Tú no controlas el destino

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Diego


Era sábado, estaba en la universidad a la cual asisto, la Unideg una pequeña escuela para personas trabajadoras con deseos de superarse; y comencé teniendo fuertes e incontrolables dolores de cabeza, ya los sufria antes pero nunca tan ntensos, pensaba que era por falta de agua, se sentían tan fuertes como los de una resaca, pero no había bebido la noche anterior. Trate de ignorarlos y continuar pero en cada ocasión se volvían más intensos e insoportables. Cada vez que me sentía así, le echaba la culpa a mi mala alimentación.

<Investigue un poco y llegue a creer que sufría de migraña>

No le di importancia, continuaba con mi vida, ignorando los dolores, siempre que estaba en el trabajo eran muy comprensivos y hasta ahora pese a mi comportamiento pasado me habían dado muchas oportunidades por que en verdad amaba estar en ese lugar, si, amaba mi trabajo por el simple hecho de poder conocer personas nuevas todos los días, de sacarles una sonrisa y hacer posibles amigos de todas las edades.

Trabajaba muy cercas de casa, por lo tanto jamás gastaba en pasajes, había días muy pesados en que la carga era muy pesada debido a la venta. Creo que estoy olvidando decir donde trabajo...

Es un negocio pequeño de venta de hamburguesas y botanas, un lugar donde echar relajo mientras trabajas es permitido, pero, cuando llegaba la hora del "Rush" (como ellos le decían) te juro que pedias clemencia, era el momento mas rudo de tráfico que teníamosde clientes  y desde luego más ordenes.

—Una de Sirlón, unas papas y unas alitas

Siempre tomaba las ordenes de los clientes, con quienes siempre terminaba platicando, bueno con algunos. Cuando aprendes a escuchar te das cuenta de que todos tienen vidas interesantes.

—¿Cómo va el partido?

—Creo que va ganado el Real Madrid— eso es común cuando hay futbol pero a veces no puedo ni verlo.

—Tienen un equipazo, bueno sírveme una papas mientras lo veo, mejor dame tu carta.

¡Al menos estando allí me olvidaba brevemente de ella! Había pasado demasiado tiempo y no lograba superarla, era como si la tierra se la hubiera tragado y lanzado muy lejos donde no pudiera encontrarla.

Mi trabajo era un lugar en el que las horas pasaban rápido, los colores chocolate y mostaza en las paredes con adorno de ladrillo le daban una sensación de relajamiento único, por eso todos amaban estar allí. Naxi también amaba comer alli, aun puedo imaginarla en ocasiones sentada junto a mi en la mesa externa al negocio junto al árbol, debajo de esa fresca sombra, sus fantasmas me persiguen donde sea que voy. Aun vivo con la duda de ¿Por qué?

Tambien tiene un asador modificado con acero inoxidable, lugar donde yo cocino, una barra de vegetales que por cierto se llenaba todos los días y en fines de semana más de una vez al día, no podía evitar de vez en cuando comerme unos pepinos con salsa super picante de alguna forma esto me volvia a la realidad; un congelador para carnes y papas donde en tiempo de calor metia mi botella de agua medio llena a congelar, un refrigerador para vegetales donde poníamos las alitas marinadas, da la casualidad que aquí las asaban, bueno yo las asaba y desde luego un refrigerador de deliciosas bebidas, sin olvidar la pantalla con bocinas así pasábamos las horas cuando estaba tranquilo. Por sobre todas las cosas admiraba mucho al dueño, inicio esto con su esposa desde cero, desde que vendían en la intemperie en un puestecito, ellos nunca dejaron de soñar y sobre todo luchar.

No era precisamente por eso que lo admiraba, más bien era por otra razón, su capacidad de amar era inquebrantable y su fuerza para no derrotarse inexplicable; en esos momentos de diciembre en que entre a trabajar su esposa estaba venciendo el cáncer, y el jamás la abandono. Ella usaba pelucas, se veía débil, aun así siempre estaba a su lado, poseían otro pequeño negocio de regalos a un costado que ella atendía, de esa forma siempre estaban juntos.

Despedida de ti #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora