Cuando cayó la noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos que excavaban y extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete farolitos y vieron que alguien había venido, pues las cosas no estaban en el orden en que las habían dejado.
El primero dijo:
-¿Quién se sentó en mi sillita?El segundo:
-¿Quién comió en mi platito?El tercero:
-¿Quién comió de mi pan?El cuarto:
-¿Quién comió de mis legumbres?El quinto.
-¿Quién pinchó con mi tenedor?El sexto:
-¿Quién cortó con mi cuchillo?El séptimo:
-¿Quién bebió en mi vaso?Luego el primero pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:
-¿Quién anduvo en mi lecho?
Los otros acudieron y exclamaron:
-¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mirando en el suyo, el séptimo descubrió a Blancanieves, acostada y dormida.Llamó a los otros, que se precipitaron con exclamaciones de asombro. Entonces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a Blancanieves.
-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta niña!
Y sintieron una alegría tan grande que no la despertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora con cada uno de sus compañeros y así pasó la noche.