Capítulo 3: The Apple

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Caminó fuera de la enfermería, con su mirada perdida en la fruta de rojo brillante, observando su reflejo en ésta. No lograba recordar nada, pero sabía que había algo importante de lo cual debía de encargarse. Amy cerró sus ojos recordando aquellas palabras que la habían hecho perder el conocimiento:

–Tres oportunidades yo te daré, logra la meta y tu deseo cumpliré– repitió pensativa –¿Tres oportunidades?, ¿Qué oportunidades?, ¿Y cómo sabré si perdí la alguna?– se cuestionó, suspirando frustrada ante la falta de respuestas –Supongo que tendré que averiguarlo en el camino– se dijo a sí misma, regresando su vista al fruto carmesí, parecía ser algo importante, pero no entendía por qué. Amy observó la manzana pensativa, intentando maquinar en su cabeza por qué parecía estar presente en todos lados o qué debía de hacer con ésta –Tal vez debo...– murmuró acercando la manzana a su boca abriéndola febril.

–¡Cuidado!– escuchó un grito para ver a alguien chocar contra ella, derribándola al piso, dejándola aturdida por el impacto.

Amy sintió el pesado cuerpo de alguien sobre el de ella –¡Demonios!, fíjate por donde andas– escuchó el reclamo de alguien, frunciendo el ceño al acto distinguiendo un rostro familiar. Los ojos violetas y expresión de típica molestia la hicieron alegrar, era un rostro familiar, aunque no amigable.

–¿Knuckles?– murmuró esbozando una sonrisa al reconocer la expresión de molestia tan típica de su amigo –¡Knuckles!– gritó con emoción abrazándolo por el cuello de inmediato.

–¡¿Qué crees que haces?!– gritó el equidna empujándola con fuerza, sonrojando –¡¿Acaso no tienes idea de quién soy yo?!– gritó con altanería.

–¡Te dije que no atraparías la...– calló al ver a su amigo con su rostro de color carmín –¿Y ahora qué sucede?– inquirió el erizo azul confuso.

Knuckles bufó molesto observando a la eriza rosa quien aún yacía en el suelo –Tengo una nueva admiradora, eso es todo– respondió sonrojado.

Amy sintió la mirada intensa de Sonic sobre ella, haciéndola sonrojar con intensidad avergonzada por la confusión que se había formado.

–¡No, no, no!– negó Amy poniéndose en pie torpemente –Es sólo que...– calló sabiendo que en esta realidad nueva y extraña, lo más seguro era que, como con Sonic, ellos no fueran amigos –Lo siento, te pareces a alguien que conozco– murmuró con nostalgia y un dejo de tristeza en su voz.

Sonic le sonrió amigablemente, relajando sus gestos, acercándose a ella. Amy lo vio sintiendo su corazón latir con velocidad. El erizo azul palpó su cabeza con gentileza sonrojándola intensamente por una dulzura muy poco vista en su heroico erizo.

–¿Tu cabeza está mejor?– preguntó Sonic con una sonrisa perlada.

–¡¿Eh?!– exclamó la eriza rosa con sus mejillas carmín –Sí, sí, gracias– asintió fuertemente con la cabeza. Se sentía extrañamente nerviosa. Su Sonic había sido dulce antes, pero por alguna razón, éste tenía algo diferente, algo que la hacía estremecer con la más mínima de las caricias. Amy subió tímidamente la mirada, observando aquellos ojos color jade verla con ternura. Provocando que su sonroje se intensificara. –L-Lo siento, me tropecé con Knuckles y...

–Fue mi culpa– interrumpió el erizo gentilmente. Sonic se acercó a ella, obligándola a retener el aliento, hasta que lo vio tomar algo que yacía a la par de su pie –Yo le lance la pelota a Knuckles en medio del pasillo, no creí que hubiera nadie caminando a esta hora.

Amy vio la pelota de baseball que yacía en la mano del erizo frunciendo el ceño. Parecía que las pelotas de baseball tenían algo en su contra en ese mundo.

Amy's NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora