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No se podía mover, se sentía terriblemente cansada. Como si todas sus energías hubieran sido consumidas hasta el punto de dejarla sin fuerzas para hablar o abrir los ojos. Y aún en esas condiciones, Chihiro notaba que estaba en una superficie ligeramente blanda que se deslizaba por el piso , que tenía muchas cosas ligeras encima y que todo olía a hierbas, tanto que ya no podía distinguir su adorado perfume de frutas.

Poco a poco su mente se fue despertando y recordó que alguien la había arrastrado al interior del castillo. La persona que la metió en el saco era tan rápida que parecía tener ocho brazos. Luego aspiró un polvo de olor peculiar y ya no supo nada de lo que pasaba, pero tenía la sensación de que no había transcurrido mucho tiempo desde entonces.

-¿Qué haces aquí?-dijo una voz masculina que destilaba petulancia.

Sintió como la superficie sobre la que viajaba aminoraba el paso.

-Trabajar-contestó malhumorado lo que parecía ser la voz de su anciano secuestrador.

-Deberías de estar en las calderas, dentro de poco empieza tu turno.

- Y todos estos sacos de hierbas deberían de haber estado hace rato en las calderas y sin embargo no lo están.

Hubo un silencio y el transporte de Chihiro volvió a ponerse en movimiento.

-Lo siento señor Kamaji. No se lo diga a Yubaba, por favor. Es mi primer día como capataz-suplicó angustiado mientras el tal Kamaji seguía su camino sin pronunciar palabra alguna.

Hierbas, solo había dicho sacos con hierbas, nada de que llevaba a una chica en el fondo de lo que Chihiro suponía que sería alguna especie de carretilla. Intentó gritar para pedir ayuda pero no era capaz de abrir la boca, aún tenía el cuerpo adormecido por la droga.

Dejó que el pánico la embargara por unos instantes antes de tranquilizarse y comenzar a trazar un plan. Iban a bajar a las calderas, las cuales deberían encontrarse en la base del edificio. Seguramente habría más de una salida al exterior. El hombre era mayor, pero bastante rápido y por lo visto también era astuto. Hasta que no se le pasaran los efectos de la droga sus opciones de huir no eran muchas, y ella lo sabía. Y nada le aseguraba que no fuera a darle mas droga paralizante.

Quizás esa era la manera en que el destino, el karma, o la fuerza que se ocupaba del equilibrio del mundo la castigaba.

La carretilla dio un brinco y a Chihiro se le escapó un gruñido. Al principio no fue consciente de eso, pero pronto se dio cuenta de lo que significaba. La alegría que le produjo saber que ya podía hacer ruido hizo que le dieran unas ganas terribles de gritar y dar saltitos, pero aun no podía hacer ni una cosa ni la otra. Así que decidió que en cuanto percibiera la mínima señal de que habían otras personas cerca empezaría a gruñir como loca. No estaba dispuesta a rendirse.

Aunque no podía moverse sintió como su cuerpo se ponía en tensión, preparándose para cualquier cosa. La adrenalina se expandía sin control y la cabeza le latía por la velocidad a la que su corazón bombeaba sangre. Quería calmarse porque le daba miedo no oír lo suficiente. Y justo en ese momento escuchó una voz de mujer.

-¡Kamaji!-dijo con energía y escuchó unos pasos apresurados-Espera, yo también bajo.

¿Eso quería decir que estaban en un ascensor?

Chihiro sonrió mentalmente por la suerte que había tenido, en un ascensor no había manera de que no se la oyera y tampoco había forma de disimular sus gruñidos.

-Al parecer volvió a entrar otro, pero aún no lo han encontrado. Su olor está por toda la calle principal, es bastante ligero pero los cazadores lograron captarlo-suspiró la mujer- Maldita sea, los de esta noche no solo quieren hierbas en sus baños.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2017 ⏰

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El viaje de Chihiro 2. El retorno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora