CAPÍTULO 5 "Mentiroso"

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Lágrimas caen por las rojizas mejillas de Elizabeta, la razón: Gilbert.

- Liz, ¡abre la puerta!- se escucha una voz afuera del cuarto.

- ¡Lárgate!-

- Tan siquiera déjame explic....

- ¡NO!.... ¡No quiero ni escucharte, ¡vete!- 

- Por favor- el albino se deja caer con la cabeza pegada a la puerta - Liz, te juro que no fue mi culpa 

- ¿Crees que estoy ciega?.... Si lo ví todo claramente Gilbert Beilschmit- dijo con pequeños sollozos.

- Yo nunca dije eso.... Liz, solo deja que te explique

- ¡QUE NO!- grita furiosa.

****
Gilbert se encontraba durmiendo aún, el día anterior había dudo uno de sus mejores días.
Pero su sueño fue interrumpido por una notificación en su celular, así que decidió ver que era.

~ Whatsapp ~
° Gilbert, necesito que vallas al bar, así podemos platicar
• ¿Cual es la razón por la que el señorito quiere platicar a estas horas?
° Tu solo ven
• Está bien, voy para aya
~~
El albino se alisto, bajando a la cocina para tomar un pan e irse en el carro. Se dirigió hacia aquel bar, tardando unos quince minutos en llegar. Entró y se sentó pidiendo una copa, mirando a su alrededor a ver si de pura casualidad no había llegado el austriaco ya.
Media hora pasó y el pelinegro no llegaba. Resignado a que no llegaría pagó y se levantó para irse, pero antes de que llegara a la puerta una mujer se acercó a él mencionando le que era muy temprano para que se fuera, él mayor le respondió un "lo siento me tengo que ir" pero pareciera que la mujer no escuchaba ya que se acercaba más y más al albino en forma seductora.

- Oye, está bien que sea irresistible pero tengo novia- la chica parecía que realmente no escuchaba, y eso ponía furioso al ojirojo.

La joven se acercó a sus labios y lo beso, Prusia intentaba quitarla con fuerza hasta que se quitó de el después de escuchar un grito.

- ¡Gilbert!-

Oh, no esa voz tan familiar, volteo a ver y si era ella, Elizabeta.

- Liz...- limpio sus labios con la manga del la camisa que traía.

- Todo lo que me dijiste fue una maldita mentira- dijo con un hilo de voz y importando le poco que estuviera enferma - Y yo te creí como una tonta..... Roderinch tenía razón, tu solo juegas conmigo, no necesite ni un día para darme cuenta de eso- salió corriendo furiosa del lugar.

El albino corrió tras ella, pero la chica era rápida. Se detuvo un momento tomando aire y pensando " fue una maldita trampa de ese estúpido señorito". Una vez que tomo aire de nuevo, empezó a correr llegando a la casa y entrando sin permiso, la casa parecía vacía, solo que en un cuarto del piso de arriba se escuchaban pequeños sollozos.
Cómo pudo ser tan idiota y no darse cuenta.
****
- Ya te dije que no fue mi culpa....- dijo recordando el mensaje que el austriaco le había enviado- Fue el señorito podrido quien me tendió una trampa.

- ¡Como puedes calumniar a Roderinch así!-

- ¡Te digo la maldita verdad Elizabeta!-

Un ruido en la parte de abajo hizo sobresaltar al mayor. Era de la puerta principal, seguramente ese idiota traidor.

Pudo ver como el pelinegro subía las escaleras quedando frente a él.

- Te dignas a venir después de hacerle daño a Elizabeta- dijo descaradamente.

- ¡Todo era un sucio plan hecho por ti!- mencionó levantándose y dando un empujón al austriaco.

- Yo no he hecho nada... No intentes cubrir tus errores culpando a otros- con sus manos sacudió su saco.

Mein Kleine LiebeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora