Enamorado del enemigo

16-No tan malvada, Madame Sylvia

Harper estaba enojada, no podía dormir, quería pero no podía. Estaba sentada en la sala pensando mientras todos los demás dormían.
-¿Mamá?-la llamó Wander
-Ugh.... ¿Qué quieres?-
-¿Estás bien? Es que... Desde que contaste esa historia te noto extraña-
-¿Desde cuando te importa cómo estoy?-
-Desde siempre. Escucha, sé que me fui, sé que te abandoné, pero no quería meterte en mis problemas... No quería que algo malo te sucediera-
-¡No! A mí no vas a mentirme. Te conozco, hay otra razón allí que no quieres que nadie sepa. ¿Tiene que ver con Wendy?-
-¡¿Por qué tienes que meter a Wendy en esto?!-
-¡Dime! ¡¿Ella está implicada en tu decisión de convertirte en un villano?-
-¡No!-
-¡¿Entonces?!-
-¡No lo sé!-
-¡¿Cómo que no lo sabes?!-
-¡Ya basta!-al exclamar esto le dio una bofetada. Harper lo observó en silencio y totalmente sorprendida con una mano en la mejilla afectada.-¡Yo decidí ser villano porque quise! ¡Así de simple! ¡No hubo pasado triste ni personas implicadas! ¡Fue lo que yo escogí!-
-Nunca vas a cambiar.... Eres un idiota-sus ojos comenzaron a humedeserse-Sé que no he sido una buena madre y nunca lo fui, pero si tan solo conocieras la verdad.... Pero no tengo porque darte explicaciones-se fue a su cuarto sin más
Él no comprendía las palabras que habían sido dichas por su madre. Y mucho menos su mirada llena de tristeza y decepción, ella nunca se había sentido decepcionada de él, tal vez molesta pero nunca decepcionada. Ahora si que había cometido un grave error. Había hecho llorar a quien nunca había sido vista con lágrimas en su cara.
Se dejó caer en el sillón y se cubrió el rostro.
-¿Qué haces?-
-Sylvia.....-se quejó Wander
-¿Qué?-
-Largate....-
-Mejor vete tú. Sus gritos se escuchaban por todas partes, o soy yo la que tiene el sueño liviano-
-En definitiva es la primera. A ti no te despierta ni un choque de naves-
-Deberías ir a disculparte-
-¡¿Disculparme?! ¡¿Qué rayos tienes por cerebro?!-
-Y deja ese orgullo de lado por un rato.... Es tu madre... ¿No quieres reparar los errores?-
-Yo no reparo errores. Mucho menos si es con ella-
-¿Por qué la odias tanto?-
-No son tus asuntos-
-No. Pero siempre hace bien hablarlo-
-No tengo otra opción ¿verdad?-
-No-
-Ella nunca me cuidó...nunca estuvo allí....nunca me mostró afecto...estaba tan concentrada en lamentarse la muerte de mi padre que yo desaparecí de su vida. Así que me parece inaudito que ella se enoje porque le estoy haciendo lo que ella me hizo-
-¿No que no había un pasado triste?-
-Mis elecciones no tienen nada que ver con mi pasado torpe-
-Bien, bien, pensemos que eso no tiene que ver, pero entonces ¿Qué te hizo escoger ese camino?-
-¿Por qué lo escogiste tú?-
-No hablamos sobre mí ahora. Hablamos sobre ti-
-...-
-Lo sabía. Solo te estás mintiendo a ti mismo. Siempre pasa eso-
-¿Por qué crees que lo sabes todo?-sentenció cruzándose de brazos
-Oh Lord Wander... Yo ya pasé por todo esto, las preguntas, las respuestas, las cuestiones hacia mi persona. Tal vez no lo parezca pero soy mucho más madura que tú-
-¿De qué....?-
-Eso no importa ahora. Haz algo pronto, porque luego no tendrás la oportunidad, y la perderás cuando menos te lo esperes-
-No tienes que decirme que hacer-
-Oh, claro que debo hacerlo. Bueno.... Como veo que eres demasiado obstinado con esto, dime, ¿cómo llevas tu enamoramiento con Wander?-
-¡¿Qué estupidez dices?!-
-Escucha, no eres obvio, sabes ocultarlo, pero yo estoy en todo chico. Y bueno, ¿cómo has llevado todo esto? Debe ser confuso para ti-
-Sí, lo es....-
-¿Por qué? ¿Por qué te enamoraste de él?-
-Por la misma razón por la que TÚ te enamoraste de Peepers, porque me logró comprender y aceptar como soy-
-Es raro-
-¿Qué cosa?-
-Tener algo en común contigo-
-Lo sé-
-Pero creo que vivo de lo raro así que.... Me voy. Insisto, disculpate con ella...no merece tu odio. *Por algo hacemos las cosas, sólo es cuestión de que te intereses en descubrir su por qué en lugar de que juzgues sin pensar*-y se fue de nuevo al cuarto
-No eres tan mala, Madame Sylvia. Y yo también por el mismo camino-susurró