Érase una vez tres osos, que vivían juntos en un bosque. Uno de ellos era pequeño, Wee Bear, otro era un oso de tamaño mediano, Middle Bear, y el otro era un gran oso, Huge Bear.Cada uno tenía un bote por su potaje, una ollita para el pequeño, una olla de tamaño medio para el mediano, y una gran olla para el oso enorme. Y cada uno tenía una silla para sentarse, una sillita para el pequeño, una silla de tamaño medio para el mediano, y una gran silla para el enorme.
Y cada uno tenia una cama para dormir, una pequeña cama para el pequeño, una cama de tamaño medio para el mediano, y una gran cama para el enorme.
Un día, después hubieran hecho la avena para el desayuno, y la hubieron repartido en las respectivas ollas, salieron a caminar por el bosque, mientras se enfriaba la avena, ya que no la podian comenzar a comer muy pronto, porque les quemaría.
Y mientras caminaban, una anciana fue a la casa. Ella no podría haber sido una anciana honesta, ya que en cuanto llegó se asomó a la ventana, y espió por el ojo de la cerradura, y al no ver a nadie en la casa, levantó el pestillo.
La puerta no estaba cerrada, porque los osos eran buenos osos, que nunca hicieron daño a nadie, y nunca sospecharon que alguien pudiera hacerles daño. Así que la anciana abrió la puerta, y entró, y se puso muy contenta al ver la avena en la mesa.
Si hubiera sido una buena viejita, ella habría esperado a los osos en la casa, y luego, tal vez, ellos le hubieran compartido el desayuno, porque eran buenos osos, un poco rudos, como es la manera de los osos, pero muy bondadosos y hospitalarios. Pero ella era una mujer impúdica, vieja y mala, y se dedicó a ayudarse a sí misma.
*Nota: esta historia esta escrita por Robert Southey*