Njord Snio {8° cuento}

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Narra Njord.

Apenas tendría seis años la primera vez que la conocí: ella descansaba apoyada a un árbol una fría mañana de invierno.

—Oye.– Le dije para llamar su atención.– Si sigues durmiendo ahí vas a enfermarte.– Noté algo raro en esa chica

—Mmm.– Se acurrucó como pudo en la madera mostrando una... ¿Cola y orejas de zorro?

—Deberías cambiarte ese disfraz por ropa más cómoda.– Le aconsejé inocentemente.

Cuando ya parecía algo despierta miró en mi dirección, para después dar un rápido salto a una rama del árbol.

—¿Desde cuándo estás ahí? Por qué te has acercado a mí, humano?– Preguntó asustada.

—Solo te he visto dormida y me he acercado a ti para despertarte y que volvieras a tu casa donde seguro que estarás más cómoda y caliente.

La pequeña chica bajó de la rama en la que estaba hace unos segundos para acercarse un poco a mí.

—Me gusta sentir el frío; además tengo mucho calor, por eso he venido aquí.– Se excusó.– Y el aburrimiento tampoco ayuda a quedarme en casa.

—Eres muy rara.

—Humano, el raro eres tú.– Me señaló.– Te acercas a un kitsune como si nada, has tenido suerte de no encontrarte con un adulto, te habría atacado sin pensarlo.

—¿Todavía sigues creyéndote un youkai? Y luego me dices que yo soy raro...

—¡Es verdad que lo soy!– Gritó enfadada.– Mira, te lo demostraré.– Extendió sus palmas y de ellas salió fuego azul, que daba tanto calor como el normal.– ¿Qué? ¿Me crees ahora?

Las palabras no me salían por la sorpresa, solo me podía limitar a asentir con la boca abierta.

—Jajaja deberías verte la cara ahora mismo.– Me dijo la chica de pelo negro entre carcajadas.

—Eeh, deja de reírte.– Le ordené (como excusa por esa idiotez solo diré que de pequeño era muy gilipollas).

—Mmm...– Dejó de hablar unos segundos.– ¿Qué te parece este trato?– Me preguntó todavía riendo.– Si consigues atraparme te concederé un deseo, si es que deje de reírme eso haré.– Extendió su mano.– ¿Trato?

—Trato.

Apenas le solté la mano ya estaba corriendo por la nieve a toda velocidad. Comencé a correr detrás de ella, era muy veloz, pero yo tampoco me quedaba atrás.

* * *

Tras unos minutos corriendo, y escuchando sus risas, di un pequeño acelerón consiguiendo tocarle la espalda.

—¡Pillada!

—¡Jooo, no vale, solo me has rozado~!

—En ese caso...– Me acerque a ella lentamente para después abrazarla.– ¿Así está mejor? Jeje.

—Eres raro.– Me rodeó también con sus brazos.– Tu cuerpo es cálido, pero no tanto como para agobiarme.

Mis mejillas tomaron un color rojo, a juzgar por el calor de estas, bastante intenso.

El resto de días a partir de ese, durante varios meses, quedamos para seguir jugando al pilla-pilla (no si en otro país se dice diferente).

* * * Pasados siete años* * *

—¡Cada vez eres más rápido, Njord!– Me gritó Shiku, la pelinegra.

—Tú también corres mucho más que antes.– Le devolví el cumplido.

—Fingir es muy fácil para un kitsune.– Dijo burlonamente entre risas.– Si no quisiera que me atraparas ya me...

—¿Te habrías subido a los árboles?– Le pregunté aún corriendo.– Aaagh.– Caí al suelo y respiré profundamente para recuperar aire.

—¡Njord, estás bien!– Se acercó a mí corriendo.– ¿Qué te ha pasado?

—Que fingir es muy fácil para los humanos.– Le di un leve estirón del brazo tumbándola en la nieve. Yo me tumbé a su lado.

—¡Pillada otra vez!– Sonreí, extendí mis brazos y cerré los ojos.– Por cierto, hablando de fingir... ¿Por qué nunca has escapado por los árboles.

—Obviamente porque sería aburrido.– Me aclaró.

—¿Te acuerdas de ese trato que hicimos larimera vez que nos vimos?: Si te atrapaba me concedías un deseo, el que fuera.

—Sí, lo recuerdo.– Afirmó después de reírse.

—No sé si recuerdas también que nunca llegué a pedírtelo.– Hice una pausa.– Ese deseo es que me digas la verdad.

Shiku se sentó en la nieve y me miró sorprendida. Después de unos minutos de silencio suspiró pesadamente y me respondió.

—Fuiste el primer humano que se acercó a mí y tu aura no mostraba malas intenciones. No quería que te aburrieras de no poder atraparme y no quisieras hablarme o algo así.– Sus orejas se doblaron hacia abajo como las de un animal normal.

—¿Solo era por eso?– Comencé a reírme sin poder parar.– Yo soy una persona muy tozuda, si te hubieras subido a un árbol seguro que me habría quedado esperando en el árbol hasta que te bajaras.

—¡¿Y yo qué sabía entonces?! No sabía cómo era tu comportamiento.

—Bueno, ahora si que me conoces.

—Mmm... sigo sin querer escapar por las ramas

—¿Y se puede saber por qué es?

—Pues...– Se giró hacia mí y me abrazó.– porque me gustan tus abrazos.– restregó su mejilla contra mi pecho.

—A mí también me gusta abrazarte.– La abracé y acaricié su cabeza.– Pero me gustas más tú.– Tapé mi boca con mi mano derecha.

—¿Eeh?– Sus ojos entraron en contacto con los míos y pude ver sus mejillas sonrosadas.– ¿T-tú también?

Los dos nos miramos con sorpresa y con un simple beso sellamos otro trato: querernos tanto, o más, con el paso de los días.

Habla MT6.

Corto, simple, pero me ha dado por escribirlo.

Inazuma eleven & go One-shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora