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Cuando eres digno de la presencia de Moondust no te puedes levantar al día siguiente como si nada, simplemente no sabes como continuar, no sabes como dormir, como reír y mucho menos como tener una rutina porque esa chica te trae de un lado a otro, tanto que extrañas el caos a su partida.

Y eso mismo fue lo que me pasó, no sabía que hacer, la disquera me había llamado, querían producir un álbum y yo tenia canciones para más de cinco, no era un problema, el problema residía en que todas aquellas canciones recorrían las épocas de mi vida a su primera partida y las que seguramente escribiría después serían por su segunda partida. Todas las canciones que tocara serían para ella y cada vez que ella las escuchase sabría eso, no me molestaba pero lo sentía injusto. Tenía dolor de sobra para escribir, no habían pasado ni veinticuatro horas desde que se fue así que el cadáver de su ausencia aún seguía fresco, podía sacarle provecho y eso hice. Sin embargo me sentía pésimo porque la felicidad no habia abundando en mi vida nunca, no quería ser esa persona que solo escribe cosas realmente tristes, no quería que el corazón de las personas que me escuchaban se rompiera más de lo que ya lo tenían. Me estaban escuchando, me estaban haciendo un regalo al no cambiar la radio, lo menos que podía hacer era regalarles un momento de felicidad así que escribí sobre dejar ir, sobre el nuevo comienzo, sobre que no importa que tan increíble fuese si acabo fue por algo.

Y aunque nunca me había creído del todo nada, esperaba que algo más increíble me estuviese esperando.

Génesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora