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El aparato cumple con la función de refrescar esa calurosa noche.

Dos corazones laten bajo el aire, mientras que suspiros se mezclan en sus pulmones.

Se acarician delicadamente, como si mayor fuerza los fuera a quebrar.

Se oyen, pero no se observan, se sienten, se huelen.

Cabellos cortos y largos ocupan las almohadas, y una sábana mantiene los cuerpos en su lugar.

Las caricias disminuyen su frecuencia y las respiraciones comienzan a ser superficiales.
Se están enamorando y es muy similar a quedarse dormido, porque cierras los ojos en la oscuridad y cuando los vuelves a abrir los rayos del sol traspasan tu ventana, y así, sin más, horas pasaron y no las procesaste.

Esos dos corazónes siguen latiendo, fuertes y constantes, y seguirán latiendo porque es su función, latir; el amor... el amor es química.

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