{1} - Simbar.

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Tan solo había pasado un día desde que tomé la decisión de salirme del equipo del Roller y ya estoy arrepentida. Son pensamientos que tengo seguido, actúo rápido y luego me arrepiento pero jamás podría demostrarlo. Iría en contra de la imagen de Ámbar Smith. Una imagen que cada vez me cuesta más mantener, pero tengo miedo de cambiar mi forma de ser o mucho peor, el no ser aceptada como realmente soy. 

-¡Ámbar! Te estoy hablando hace horas.- Sentí el grito de mi madrina o bueno, ¿tía? Sharon.

-Perdón madrina, ¿qué pasó?-Pregunté mirándola. Noté en su mirada que estaba bastante enfadada pero no pude descubrir por qué.

-¿Todavía me lo preguntas Ámbar? No fuiste al colegio, mira la hora que es. -Me volvió a gritar y rápidamente miré la hora, era la media mañana y yo seguía en la mansión.- No puedo estar todo el día arriba tuyo diciéndote lo que tenes que hacer, si seguís así vas a dar la peor imagen en la Universidad de Paris, y no lo puedo permitir... 

Me disculpé diciendo que no volvería a pasar y salí rápidamente de la mansión diciendo que me iba directo al Blake, pero no tenía ganas de ir. Hoy realmente me sentía cansada de fingir, más cansada que nunca. Comencé a caminar sin dirección alguna pensando en todo lo que me había pasado en este año que apenas estaba comenzando pero ya era un desastre. 

Cuando quise acordar estaba bastante cerca del Roller y para ser sincera, no quería encontrarme con nadie. Estaba sin maquillaje, a punto de llorar y con muy pocos ánimos de fingir que todo está bien en mi vida. Pero ya era demasiado tarde, ya que en una banca a dos metros de donde estaba yo, se encontraba Simón. Entré en pánico y rápidamente me giré para irme hacia el otro lado, pero él ya me había visto.

- ¿Ámbar?- Escuché su voz confundida y me quedé quieta en donde estaba, juntando aire para fingir mi mejor sonrisa y cara de superioridad. Pero todo se esfumó cuando me giré y lo vi igual o más triste de lo que yo estaba. 

-Simón... qué sorpresa verte por acá. -Le dije intentando no encontrarme con su mirada.- ¿Te pasa algo? -No pude evitar preguntarlo, entre el golpe que tenía en su mejilla y sus ojos llorosos parecía que realmente estaba mal. 

-Wow, me sorprende que tú me preguntes eso. -Abrí mis ojos totalmente incrédula y me giré para irme, no podía creer que por primera vez había mostrado interés y el me respondía así, esta es una de las razones por las cual no me muestro como soy.

-Ámbar, espera.- Me dijo mientras tomaba mi brazo para girarme nuevamente hacia él, evitando que yo pudiera irme.- No pensé que te ibas a ofender así, fue algo tonto de mi parte. Lo siento. -Por primera vez conecté mi mirada con la suya y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. 

-Está bien, lo entiendo. -Le dije corriendo rápidamente mi mirada de la suya, ¿por qué me demostraba tan débil frente a él? 

-Me fui de la Rollerband. - Admitió mirándome con sus ojos tristes, dejándome sin saber qué decir. 

-Es por lo que pasó ayer, ¿no? -Le pregunté acercándome a la banca donde él estaba, para sentarme, y él rápidamente hizo lo mismo. 

-Si te soy sincero, el golpe es lo que menos me importa Ámbar. -Suspiró y volvió a conectar su mirada con la mía.- Yo dejé todo por la banda y me duele que ellos hayan tirado todo por una chica que apenas conocían, que como si fuera poco terminaron siendo dos. -Abrió sus ojos al decir eso y no pude evitar reírme por su expresión. 

-Me imagino que debe doler mucho Simón y... no soy buena con los consejos pero no deberías abandonar tu sueño. -Le respondí desde el fondo de mi corazón, dejando atrás esa Ámbar egoísta que jamás pensaría en los demás, no sé por qué él había logrado que yo fuera así al menos por un minuto. 

-Gracias Ámbar. -Me respondió acariciando mi mejilla, haciendo que mi corazón se acelerara. 

-¿Por qué? Te di un consejo que te podría haber dado cualquiera. -Le respondí corriendo mi mirada ya que comenzaba a ponerme nerviosa, ¿por qué este guitarrista podía lograr estas cosas en mi? 

-Sí, pero me mostraste una Ámbar que nadie conoce. -En ese momento me tensé, me paré para irme pero el nuevamente me detuvo.- Eso no es algo malo, bonita. Sé que así eres tu realmente pero no sé por qué motivo no te demuestras así con todos. -Intenté con todas mis fuerzas que las lagrimas acumuladas en mis ojos no salieran pero no pude evitarlo

-Es más difícil de lo que crees, Simón. -Lo miré a los ojos notando como él me miraba con ternura.- Hice muchas cosas malas y en mi familia esperan mucho de mi. Necesito que no le cuentes a nadie que me viste así. -Lo miré casi que suplicándole pero él ignoro por completo mis palabras y tomó mi mano.

-Ámbar, no es difícil. Tú lo haces difícil. -Con su mano libre acarició mi mejilla y limpió algunas lágrimas que caían por la misma.- Déjame ayudarte, yo quiero estar a tu lado. -Nuevamente mi corazón comenzó a palpitar más rápido y mis ganas de abrazarlo eran totalmente incontrolables.

-¿Por qué? Nadie quiere estar a mi lado, Simón. -Me solté del agarre de su mano y me corrí levemente hacia atrás.- Lo mejor es que yo me siga mostrando como siempre, que todo siga como está ahora. Estoy bien así. 

-No, eso no es lo mejor. -Negó con su cabeza y con un rápido movimiento se acercó a mi rostro, quedando a centímetros de distancia.

- Es que, no sé cuando fue Simón pero me perdí. Estoy totalmente perdida y no creo que nada ni nadie pueda salvarme. -Intenté mantenerme firme pero las lagrimas no paraban de caer por mi mejilla. 

-Tú, tú misma puedes salvarte. Y yo quiero ayudarte. -Volvió a limpiar mis lágrimas y tomó mi rostro entre sus manos para unir nuestros labios en un beso.

No sería fácil cambiar, mucho menos admitir mis sentimientos por Simón. Pero después de ese momento realmente ya no había vuelta atrás. El guitarrista, el mexicano, el que odie desde el primer momento que vi había logrado convencerme de cambiar y eso jamás me lo podría olvidar. 

➳ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora