7: Fin vacacional

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Carly

— ¡Nooo! —Grité desesperada, mientras Jay y mamá trataban de hacerme salir de la casa, jalándome del torso y piernas—. ¡Por favor, todavía no!, ¡no puedo dejarlo solo!

—Carly, tenemos que ir —dijo mamá entre un esfuerzo—. Ya acabaron sus vacaciones, tienen que inscribirse en la escuela.

— ¡No quiero dejar a Raley, él no puede estar lejos de mí! —grité, observando como la abuela sostenía a Raley en sus brazos, mientras se retorcía para tratar de ir conmigo.

—Él puede estar un rato sin ti, solo mira a Harriet ahí quieta —dijo Jay, apuntando a su pequeña, que estaba sentada al lado de la abuela—. Ella no... —se detuvo al ver que Harriet no estaba. La buscó con la vista hasta darse la vuelta, y encontrarla justo en el asiento del piloto del auto.

— ¿Acaso eres un dragón ninja? —preguntó, observando aquella cara de poco entendimiento que Harriet tenía a veces.

Mis manos cedieron, por la inercia casi caemos de espaldas contra el suelo entre las piedras blancas del suelo. Mamá me llevó a rastras a los asientos de pasajero, para luego cerrar la puerta; Jay tomaba a Harriet del asiento de enfrente, dejándola a la entrada de la casa sin que ella tuviera ninguna reacción ansiosa al ver que su cuidador se iba. Con el pie, la empujó con delicadeza antes de cerrar la puerta e impedir que Raley saliera disparado al auto.

—Lo siento, pero tienes que ir —comentó mamá al ponerse el cinturón.

— ¡No es justo, solo he pasado un mes con Raley! —Dije haciendo un berrinche—, ¡quiero quedarmeee...!

—No —contestó mamá al ponerle seguro a las puertas, luego de que Jay entrara—. El lunes inician las clases, todavía te quedan dos días libres.

Crucé los brazos al ser vista por ella en el espejo retrovisor, fruncí el ceño y ni siquiera le dirigí la mirada, quería estar con mi pequeño Raley; mi pequeño dragoncito estaba tan consentido por mí, que no comía a menos de que yo estuviera presente. Observé a Jay muy tranquilo al alejarnos de la casa, atravesando el camino cubierto por las grandes ramas de los árboles, sintiendo algo de enojo hacia su falta de interés por Harriet.

— ¡No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo! —dije enfadada.

— ¿De qué hablas? ¿De la escuela? —preguntó.

— ¡Hablo de Harriet! —dije aún más enfadada.

— ¡Es increíble que ya haya pasado un mes y aun sigas tratándola como si no te importara!

—Me importa, pero no le mimo como tú haces con Raley —contestó—. Además, ella es algo rara, solo ve lo que hizo hace unos momentos. Ese pobre cuando crezca terminará igual, o peor de infantilizado que él tío Drake cuando aún vivía con la abuela.

Mamá dejó salir una carcajada, a pesar de su intento por ocultarla de mí, pero eso no funcionó para nada. La carcajada se transformó en una risa más completa, hasta que fueron series de carcajadas muy desesperadas que aparentan ser fingidas.

— ¡Jay...! —Intentó hablar entre su ataque de risa—, no... no deberías hablar así de tu tío —más carcajadas salieron—. ¡No puede ser, jamás voy a superar esto y el video!

— ¿Qué video? —preguntó Jay.

—Un video del cumpleaños de su abuela, es de lo más cómico y Drake... no, tienes que verlo tú mismo. Él será mi hermano, pero es imposible evitar reírse con aquel video.

Secreto II: Nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora