Capitulo 10

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Luego de una dura semana de entrenamientos sin nuevos recuerdos Kagome había salido del castillo en compañía de su soledad y un sapo verde que no dejaba de parlotear las cosas que su "amo bonito" hacía, y no es que le molestara pero hubiese preferido ir sola a su paseo, sin embargo por insistencia de sus amigos aceptó la "protección" del demonio sirviente de Sesshomaru. La anciana Kaede se había ido hacía ya unos tres días diciendo que volvería a ver qué tal va el embarazo y que debía atender asuntos en su aldea y Kouga se fue acompañándola, diciendo que debía reportarse en su manada e informar lo de Naraku; desde entonces todos habían sido sumamente cuidadosos con las cosas que ella hacía y le molestaba de sobremanera, ¡Estaba embarazada, no enferma! Y aunque no sabía de quien era su pequeño estaba segura que más temprano que tarde recordaría al padre y con él todos sus recuerdos; junto con la razón de su pérdida de memoria.

—Jaken, ¿podemos ir al rio?

—No—Determinó el sapo, haciéndola rodar los ojos.

—¿Por qué?

—Porque el amo bonito no quiere que usted se aleje demasiado de la mansión.

Bufó enojada, todos con su estresante sobreprotección la tenían hasta la coronilla y entendía que era porque le tenían aprecio, tal vez se sentían inseguros porque sus poderes de sacerdotisa no habían dado indicios de querer salir otra vez y ahora que sabía que estaba embarazada podían sobreprotegerla sin temor a "lastimar" su mente. Podía sentir presencias muy mínimas y tenían que estar en un radio de cinco metros para detectarlas levemente y aunque no le gustaba para nada que sea tan corta la distancia, le permitía sentir a todo momento a su bebé en desarrollo, que a su parecer ya le estaba comenzando a sacar pancita, se sentía más hermosa que nunca.

—Jaken —Volvió a llamar, consiguiendo una mirada de fastidio y un refunfuño de parte del sapo—Acompáñame al rio y no habrá problemas.

Pero el fastidioso sapo se negó, Kagome tendría que acudir a su personalidad desobediente que gracias al bebé había descubierto que tenía. Así que sin pedir permiso comenzó a caminar en dirección al río, quería recostarse a una piedra mientras el agua la cubría hasta los labios y así lo haría, quisiera o no el estúpido sapo. Seguida por los balbuceos molestos del demonio sirviente de Sesshomaru se dirigió al camino ya marcado en la tierra que dirigía al río; algunos sirvientes iban a buscar agua y a lavar la ropa al mismo, caminó por unos diez minutos aproximadamente cuando el sonido de una pequeña cascada se hizo cada vez más cercano hasta que sus ojos divisaron el agua azul moviéndose tranquila con el viento y el olor a humedad le inundó las fosas nasales; una sutil sonrisa se mostró en el rostro.

—Señora Kagome no deberíamos estár aquí, el amo bonito se va a enfadar — Habló temeroso el pequeño demonio, lo miró con una sonrisa y corrió a velocidad considerable, y con cuidado se metió al agua con todo y ropa, la cual con su temperatura helada le erizó los cabellos del cuello, poco le importo y nadó hasta una roca, con un suspiro y los ojos cerrados indicó que las tensiones de su cuerpo se habían ido y que su cuerpo se templó al agua fría.

Al momento que sus ojos dejaron de recibir luz unos ojos dorados se apoderaron de su mente, no dejaba de preguntarse por qué no podía dejar de pensar en él, en él y su actitud distante y misteriosa que al mismo tiempo era tan cálida; aunque no habían pasado demasiado tiempo juntos no dejaba de sentirse nerviosa en su presencia y eso no le gustaba para nada, debía concentrarse en recuperar sus poderes y mirar por su hijo, no por ella.

—Hola princesa— Sintió el soplido en su cuello, abrió los ojos de golpe y pudo ver un mandril a una cercanía que del susto hizo que lo empujara, pero sus manos nada tocaron cuando el mismo se alejo de un salto de ella.

—¿Qué quieres?

—Oh Kagome, ¿segura que no lo sabes? —Y con esa pregunta el traje de mandril fue a volar dejando ver el rostro del ser que apareció hace poco tiempo a querer quitarle a su hijo.

—Naraku. —Murmuró con desprecio— ¿Qué haces aquí? —Se suponía que volvería en cinco meses, pero ahora estaba frente a ella, ¿Qué sucedía?

—¿Sabes algo? Cambié de opinión, estaré más seguro de que ese poder nazca si lo hace en mi presencia.

Envolvió las manos en su vientre y poco a poco fue caminando hasta la orilla, pensando en que se suponía que haría si estaba totalmente desprotegida, miró de reojo al sapo verde observando con terror al enemigo. —Jaken...—Lo llamó—Busca ayuda—. Pero el sapo verde no parecía reaccionar por completo a sus palabras— ¡Rápido! —Y entonces corrió por el camino hacia la mansión mientras ella volvía la vista al otro.

—¿Ya espantaste al estúpido demonio? ¡Perfecto! —Escuchó la asquerosa risotada salir de su garganta con el estomago revuelto, nada le daba más asco que oírlo hablar o reír, lo odiaba sólo porque quería quitarle lo más preciado que tenía.

—Estás enfermo si crees que iré contigo. —No supo de dónde sacó el valor para retarlo, retrocedió un paso al escucharlo dejar de reír y mirarla seriamente.

—No te resistas Kagome, no quiero hacerte daño... Aún

Se reprendió mentalmente el no haber traído su arco y flechas, que había aprendido a medias como usarlos y defenderse con ellas, pero ahora no había tiempo para regañinas personales.

—Naraku, ¿por qué quieres a mi bebé?

Volvió a darle nauseas con su risa.

—Pues porque es obvio, es el poder más grande y extraño que nacerá en todo el mundo.

Apretó el agarre en su vientre. Escuchó un ruido a sus espaldas y sonrió contenta de ver a Sesshomaru y a los muchachos venir en su ayuda, pero más duró su alegría que el tiempo que tardó Naraku en envolver uno de sus tentáculos alrededor de su cintura y burlar a la gravedad mandándola a volar hacia él, se removió incomoda intentando soltarse, mirando desesperada al de cabellos plateados.

—Bueno caballeros, ya tengo lo que quiero, nos vemos.

Lo último que Kagome pudo ver fue a Sesshomaru arremetiendo contra la barrera justo antes de que desaparecieran.

Caminaba siendo arrastrada por uno de los sirvientes de Naraku, un humano normal la tenía agarrada con unas cadenas llevándola por unos pasillos llenos de celdas vacías, no sabía en donde estaban ya que Naraku la había sumergido en una especie de trance del que había despertado cuando ya se encontraban en sus aposentos. Muy extrañada por encontrarse en una pieza decidió colaborar en lo que pudiera para mantener a su hijo y a ella con vida, suspiró.

—Eh, esta es tu celda—Alzó la mirada al lugar que el hombre le indicaba y frunció el entrecejo, eso no era lugar para una mujer embarazada como ella, iba a protestar cuando el contrario le desató las manos y la empujó con brusquedad al interior de la celda, por suerte no había caído al suelo.

—¡Oye! ¡Ten más cuidado! —El hombre chasqueó la lengua y se fue luego de cerrar la celda— Maldición. —Susurró frustrada al momento de volver a ver el interior de la celda, estaba totalmente oscura y no podía ver lo que había dentro.

—¿Quién anda ahí? —Escuchó del interior del lugar, miró a todos lados sin poder hallar al dueño de la voz.

—¿Quién eres? ¡Sal! —Reclamó.

Entonces vio a un hombre salir de las sombras, con vestimentas rojas manchadas de sangre y un cabello gris platinado largo, decorado por una extrañas orejas de perro en su cabeza.

—¿Kagome? —Lo oyó preguntar, ella abrió los ojos con sorpresa al mismo tiempo que daba un paso atrás.

—¿Quién eres?

Fragmentos de un corazón perdido [Fanfic Inuyasha] [SesshKag] [No AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora