Capítulo 1

59 2 0
                                    

¿Drogada o loca?

Con un gruñido apagué el despertador, no lo había desactivado la noche anterior y hoy, sábado, estaba despierta a las 6 de la mañana. Eso es considerado notablemente un pecado, por esa razón, me acurruqué más bajo las mantas intentando volver a dormir. Fue entonces cuando lo escuché.

No era un sonido común, pero aun así me era familiar. Yo ya lo había escuchado antes, pero no sabía dónde. Era una melodía tan embriagadora que... ¡rayos! Era la misma de hace dos semanas atrás en clase de psicología, con la única diferencia de que esta vez no era una simple melodía, era un murmullo... de una voz angelical.

Notando que era imposible conciliar el sueño, me levanté perezosamente dispuesta a ducharme.

Al irme acercando al cuarto de baño, noté como la voz que intentaba pasar por alto se escuchaba con más claridad desde aquí. "I will never let you fall..." Sin comprender muy bien el por qué, un estremecimiento recorrió mi cuerpo.

Solía pasarme cuando de repente me asustaba o me ponía nerviosa, pero no tenía miedo, era la emoción que esa voz me hizo sentir. Era obvio que me estaban drogando sin que yo lo supiera porque la otra única explicación a esto era que yo estaba loca y yo no lo estaba, ¿verdad?

La casa contigua a la mía estaba deshabitada, todos sabían eso y, en caso de que hubiera llegado alguien a vivir ahí, mi mamá me hubiera avisado.

Luego de mi tan relajante ducha, salí envuelta en mi toalla para tomar alguna muda de ropa del perchero, algo normal para un sábado por la mañana. A pesar de saber que estaba sola en casa, opté por echar el cerrojo a la puerta de mi habitación, luego, me acerqué a la ventana para correr las cortinas. Fue en ese momento cuando me pareció ver una sombra escurrirse hacia el lado izquierdo de mi ventana. Poco consciente de que lo único que me cubría era una toalla, me apresuré a sacar la mitad de mi cuerpo y mirar de un lado a otro en busca de aquella sombra. Al no ver nada, lo dejé pasar y me vestí.

Ya entrada la tarde me encontraba comiendo cereal mientras leía uno de mis tantos libros, era un día cálido y ya había acabado mi tarea. Mi madre se había ido a trabajar un poco exaltada debido a que no tenía planeado salir. El hecho de que fuera gerente de una empresa mobiliaria no le dejaba mucho tiempo para estar con su familia que, literalmente, solo era yo. Mis abuelos residían en Europa y mi padre volvió a casarse cuando yo tenía seis. Aunque él, mamá y yo tuviéramos una buena relación, nunca volvería a ser lo mismo. Él tenía una nueva familia ahora.

Al dejar lavados los trastes que me faltaban, me dirigí a mi habitación y mientras escuchaba música empecé a darle un poco de orden sólo para matar el tiempo. No recuerdo haberme dormido.

El lunes en el instituto me senté al lado de Stella en clase de historia. Nuestra amistad era de esas que pocas veces se dan a notar. Ella era un poco más extrovertida que yo, pero no por eso menos aplicada. Ella sabía casi todo de mí, y aun así, no sabía nada.

- Entonces... -Dijo ella-. Shiloh, ¿me estás escuchando? Has estado muy distraída estos días. ¿Me dirás que te sucede? O debo suponer que de nuevo no es nada-. Se veía un poco tensa, quizá estaba queriendo decirme eso hace bastante tiempo. Sus ojos me incriminaban mientras esperaba una respuesta de mi parte.

- Pu...Pues-. Comencé, no muy segura de lo que diría a continuación.

- ¿Pues?

- Creo que alguien me está drogando-. Susurré muy bajo en su oído. Su respuesta, al contrario, fue ensordecedora.

- ¿Qué rayos me estás contando?-. Empezó y siguió diciendo un poco de cosas como que prefería que no le contara a que le dijera tonterías de ese tipo; en voz más alta de la que debería. La profesora Ramonds empezaba a regañarnos cuando tocó el timbre de cambio de hora.

Your Guardian AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora