-Diana...Diana, ¿qué estás haciendo? ¡Vas a llegar tarde al instituto!
La voz de su madre poco a poco la va despertando. Se sienta en la cama y bosteza. Estira los brazos y mira el reloj. Son las ocho. En media hora entra al instituto. ¡Es tardísimo! ¡Y encima a primera tiene mates!De pronto, recuerda el sueño de anoche.
-Cloath...-murmura.
Se levanta y, con cautela, ve que lleva puesto su pijama de siempre. Quizás todo fue un sueño, quizás nada de aquello fue real.
Juro solemnemente que antepongo el bienestar de los míos por encima de mis necesidades. Asumiré las responsabilidades de mis actos y seguiré siempre adelante, para cumplir nuestro objetivo común. No importa la sangre, no importan las amistades. Todo por Cloath, mi hogar y mi suerte, con todos sus bienes y sus males.Pero de ser así, ¿qué pasará ahora? Según lo ocurrido anoche, soñó con un mundo paralelo, en el cual sus habitantes tienen poderes de la naturaleza y, por si no fuera poco, prometió ser la guardiana de una de sus escuelas recitando un juramento oficial que ni siquiera conocía antes.
Un poco más y se volverá loca. ¿Qué debe hacer?-¡Dianaa!
Bueno, lo primero es lo primero. Y ahora tiene que ir al instituto.
-¡Ya voy mamá!
Corre al baño y se lava la cara. Sorprendentemente no tiene ojeras y se siente descansada. Podría acostumbrarse a ello.
Se cepilla el pelo y, como no le acaba de convencer su peinado, se hace una coleta alta. A continuación, abre su armario (con su ropa de siempre, menos mal) y se pone lo primero que pilla: una camiseta blanca con las mangas rojas, unos vaqueros y unas zapatillas.
Baja corriendo a desayunar y, como es tarde, se encuentra a su hermana comiendo en la cocina.-Buenos días, Clara.
-Hola.- su hermana tiene una cara de dormida impresionante. Su voz sonaba muy cansada y, de vez en cuando, cabeceaba. Su pelo rubio liso le caía por los hombros y llevaba puesto el chándal que su tía le regaló por su cumpleaños.
Sin decir una palabra, Diana coge un par de galletas y las engulle. Después, se sirve un vaso de leche y se lo bebe de un trago. Siente el estómago revuelto, como siempre que desayuna demasiado rápido. Pero no tiene tiempo para detenerse o llegará tarde.
Se lava los dientes y coge su mochila. Su padre ya la está esperando en el coche. Son las ocho y veinticinco, y su profesora siempre es puntual. Tiene que darse prisa o se meterá en un lío.
-Te has dormido.- dice su padre. Como si ella no lo supiese.
-Ya. Venga, arranca, que a primera tengo mates.
-Voy.
Ella apoya el brazo en la ventana y observa como las casas se van moviendo a medida que se acercan a su destino. Todo sigue igual. Nada ha cambiado. Los alumnos van caminando deprisa y algunos hasta corren. Desde ahí ve a Ana.
-Papá, párate aquí. Me voy caminado con Ana.
-Vale.- le da un beso en la mejilla.- Que tengas un buen día.
-Tú también.- sonríe Diana.
A continuación sale del vehículo y va hacia donde está su amiga. Todos parecen haber dormido mal, Ana tiene una cara de zombi que no puede con ella.
-¡Hola! ¿Qué tal?- la saluda.
-Bien, aunque no puedo con mi vida. Qué sueño por el amor de Dios. ¿Has hecho la redacción?
-¿Qué redacción?- pregunta nerviosa.
-La del Teorema de Tales.
Mierda. Se le había olvidado hacerla por completo. La iba a hacer anoche pero se quedó frita. ¿Y ahora que podía hacer?
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Lo que tus ojos se llevaron
Fantasy-Diana, escucha- un anciano se inclina sobre ella. Su expresión es tranquila, pero le tiembla la voz.- Puede que no nos vayamos a ver en mucho tiempo, pero volveremos a coincidir. Debes ser fuerte, nada será como antes. ...