preparar una holandesa y saber cuando se ha cortado –imito su anterior postura, pongo los brazos en la mesa y la miro a los ojos – sobre todo si se encuentra en su menú. Si yo fuera usted lo despediría inmediatamente.
-Pero no lo es –responde en automático –y solo yo decido quien se queda y quien se va.
-Y con esta decisión está condenado al fracaso este lugar –examino con la vista el lugar y me cruzo de brazos –no creo que supere el mes.
-Quizá Monty aún no esté listo –al parecer ese es el nombre del intento absurdo de cocinero –pero lo estará. Se lo aseguro.
-Está bien –exhalo exageradamente con intención de mostrar mi hartazgo – ha dado su explicación, esto se está tornando muy tedioso y ya no quiero una solución. Simplemente olvidaré para siempre que este lugar existe. –Miento. eso no es posible  porque lo tengo frente a mi departamento.
-Sería una pena, en verdad me gustaría que nos diese otra oportunidad –no está suplicando, solo me está señalando que mi opinión es importante ¡claro que lo es! –además que aún no he terminado la explicación.
-¿Sabe algo? Esto puede volverse demasiado discursivo y mi tiempo está agotándose - además de mi paciencia, pienso. Intento esconder la incomodidad que esto me está generando -Usted gana. No escribiré sobre este lugar, sólo quiero irme ya.
-¿Cómo?... No entiendo -su pose segura ha cambiado, parece confundida.
-Lo que usted buscaba -le digo con tono de obviedad. -evitar que escriba algo malo sobre su establecimiento.
-Y ¿por qué eso debería preocuparme especialmente?
Eso me ha dado en el ego, estoy acostumbrada que al revelar mi nombre, los pequeños restaurantes e incluso los grandes me reconozcan. Yo soy importante, me gusta sublimarme. A mi soberbia le encanta saber que mi opinión vale mucho.
-¿Sabe quién soy? -cuestionó aún con incredulidad
- Usted dijo llamarse Lexa y para mí es un cliente insatisfecho que deseo termine satisfecho.
Tuerso la boca a manera de disgusto -¿Alguna vez ha trabajado en un restaurante anteriormente?
Ella se sonroja, baja la mirada. Al parecer he tocado un punto débil. Está avergonzada.
-Nunca -regresa sus ojos a los míos -pero siempre hay una primera vez.
Lanzo una sonora carcajada que ella se ha tomado como burla, estoy comenzando a disfrutar mi posición. Ahora yo tengo el sartén por el mango. Se arrepentirá de toda su actitud retadora previa. Tomo mi bolso, saco mi teléfono, abro una página de internet y se lo entregó.
-Está soy yo -le estoy enseñando mi blog donde publico mis opiniones acerca de restaurantes y ella está leyendo con atención. Lo hace por un tiempo prolongado. Hago un gesto con la mano que demuestra mi suficiencia -Así que no sólo soy un simple comensal insatisfecho, ni fácil de satisfacer.
Ella me mira con una expresión que no logro descifrar - Entonces te dedicas a destruir el trabajo de otros.
-No, por supuesto que no -me siento ofendida, ha minimizado mi trabajo - me dedico a evitarle malas experiencias culinarias a las personas.
-Honestamente no creo que lo hagas y también creo que estás sobrevalorando tu propia opinión -otro golpe directo a mi ego -además esto no puede afectarme, no suelo usar redes sociales ni este tipo de medios para publicitarme, ni para mi vida.
-Puede que no lo hagas -mi orgullo herido habla y estoy decidida a abandonar la cortesía -pero de alguna manera te aseguro que te puede afectar directamente y de una forma arrolladora.
-Es tu opinión, yo tengo la mía.
-Creo que no estás entendiendo -estoy perdiendo la paciencia y con cada palabra que sale de su boca me siento más ofendida -te aseguro que mi opinión influye en aproximadamente cien mil personas, que es la cantidad de gente me sigue solo por internet. Y si yo digo que esto es un asco, la mayoría evitará visitarte. Así que tu opinión, aunque suene engreída, en este caso no vale lo mismo que la mía.
-No se bien como funciona ese sistema -intenta descaradamente fingir interés en el tema -Tú señalas los errores de todos los lugares, decides cual es el menos desagradable y los demás te hacen caso ¿no es demasiado pretencioso?
De repente me doy cuenta que nos estamos tuteando y no me percaté del momento exacto en que esto comenzó a suceder .
-No es tan sencillo como lo planteas, debes tener conocimientos -le estoy sugiriendo que es una ignorante en el tema culinario -y sobre todo ser objetivo. También reseñó los buenos lugares y alabo sus virtudes, algo de lo que este lugar carece. -sí, quiero ofenderla.
-¿Eso ha sido una amenaza? - Ha captado bien la indirecta.
-No. Pero si quieres podría demostrarte mi punto.
-Me temo que no lo podrás demostrar -su postura parece relajada -hasta donde se, no puedes hacer una crítica de un lugar que aún no está abierto al público. Imagino que tienes que fechar las visitas a los lugares y nosotros no abriremos hasta dentro de cuatro semanas.
Me ha descolocado. No entiendo de lo que está hablando. Empiezo a considerar que la mujer está loca, pero decido salir de mis dudas.
-¿De qué hablas? Yo estoy aquí, soy un cliente y por lo tanto el lugar ya está en funcionamiento.
-Te equivocas, eres una invitada -comienza a explicarme -nunca te cobraron ni pensaban hacerlo, la caja aún no está en funcionamiento. Mira -señala las mesas y pizarras de menu de exterior arrumbadas - están ahí por la simple razón de que aún no estamos ofreciendo servicio.
-Entonces ¿por qué me ofrecieron entrar? -Todo es cada vez más confuso
-Estamos haciendo pruebas de aceptación del menú con personas al azar -me mira con expresión tranquila -tú pasabas y según me han dicho parecías interesada, entonces ellos -estira su brazo señalando a la cocina -decidieron adelantar el ejercicio sin esperarme. Ha sido un error porque aún no tienen ni dos días de capacitación y debieron esperarme, peroal menos han tenido iniciativa y buena intención.
-Entonces ¿tú eres la chef?
-Por así decirlo, soy quien está a cargo de la cocina -al parecer no le gusta el título que le asigné.
-No me gusta ser conejillo de indias -advierto.
-Y a mi no me agrada lo que haces. -La poca cortesía que le quedaba se ha diluído absolutamente.
-¿Qué? mi trabajo
Asiente y no me mira.
-Es fácil juzgar el trabajo de otro, pero si tanto te gusta la "perfección" -mueve los dedos índices y medios simulando comillas -¿por qué no intentas hacerlo tú misma? Así te darás cuenta de esfuerzo que esto requiere.
De manera instintiva me vuelvo a reír, ella parece inexpresiva.
-¿Crees que ni siquiera se cocinar? -sigo divertida mientras ella cambia el semblante y comienza a inspeccionarme. Me levanto, tomo mis cosas y me dirijo a ella que permanece sentada.
-Te aseguro que se cocinar, te aseguro que conozco este trabajo y por supuesto que conozco el esfuerzo mejor que nadie, al menos mucho mejor que tú. Yo no soy una improvisada. -la sonrisa se me ha borrado y sólo queda una mueca.
Me alejo sin decir nada más. Ella sigue sentada y no se si se volvió para mirarme, yo no lo hice, así que no se cual es la expresión que tiene en esos momentos.

MERECEMOS ALGO MEJORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora