Habitación 407 TERMINADA

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Johanna abrió la puerta y yo estaba frente a ella para dejarme ver la figura del Señor Lincon, quien se quedo sin decirme ni una palabra. 

-Hola -Dijo

-Sonrojada- Hola

-Señora yo tengo que retirarme, ya termine con su habitacion -Dijo Johanna y se retiro con las cosas

Me quede parada frente a el sin decir ni una palabra, el creía que yo era la huésped, y con lo que dijo Johanna recién con mas razón lo iba a pensar. El se hizo un paso adelante para poder entrar a mi habitacion cuando le hice un gesto de que pasara sin problema. Esperen. ¿Dije mi habitacion? 

Narra Mariano:

-Debes ser la señorita Karina Farm

-Bueno yo.. 

-Un gusto -La interrumpí y tome su mano- Mariano Doreches Lincon -Estreche mi mano con la suya- Una belleza en verdad

-Sonrojada- Gracias

-Venia a invitarla a comer o a tomar algo

-La verdad es que yo tengo que..

-Vamos, ¿Que tiene que hacer? Solo es un café

-Suspiro-

Espere unos segundos y fue por su abrigo, tenia una habitacion muy linda, salio de su habitacion con la campera y una cartera pequeña y nos fuimos. Salimos junto a Adolf y cuando llegamos a la puerta el se quedo ahí mientras que uno de seguridad nos siguió a todos lados. 

Tomamos un café y luego nos fuimos a caminar un rato. 

-¿Es cierto que esta divorciada del ministro?

-Bueno, en realidad.. nunca nos casamos, solo.. solo estuvimos en pareja pero ya habíamos hecho muchos planes

-¿Que paso?

-Bueno.. lo descubrí con otra mujer

-Oh como lo siento, no debí preguntar

-No, no hay ningún problema

-Bueno quizás mañana a la noche podemos ir a comer

Ella se quedo en silencio unos minutos y luego miro al suelo con una enorme sonrisa

-No se si debería -Dijo y me miro

-¿Por que no? 

-Por que.. los chismes corren rápido, van a creer que soy una arrastrada

-No me importa lo que digan, vamos.. solo una cena

-Sonriendo- Mañana a las 8.30 te espero

Nos pusimos de pie y seguimos caminando. La verdad que Karen era muy linda y muy amable, no era una insoportable como todos habían dicho, yo no la conocía y no podía juzgarla.