Capitulo 13

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—Bueno, ya fue mucho tiempo—Y así se fue bajo la mirada de desconcierto de los encerrados, Inuyasha le gritaba maldiciones al momento de exigirle que dejara libre a Kikyo mientras que ella no dejaba de pensar en lo extraño del roce; era como si sus auras se repelieran al mismo tiempo de que se atrajeran. Retrocedió unos pasos hasta pegarse a la pared y caer suavemente de ella.

—Mi cuerpo reacciona al de Kikyo. —Concluyó en un pequeño susurro que captó la atención del dueño de los cabellos plateados. —Esta corriente, nuestros cuerpos reaccionan, como si se complementaran, no lo entiendo... pero es así. —Terminó respondiendo su muda pregunta. Su bebé reaccionaba al cuerpo de Kikyo, había algo dentro de alguna de las dos que hacía reaccionar al otro, tal vez por ser su reencarnación... Necesitaba a Kikyo para poder recuperar sus poderes de sacerdotisa.

Ya podía sentir a su bebé, de vez en cuando tenía leves punzadas del interior de su vientre a lo que buscaba la mano de Inuyasha para que sintiera, ambos reían y él decía que podía escuchar los suaves movimientos del bebé dentro de la placenta; era de verdad una sensación hermosa. Naraku venía una vez cada cierto tiempo, ¿tres días? ¿Una semana? Era difícil medir el tiempo en ese lugar, pero ya había visto a Kikyo unas cinco veces, seis contando la primera vez y desde entonces Naraku no la dejaba acercarse a la celda, solo miraba desde lejos y pocas veces decía algo. Inuyasha tenía razón, Naraku hablaba de puras imbecilidades, nada que les fuese útil para salir de ese lugar con vida y facilidad. ¿Sería este el fin de los cuatro? No podía darse por vencida, ella era Kagome Higurashi e iba a dar hasta lo último que tenía para que su hijo nonato no cayese en manos de ese ser tan despreciable. Ya parecía un león enjaulado de tantas vueltas que daba en el lugar, tendría a Inuyasha mareado.

Inuyasha ya no hacía nada por escapar, simplemente se dedicaba a sentarse como siempre con los ojos cerrados a escuchar sus pasos y sus refunfuños en silencio, podía notar como ya sus esperanzas por salir de allí no existían y eso la exasperaba, el Inuyasha que conocía no se dejaría vencer tan fácilmente, estaría incluso peor que ella deseando salir de ese sitio que ponía a prueba su salud mental.

Se acercó y tocó con sus manos la reja, zarandeándola hasta crear un sonido un tanto molesto.

—¿Quieres callarte? Me pones nervioso— El medio demonio que tenía como compañero hacía acto de presencia con su dulce y tranquila voz, pidiendo amablemente que se calmara.

—¿Nervioso? ¡Deberías estar más que nervioso! Naraku podría entrar en cualquier momento y matarnos sin poder defendernos, no tengo mis poderes y tú estás todo moribundo, ¡ya no puedo estar aquí! Necesito aire, sol, calma, necesito dormir sin pensar que tal vez despierte al día siguiente en un lugar peor que esto, necesito respirar con calma, necesito no temer por lo que esté sucediendo fuera, necesito...—Su voz se fue desvaneciendo en el sentimiento del anhelo.— Inuyasha tenemos que salir de aquí, el bebé no puede nacer en estas circunstancias... —Poco a poco el tono de su voz se fue apagando hasta quedar en un pequeño llanto que intentaba callar, estaba de nuevo al borde de la histeria, no quería temer por la vida de su pequeño, quería tener sus poderes y abrir esa maldita reja que les devolverían la vida que tenían, deseaba poder huir de todo esto.

Una mano se posó sobre su cabeza, alzó la vista y escondió el rostro en el traje sucio del contrario, llorando a más no poder mientras escuchaba sus propios sollozos y sentía el aura de su bebé moverse inquieta. Debía calmarse o le haría daño a la pequeña criatura, intentó respirar aire profundamente hasta que luego de algunos minutos sus ojos dejaron de derramar lágrimas y pudo sentarse contra la reja en silencio, anhelando todo lo que hacía unos días tenía y que no había sabido valorar, tal vez porque nunca pensó que le quitarían el pasto, el sol o la lluvia.

—No tendré a Tessaiga, ni tendré la mejor apariencia física, pero no estoy moribundo—Escuchó, girando el rostro hasta sonreír levemente a modo de disculpa, alzó una ceja cuando asimiló bien la frase.

—¿Dónde está Tessaiga? — Inuyasha desvió su mirada de ella.

—No lo sé, cuando Naraku nos atrapó ella ya no estaba en mi poder, la solté y cayó en algún lugar de allí.

Asintió, extrañada de que Inuyasha soltara algo que sería tan preciado para él en ese entonces, no parecía algo que él hiciera. Se quedó viendo la reja y se levantó, poniendo sus manos sobre la cerradura de la puerta. Cerró los ojos y trató de llevar aquel movimiento que sentía dentro de su cuerpo hacia sus manos y descargarlo en forma de algo, lo que sea, una corriente de energía espiritual sería suficiente para romperla, inspiró aire. Se vio a sí misma en la soledad de la nada cubierta de negro, con una pequeña luz entre las manos, su deber era hacer de esa luz algo tangible y con forma. Algo le decía que debía hacer que esa luz saliera de sus manos y se estrellara en forma de algo que causara un potente choque en la cerradura, ¿Por qué estaba haciendo eso? Fácilmente podía dejarse morir en ese sitio, ¿qué le importaba a ella un bebé del cual ni sabía quién era el padre? No debería ser así, esas cosas no deberían pasarle a ella, ella solo debió vivir en la tranquilidad de Japón estudiando y siendo una mujer independiente. Alzó una ceja ante sus pensamientos, la razón de todo era que amaba a la personita que tenía dentro, gracias a él o ella tenía una razón para vivir y lo daría todo porque fuese feliz, quería que todas las personas que quería fuesen felices y para ello tenían que salir de allí. Fue cuando sintió que la cerradura de la reja se rompió y les dejó vía libre para escapar.

—¡Inuyasha! —Gritó emocionada, la cara de estupefacción que mostraba sólo la hizo reír de felicidad, tomó su mano y ambos salieron de allí, registró con la mirada buscando una puerta o algo que los hiciera subir y al final del pasillo lo vio, una puerta alumbrada por antorchas reclamaba que la abriesen para salir. Ambos corrieron hacia allá y con toda la esperanza que tenían abrieron la puerta.

Fue cuando Kagome chocó contra un cuerpo que ambos desearían no hubiese estado allí, bloqueando el paso.

Fragmentos de un corazón perdido [Fanfic Inuyasha] [SesshKag] [No AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora