Capítulo 4: Una Nueva Oportunidad

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"Salvarlo tu misión será, falla y el infierno tú probarás..."


Despertó de golpe con su respiración acelerada exclamando su nombre en un grito, percatándose que yacía recostada en su cama. Amy se vio ilesa percatándose que se encontraba bien. –¿Un... un sueño?– murmuró para dirigir su mirada a sus manos temblorosas sintiendo su rostro mojado por las lágrimas que habían corrido sin control mientras dormía.

–¡Por fin despiertas!– escuchó un grito para ver la puerta abrirse con fuerza. Amy se sobresaltó para ver a una golondrina púrpura verla con intensidad muy molesta. –¡¿Crees que un pequeño accidente te libra de tus quehaceres?

–¿Accidente?– repitió confusa. Amy registró el lugar con la mirada, percatándose que yacía en una habitación de pisos de madera. Yacía sobre una colchoneta en el suelo y a su alrededor pudo ver cientos de objetos diferentes, casi como si durmiera dentro de una bodega o armario. Dirigió de nuevo su mirada al ave que la miraba con intensidad.

–Levántate de una buena vez– ordenó para caminar hacia ella y abrir las ventanas cubiertas por unas pesadas cortinas polvorientas, dejando entrar la luz del sol. –No pienso hacer tu parte por tu torpeza.

–Yo... yo creo...– murmuró Amy confundida.

–Y toma– le lanzó una manzana, la cual atrapó con febrilidad –No lo olvides– dijo por último para dar media vuelta y caminar en dirección a la salida –Toma tu uniforme y preséntate abajo para recibir tus tareas del día de hoy.

Amy vio con horror aquella fruta que ella le había dado para darle a entender que seguía en aquel juego que Midnight había creado para ella. Se puso a pie de prisa sintiéndose mareada de pronto. Tocó su cabeza sintiendo nuevamente un pequeño bulto sobresalir de la misma, reviviendo lo que había acontecido pocos días atrás, en una realidad diferente.

Vio un uniforme rosa que consistía en unos pantalones cortos hasta la rodilla, con un cinturón rojo que rodeaba la cintura y una blusa de manga largas que llegaban hasta sus codos. Unas sandalias cafés completaban el atuendo. Lo tomó con cierta duda para escuchar de nuevo a la golondrina exclamar su nombre con enfado, provocando que se cambiara rápidamente.

Amy se vio frente a un sucio espejo para notar que de nuevo sus púas yacían cortas y aquella cara de inocente colegiala había desaparecido por completo. De alguna manera se aliviaba de verse como antes, a excepción de aquellas extrañas ropas. Su nombre fue exclamado nuevamente para así correr rápidamente fuera de la habitación y llegar hasta donde el ave púrpura la esperaba con impaciencia. No tenía idea de qué era esa nueva realidad, pero sabía que fuera lo que fuera debería de intentar adaptarse como lo había hecho en la anterior.

–Ya era hora– regaño molesta –Madame está molesta y desea hablar contigo.

–¿Te refieres a la dueña?

–¿Qué sucede contigo hoy Amy?– inquirió arqueando una ceja –¿Acaso la caída fue tan fuerte?

–¿Qué caída?– preguntó la eriza curiosa.

–La del segundo nivel– le recordó – Te pedí que esperarás a Jet para ayudarte, pero insististe en limpiar el ventanal por tu cuenta.

–¿Jet?, ¿Ventanal?

–No puede ser, estás más torpe de lo acostumbrado– regañó –Yo...

–¡Wave!– escucharon ambas a lejanía.

–¡Demonios!– exclamó para tomarla de la muñeca con fuerza haciéndola caminar casi a rastras por el pasillo de madera pulida –Me has hecho perder demasiado el tiempo, andando.

Amy's NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora