SECRETOS

35

Max se apartó.

Julie se acarició los moretones en sus brazos sin pronunciar palabra de su dolor.

- Perdóname. . . - Max apretó los ojos al decírselo, siempre se le había hecho difícil reconocer sus errores. – Por favor. . . - le acarició el hombro descubierto.

- Te he dicho que no me toques. - separó su hombro con brusquedad. – Y tampoco me dirijas la pala. . .

Max la cogió de las caderas y la pegó a su cuerpo besándola suavemente en los labios. Necesitaba sentir su calor, aquel olor que traía en el cuerpo que hacía enloquecer a cualquier, necesitaba saber que estaba a salvo, que estaba bien. Continuó besándola hasta sentir las pequeñas manos de Julie empujándolo. Max se separó y a la misma vez volteó el rostro al recibir la enorme bofetada que ella le daría.

- ¡SUÉLTAME! – le gritó. Los ojos se le inundaron en lágrimas. Max permaneció con el rostro volteado, también deseaba llorar, no quería perderla de esa forma - Por favor. . . - le rogó. – no me toques Max, no quiero que vuelvas a hacerlo.

- Déjame explicártelo. . .

- ¡No! solo quiero salir de aquí- cerró los ojos dejando salir las últimas lágrimas que se habían formado. Max quiso volver a acercarse y sentir que al menos tenía una esperanza con ella, sentir que al menos no todo estaba perdido.

- Solo quiero que me escuches. . .

- Me das asco. – le dijo aguantándose las lágrimas. – Me das asco Max. – evitó llorar y Max también lo hizo. Así las cosas resultarían más fáciles, así sería más fácil dejarlo ir y olvidarse de él.

No quiso y no tuvo las agallas para mirarlo y decírselo a los ojos, sabía que él podría dominarla con cualquier mirada o frase que proviniera de sus labios. Lo conocía y se conocía a ella misma. Salió de la habitación, de aquel cuarto en el que James había muerto, de aquel cuarto en el que los secretos de Max se habían esfumado para siempre pero así como los secretos se habían ido tal vez el amor también.