Madness

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— Necesitamos hablar, JiHo.

— ¿Qué sucede, amor? Si es por lo que sucedió ayer con P.O realmente lo lamento mucho.— Meditó sus palabras por breves momentos y luego las soltó. — Ahora mismo está siendo reprendido, nadie toca lo que es mío.— La calma en las palabras del rubio era impresionante, su enorme sonrisa también era increíble; parecía estar totalmente en paz consigo mismo.

SeokJin no sabía si tener miedo por la tranquilidad de su tono de voz, característica de un claro psicópata, o por lo que comentó sobre P.O  y esa reprimenda que estaría recibiendo justo en esos instantes. De cualquier forma sabía que no estaba seguro, estaba expuesto e indefenso.

-—JiHo, me refiero a cómo te comportas, tu y yo...— Se señaló de manera aleatoria a él y al rubio. — No somos pareja, te lo dije en el salón, no quiero estar contigo.

— Oh, cariño, estoy seguro que por la emoción del momento tú te negaste. Seguramente no creíste que eso de verdad estuviera pasando pero en realidad estamos hechos el uno para el otro.— Dio un paso al frente esperando ser escuchado fuerte y claro.

— Sé lo que sucedió perfectamente y, aun así, la respuesta sigue siendo no.— Fue firme, su paciencia comenzaba a agotarse. Su fatiga e insomnio no le estaban ayudando a mantener el control.

— Jinnie, Jinnie, príncipe, escucha.— Pudo notar como sus manos comenzaban a temblar. —Puedo darte todo lo que desees con sólo chasquear los dedos; todo lo que anheles será tuyo y tú sólo debes dejarte querer a cambio. No lo ves ahora pero nos amarémos mucho en un tiempo más, yo sé...

— ¡Basta, JiHo!— Interrupió fuertemente, ya no podía soportarlo. — No fue por el momento y mucho menos necesito volver a pensarlo; yo realmente no quiero estar contigo, punto.- Sólo lo dijo mientras agachaba la cabeza pero hacía ademanes para corroborar lo que decía. Lo soltó directamente como solía hacer con todo pero no midió las consecuencias esta vez.

YoonGi le apretó suavemente del brazo para que prestara atención al frente, la expresión del rubio frente a ellos expresaba rabia pura-, mordía su labio con fuerza, comenzaba a cambiar de color; sus manos estaban tan apretadas que sus nudillos se tornaron blancos; JiHo estaba enojado, sumamente enojado.

— Escúchame bien, princesita.— Apretó los dientes mientras hablaba, se entendía con dificultad.— Me vas a pertenecer tanto en cuerpo como en alma, quieras o no, eres mío desde ahora y no voy a descansar hasta que te entregues a mi totalmente, cueste lo que cueste, tenga que asesinar a quien deba asesinar.— Le señaló con cada punto para recalcar sus demandas, bien, él también podía ser directo si SeokJin se pondría difícil.

Trato de acercarse al castaño, alzó su mano para acariciarle la mejilla pero un pelinegro, que se estuvo conteniendo todo este tiempo por intervenir, al fin hizo aparición interponiéndose entre ambos. JiHo estaba listo para darle un buen golpe al más bajito y ojeroso pero la campana de entrada los sorprendió a los tres, ya era tarde para la clases, YoonGi tomó a SeokJin del brazo y a jalones se lo llevó de ahí literalmente corriendo.

— Discúlpanos, Zico, pero se hace tarde.— Atinó a decir de forma torpe y acelerado mientras corría, los dos desaparecieron corriendo a gran velocidad por el pasillo.

Llegaron a tiempo gracias al miedo que fluía en sus venas porque los hizo correr como nunca en su vida lo habían hecho. Tomaron su respectivo lugar uno junto al otro en la primer fila de manera torpe, gracias a los dioses, el rubio iba en otro salón.

No pudieron concentrarse en ninguna de sus siguientes clases; el miedo los mantenía ocupados pensando en el asunto de cierto joven y calculando la gravedad del mismo o, al menos en el caso de SeokJin, ya que YoonGi sabía perfectamente a qué se atenía con una persona como él. A JiHo no le iban los juegos pero cuando se decidía a participar no perdía o, al menos, eso le dijeron por ahí.

Pasaron la mitad del día sin cruzar palabra, no podían ni sostenerse la mirada sin recordar el peligro que estaban corriendo justo en esos instantes, pero, cuando llegó la hora del descanso más largo, el castaño ya no pudo contenerse; la presión lo estaba matando internamente y necesitaba sacar un poco de ello.

— ¡¿Qué voy a hacer, Yoonnie?!— Y con ese grito cargado de desesperación sacó una parte del miedo que tenía, además de ganarse las miradas curiosas de sus compañeros, cosa que obviamente le valía un carajo.

Su salón para él era una zona neutro, realmente la opinión que tuvieran ellos de él no le importaba aunque, muy en el fondo, sí le tomara un poquito de consideración; Jinnie nunca tuvo la mejor autoestima pero esto cambió en cuanto tuvo contacto con su mejor amigo quien le compartió la soberbia y autoestima que tenía de sobra.

-—Querrás decir "¿Qué vamos a hacer?", ya me metí en tu problema también.— No quería sonar rudo pero, vamos, estaba asustado.

— Lo lamento. — Se dejó caer en su asiento totalmente desganado. — Realmente lo lamento, Yonnie, a veces no sé cerrar la boca y ahora la mafia está en nuestra contra.— Y, por inercia, agachó la cabeza manteniendo su vista en sus manos quienes jugueteaban una con la otra; tenía razón, estaban en un problema enorme, tal vez más grande de lo que él creía. — Esto es lo más irreal que podría estar viviendo.

Sus ojos comenzaron a aguarse y a picar; a pesar del coraje y enojo que pudiera tener su amigo contra él y su agresor, sintió como le acariciaba con cuidado la cabeza con la intención de revolver su cabello.

— Escucha, ahora estamos juntos en esto y encontraremos una forma de resolverlo, cueste lo que cueste, siempre lo hacemos; por ahora sólo hay que ser precavidos con Zico y sus chicos ¿Entendido?— Asintió levemente sin interponerse en la labor que se desempeñaba en su cabello; no quería que su amigo se detuviera, le gustaba la calidez que le transmitía, desde siempre fue la manera favorita de YoonGi para reconfortarlo.

Jin recordaba perfectamente cuando eran pequeños y jugaban con sus bicicletas de vez en cuando. El castaño era un poco torpe con las actividades motrices, por lo que terminaba casi siempre cara contra el suelo, pero nunca faltaban las pequeñas manitas del contrario que lo reconfortaban con cada caricia suave sobre su cabeza, realmente no ha cambiado mucho su relación desde ese entonces.

Si hay algo que se le daba de maravilla al castaño era meterse en problemas aun sin querer, no era que él lo provocara, el destino así lo decidía pero siempre estaba YoonGi para sacarlo de apuros, debería ser ilegal ser tan ingenioso y astuto como lo era el pálido.

En cierta ocasión SeokJin reprobó una materia, a estas alturas ya ni siquiera recordaba cual y Suga se infiltró a la oficina de la profesora y cambió la calificación por un decente ocho; nadie se dio cuenta del cambio hasta que las calificaciones se publicaron oficialmente pero después del tiempo transcurrido no se podían cambiar. Seok amaba a su mejor amigo más incluso de lo que se amaba a sí mismo y eso, solo por decirlo, ya era demasiado.

En esta situación lo último que le quedaba era confiar en el pelinegro bajito como lo ha hecho por once años de su vida, si había una salida factible sería encontrada por el de piel lechosa sin duda alguna.

Protégelo ~ NJ~ [Paused]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora