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No eran océanos, no eran montañas, eran una combinación entre estos y el sol.

Lana rubia, pétalos rojos, cuerdas graves, como de metal.

Entre las notas ondulabas.
Entre cuerdas te paseabas.
Por medio del viento te hacías escuchar.

Letras volaban, melodías las acompañaban, y corazones rotos las seguían desde atrás.

Guapo e inteligente, un hazmerreír.
Bañado en divinidad y poseedor de la armonía.

Venías, sonreías y con las mismas te ibas.
Dejabas un desorden, en mi centro y superior, uno que siempre te gustó.

Mis hormonas te amaban, mis neuronas te odiaban, y lo sabías, claro que lo sabías.

EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora