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Lo primero que pensé cuando mi madre me dijo que mi abuela había muerto fue en ti.
Salí de la casa hecha una furia con Dios, si es que hay un Dios, furiosa con el destino, la anatomía humana o cualquier cosa que hubiese hecho a los seres humanos tan débiles y efímeros.
Corrí a tu departamento y me lance en tus brazos porque no sabía que más hacer.
Mi abuela ya no estaba.
No estaba la mujer que me había hecho creer en un por siempre, que me había aconsejado sabiamente sobre las pruebas de la vida, aquella que me había llevado a mi primera aventura en el lago más cercano.
Te abrace y lloré.
Y yo nunca había llorado con nadie que no fuese mi familia.
Me abrazaste.
Y susurraste: "Ambos sabemos que no todo va a estar bien, y puedes llorar porque sufrir esta bien cuando es por algo que vale la pena. Estoy aquí. Y siempre voy a estar aquí M."
Y lloré.
Y sufrí.
Y siempre estuviste ahí.
Después aceptaste acompañarme al funeral en la ciudad.
Fue horrible. La gente decía cosas que no tenían ni pies ni cabeza, claro, hasta que me ayudaste a pasar. Había escrito algo para ella. Pero no pude leerlo.
Entonces comenzaste a cantar "If I Die Young" de The Band Perry.
En una ocasión te había comentado que le gustaba que se la cantará. Y ahí me derrumbe. Pero cante contigo. Te acompañe. Porque era su canción favorita.
Y porque te amaba.

Génesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora